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Pere Duran Farell, el coloso que trajo el gas natural

Revolucionó el sector energético español y puso la semilla de la que ahora es la mayor cotizada

David Valero Carreras
y David Valero Carreras

En marzo del 1972 el baby boom español empezaba a vislumbrar su fin. Aquellos días nacían los bebés que con el tiempo serían bautizados como generación X. En ese contexto se produjo uno de los hechos más extraños del tardofranquismo. Era un cuarto y medio de una de la madrugada, entrados ya el 6 de marzo, cuando una explosión atronadora asustó buena parte de la ciudad de Barcelona. La parte esquinera del bloque de pisos del chaflán que formaban la calle de Capità Arenas y Santa Amèlia había quedado reducida a escombros en cuestión de segundos. Diez plantas convertidas en polvo y dieciocho vecinos fallecidos. Primero, el pánico; después, las preguntas incómodas. Y allí en medio, emergiendo entre los escombros humeantes, la figura de un coloso.

Que a finales de 1947 Pere Duran Farell se incorporara a Hidroeléctrica de Cataluña (HECSA) fue toda una sorpresa y casi un hecho inédito. Los ingenieros de caminos -él lo era- solían buscar el primer trabajo en la administración pública. Pero este catalán de Caldes de Montbui, hijo de pequeños terratenientes, quebró el guión, y no dejaría de hacerlo a lo largo de toda su vida. El lejano año 1947, la compañía eléctrica acababa de nacer y tenía una finalidad clara: contribuir a salir del pozo energético en el que se encontraba España en ese período todavía de posguerra. El ascenso de Duran Farell a lo más alto de la compañía fue meteórico, lo que le sirvió para que en los despachos del principal accionista, Catalana de Gas, empezara a sonar su nombre. Y así, en 1961, el ingeniero catalán entró en el consejo de administración de la gasista. Lo que se encontró fue una empresa con más de cien años de historia que mostraba preocupantes síntomas de languidez y que estaba gestionada mucho a la antigua, de pasado heroico y futuro realmente comprometido.

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Y con Duran llegó la revolución. La visión moderna del negocio, la experiencia en HECSA y los contactos a todos los niveles (desde el establishment español hasta los argelinos Buteflika y FLN, por poner unos ejemplos) le permitieron dar un vuelco radical a la gestión de Catalana de Gas, enfocada desde ese momento al negocio del gas natural argelino. Precisamente en aquella época nacería su enamoramiento con el desierto, que le durará para siempre (sus cenizas reposan en el desierto argelino, bajo un monolito en catalán y árabe).

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Como HECSA, el ascenso de Duran en la cúpula de Catalana de Gas también fue acelerado, porque después de entrar en el consejo de administración en febrero de 1961 fue promocionado a consejero delegado en octubre del mismo año ya presidente en 1965, después de la muerte de Joan Bertrand Mata, que ocupaba el cargo desde 1945. Bertrand representaba a la vieja guardia del empresariado catalán.

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La posibilidad de acceder a ingentes cantidades de gas natural procedente de Argelia ya unos precios moderados permitió que Catalana de Gas diera un salto cualitativo y multiplicara por mucho su valor. Gracias a la iniciativa de Duran Farell, los malos tiempos para la veterana firma catalana habían quedado atrás. Tan exitosa gestión le abrió las puertas de par en par a cualquier proyecto de importancia que se estuviera planeando en el Estado. No sólo fue nombrado presidente de la Maquinista Terrestre y Marítima (1963), sino que era considerado piedra angular de infinidad de iniciativas del mundo empresarial. Más allá de sus conocimientos, todo el mundo que le conoció destacaba su habilidad para las relaciones públicas: era un hombre capaz de convencer a quien fuera de lo que fuera.

Su carrera se prolongó hasta 1997, cuando abandonó la presidencia de Catalana de Gas, ahora llamada Naturgy e inamovible como primera empresa catalana por facturación.

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Pero cerramos el círculo: la explosión de Capitán Arenas de 1972 es, todavía hoy, motivo de controversia y, como habrá adivinado, el coloso que emergía entre los escombros no era otro que Duran Farell. A la hipótesis principal de que la explosión fue causada por una instalación de gas deficiente se sumó una alternativa promocionada por el propio Duran, consistente en decir que el origen fue el estallido de material explosivo que alguien vinculado a la extrema derecha almacenaba en su casa. No se llegó a juicio y la sombra de la duda permanecerá para siempre.