Ser o no ser Trapero, esa es la cuestión

Ya ha sufrido el mayor Josep Lluís Trapero “los tiros penetrantes de la fortuna injusta”, ¿opondrá su voz “a este torrente de calamidades en atrevida resistencia”?

Ernesto Ekaizer

Madrid“Ser o no ser. Esa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia?” Hamlet, Acto tercero, escena primera. William Shakespeare, circa 1600.

Ya ha sufrido el mayor Josep Lluís Trapero “los tiros penetrantes de la fortuna injusta”, ¿opondrá su voz “a este torrente de calamidades en atrevida resistencia”?

En román paladino: ¿declarará como testigo, `asistido´ de su letrada, este jueves 14 de marzo a las cuatro de la tarde en el Tribunal Supremo?

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Quizá solamente él ya lo sepa.

Pero si uno se aleja de la primera fase del “torrente de calamidades” en el juicio -lo que hemos llamado colgar la cabeza de turco de Trapero en el Supremo sin dejarle, arbitrariamente, sentarse en este banquillo- y nos acercamos al jueves 14, las declaraciones de los comisarios Manuel Castellví (incluyendo sus precisiones ante las defensas) y Emilio Quevedo, el jueves pasado y ayer lunes, respectivamente, han sido el equivalente de una montaña rusa, al cabo de cuyas vueltas el Pancho Villa de la presunta rebelión catalana, según la versión pintarrajeada por el instructor Pablo Llarena y la Fiscalía del Supremo, podría considerar que su declaración, aún con correr riesgos evidentes para su posición en el futuro banquillo de la Audiencia Nacional, puede tener más posibilidades de ayudarle que de perjudicarle. Al fin y al cabo se están sentando las bases de la sentencia del tribunal superior, el Supremo, que será, de hecho, el punto de partida del juicio por los mismos hechos, en el tribunal inferior, la Audiencia Nacional.

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Llarena aceptó las peticiones de la defensa de Joaquín Forn en instrucción y citó a declarar como testigos a los comisarios Ferrán López, Manuel Castellví, Juan Carlos Molinero y Emilio Quevedo.

Pero denegó la de Trapero, a quien abandonó en la Audiencia Nacional, por considerarla “exorbitante”, es decir, que era “excesivo” o “exagerado”, según la RAE. Consideras a los Mossos como la evidencia del presunto delito de rebelión, es decir, entre otros rasgos importantes por la amenaza potencial que representan sus 17.000 hombres armados y sostienes que si le sientas en “tu” banquillo del Supremo eso es irrazonable o anormal. El tribunal de enjuiciamiento, por su parte, podía subsanarlo, pero rechazó acumular a Trapero y los otros acusados en la Audiencia Nacional en este juicio del Supremo durante las cuestiones previas como solicitó la defensa de Forn.

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El panorama descrito por la Fiscalía de los Mossos como brazo armado del referéndum -por activa o por pasiva, lo mismo da- se han desdibujado al aflorar detalles de la reunión del 28 de septiembre de 2017 por la tarde, a posteriori de la Junta de Seguridad de Cataluña. Esa tarde, mientras el coronel Diego Pérez de los Cobos reúne a los responsables de la Guardia Civil, Ángel Gozalo, y de la Policía Nacional, Sebastián Trapote, a su vez el mayor Trapero urge una reunión de los comisarios de los Mossos con Puigdemont. Acompañan a Trapero los comisarios Ferrán López, Juan Carlos Molinero, Castellví y Quevedo. Si bien Pérez de los Cobos llama por teléfono a López varias veces, el comisario no contesta. Por Gozalo hemos sabido que luego supieron que esa tarde, desde temprano, Ferrán López junto con los demás, estaba reunidos en el Palau de la Generalitat. Al día siguiente, 29 de septiembre, López se reunió en dos encuentros diferentes, uno más reducido y otro más amplio, con la cadena de mandos de los Mossos para explicarles las pautas de actuación conjunta con Guardia Civil y Policía.

¿Adónde nos conduce esto? Ya desde el 26 de septiembre, según explicó Quevedo ayer, Trapero está haciendo esfuerzos para que Puigdemont evite lo peor porque los Mossos tienen su plan y actuarán en consecuencia. Sin éxito. Y Trapero cree hasta último momento que tiene los efectivos necesarios.

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No es lo que Quevedo le había informado. Para el comisario de planificación impedir el referéndum exigía 30.000 o 40.000 efectivos, es decir: los 7.850 Mossos previstos más los 6.000 refuerzos de GC y CNP eran totalmente insuficientes.

Era, una misión imposible. ¿Quien sería el guapo que al confirmar unos centros de votación llenos de gente, desde días antes del 1-O, adoptaría la decisión de volver a la magistrada Mercedes Armas para solicitarle un nuevo auto o providencia de emergencia para desalojar por la fuerza esos centros? Resultó sencillo: tal guapo no existió.

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Ahora Trapero puede aclarar todavía más las cosas. Tiene que pensar en la sentencia y cuáles son sus posibilidades de influir, si las tiene, en la formación que se pueda hacer de los hechos el tribunal, más allá de las caricaturas.