PANDÈMIA

Plasma de supervivientes como tratamiento para el covid-19

Según un nuevo estudio en mayores de 65, el plasma redujo la evolución de la enfermedad

Toni Pou
y Toni Pou

Tratar las enfermedades provocadas por virus es complicado. En el caso del covid-19, después de muchos ensayos, se ha visto que el remdesivir puede reducir unos días el tiempo de hospitalización si se administra a pacientes ingresados que requieren oxígeno. Por otro lado, la dexametasona, un fármaco con efectos antiinflamatorios, evita cerca de un 30% de las muertes de pacientes graves. A pesar de que también se han hecho muchos estudios con tratamientos basados en anticuerpos, de momento no hay resultados lo bastante sólidos para que se haya aprobado alguno. Un nuevo ensayo hecho en Argentina y publicado en la revista New England Journal of Medicine aporta un grado de evidencia superior al resto de estudios hechos hasta ahora sobre estos tratamientos.

En el ensayo, coordinado por la fundación INFANT, participaron 160 enfermos de covid-19 de más de 65 años y con una edad media de 77 años. Todos tenían al menos una enfermedad crónica como por ejemplo diabetes, obesidad o hipertensión, entre otros. A la mitad de los participantes se les trató con plasma sanguíneo de personas que ya habían pasado la enfermedad y a la otra mitad se les administró un placebo, es decir, una sustancia que no contiene ningún principio activo desde el punto de vista farmacológico (en este caso, agua con sales minerales). El plasma utilizado, además de tener una cantidad elevada de anticuerpos, se inyectó en las primeras 72 horas después de la aparición de síntomas. De todos los pacientes que recibieron plasma, nueve requirieron oxígeno. Del resto, lo necesitaron 23. Esto indica que, administrado en estas condiciones, el plasma de pacientes recuperados puede reducir la evolución de la enfermedad hacia casos graves en un 60%.

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Según han explicado los autores en un comunicado, “este estudio describe la primera estrategia en el mundo para parar la progresión del SARS-CoV-2 con una intervención económica, no sujeta a patentes, que se ha comprobado que es segura y que se puede administrar en ambulatorios sin necesidad de hospitalización”. A parecer de Anna Millan, directora asistencial del Banco de Sangre y Tejidos, “a pesar de que no se ha hecho con un número muy elevado de pacientes, de este estudio se puede concluir que el tratamiento con plasma de personas que han pasado la enfermedad puede funcionar si se aplica pronto y si el plasma tiene niveles elevados de anticuerpos”.

Un tratamiento difícil de ensayar

El principio de funcionamiento de este tratamiento es simple: como las personas recuperadas tienen anticuerpos en la sangre que les protegen de nuevas infecciones, si se pueden extraer estos anticuerpos e introducirlos en enfermos, se podría mejorar el pronóstico de la enfermedad. El problema que ha habido durante la pandemia es que no se han podido hacer suficientes estudios con grandes números de personas para demostrar la eficacia de este principio de manera concluyente. “Poner estos estudios en marcha lleva tiempo”, explica Millan. Y para hacerlos también hace falta que haya un número de contagios considerable y sostenido en el tiempo, cosa que, como es natural, se intenta evitar. Uno de los estudios con más pacientes que se han hecho hasta ahora, en los Estados Unidos, comprobó que el tratamiento era seguro en 35.000 enfermos. Pero como no se administró placebo a ninguno de los participantes no se pudo concluir si los pacientes que mejoraban lo hacían como consecuencia de haber recibido plasma o por otros factores.

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La utilización de plasma de supervivientes es la opción más barata para administrar anticuerpos a los enfermos. Una alternativa, en la cual trabaja la farmacéutica catalana Grifols, es obtener una sustancia con una gran concentración de anticuerpos extraídos de la sangre de donantes supervivientes con el objetivo de preparar un medicamento conocido como globulina hiperimmune. También se pueden utilizar los llamados anticuerpos monoclonales, que son anticuerpos creados en el laboratorio a partir de anticuerpos generados por gente que ha pasado la enfermedad, y que constituyen el tratamiento basado en anticuerpos más caro de todos.

En estos momentos, desde el Banco de Sangre y Tejidos se clasifica el plasma recibido en función de la concentración de anticuerpos para utilizarlo en un ensayo clínico en el Hospital Germans Trias y Pujol. “Estamos haciendo una campaña para recibir donaciones, con la idea de fidelizar a los donantes”, explica Millan.