Objetivo: salvar el molino harinero del Renacimiento

«Cuando era pequeño, desde Xerta, íbamos río arriba, hasta aquí. Era una caminata de las más habituales. Por Pascua comíamos la mona, y por Jueves Jarder (Dijous Gras), la fogasseta (bocadillo hecho con pan redondo, relleno de tortilla, salchicha, alcachofa y ajos tiernos)». Estamos delante del azud de Xerta, y Roger Aviñó, alcalde de la villa, recuerda algunos de los buenos momentos que pasaba con la familia y los amigos.

Entonces se podía ir hasta el molino, que está enganchado al azud. Pero realizaron una central hidroeléctrica, que provocó un fuerte impacto visual en todo el entorno del azud, y el acceso al molino quedó cortado para los ciudadanos. «Lo lloramos mucho», dice Roger.

Excepcionalmente, para realizar este reportaje puedo entrar. Al lado de la puerta de la entrada principal (ahora inaccesible) leo la fecha de construcción del molino: 1575. Me sorprende que el edificio de este antiguo molino, de piedra, se haya mantenido entero tantos siglos. Ha aguantado grandes riadas (sobre todo las de antes de la construcción de los pantanos que han amansado al Ebro). Pero por dentro cae a trozos. Lo comprobamos arriesgándonos a bajar, desde una abertura lateral, por las diferentes plantas que tiene. Descendemos por escalones desdibujados hasta su corazón.

«Este molino es uno de los pocos edificios de arquitectura industrial del Renacimiento que se conservan en Catalunya. Era un molino harinero, no pequeño. Era una pequeña factoría», comenta Roger.

El molino fue construido por la ciudad de Tortosa (entonces Xerta dependía de Tortosa). Funcionaba con una técnica «revolucionaria» en la época, la del regolf, muy eficiente con un buen caudal de agua.

Desde este 2025, después de años de papeleo, es del Ayuntamiento de Xerta, y en breve dedicará esfuerzos a lo que se llama «consolidar» la estructura, es decir, que las paredes y el techo se mantengan de pie.

El azud está situado en el último lugar del río en el que las montañas de ambos lados se encuentran. Ebro abajo vemos la llanura, y Ebro arriba el terreno es bastante sinuoso. Vemos una cementera ya cerrada. El río era una excelente vía para llevarse el cemento.

«El molino se reformó muchas veces. A finales del siglo XIX el edificio acogió a una central eléctrica para dar electricidad a algunos pueblos de la zona», dice el alcalde xertolí.

Pero más que el molino lo más conocido de este lugar es el azud. Una de sus singularidades es que está construido en diagonal. De lado a lado del río mide unos 300 metros (si se hubiera construido perpendicularmente al río haría algo menos, claro). «Assut» es una palabra árabe, pero esta construcción no se hizo durante la dominación árabe, sino más tarde. Esto no significa que hubiera una especie de presa en la época árabe.

El azud es una obra hidráulica de gran envergadura que se hizo para regular el caudal del río. Actualmente desvía una parte del agua hacia dos canales, uno a la derecha y otro a la izquierda. «Los canales son posteriores al azud. Y no se hicieron los dos al mismo tiempo», me dice Roger. «¿Y cuál fue primero?», le pregunto. «El de la derecha se construyó en 1858. Además, inicialmente, no debía ser para la acequia sino para la navegación. Por eso es bastante amplio. Pero no funcionó, y entonces le convirtieron en canal de riego».

«¿Y el de la izquierda cuando se hizo?», le preguntó a Roger. «Mucho más adelante, ya en el siglo XX, concretamente en 1912», me responde. Ambos canales son hoy imprescindibles para el riego de las huertas de ambos lados del Ebro y el arroz del Delta.

Éste ha sido tradicionalmente un lugar muy codiciado por los pescadores, ya que los peces quedan atrapados debajo del azud. Antiguamente se pescaban, entre otras muchas especies, esturiones. Muchos extranjeros venían a pescar, hasta que «se acabaron». Ahora hay una rampa para peces, que algunos califican de juguete, ya que dudan de que muchos peces la remonten.