"Este puente no hacía falta haberlo hecho", me sorprende diciendo Joan Menchon, arqueólogo, gato viejo en la gestión del patrimonio tarraconense. Es el responsable técnico del patrimonio histórico del Ajuntament de Tarragona. Más arriba están los políticos.
Juan me cuenta cosas que ni los libros ni la información que circula por Internet dicen, mientras caminamos por el viaducto del puente romano por donde bajaba el agua hacia Tarraco. Somos a bastante altura: el punto más elevado se encuentra a 27 metros respecto al suelo.
Ahora el viaducto está bien seco. Pasó agua desde el siglo I después de Cristo –cuando se construyó el puente– hasta la Edad Media. Probablemente estaba cubierto por losas o por una bóveda hecha de hormigón de cal.
"El puente lo construyeron con un objetivo propagandístico: en lugar de hacer esta obra faraónica podrían haber hecho pasar el canal del agua por el valle, yendo más arriba y después más abajo para que no perdiera altura. O incluso podrían haber hecho un sifón", me dice Joan.
El puente tenía otra función, además de pasar agua: anunciar la llegada a Tarraco al viajante que venía del interior de la Hispania Citerior. Estos dos motivos los encontraron suficientes para hacerlo grande y elegante. Y así poder fachendear.
"Es un acueducto que ha resistido muy bien el "paso del tiempo"", le comento. "Sí", corrobora. Y a continuación dice, con una sonrisa: "No es un acueducto". "Ah, ¿no?", le pido curioso. "No, es un puente acueducto o una arquería", precisa. "El acueducto es todo el sistema de conducción de agua; la llevaba de una torrentera afluente del río Francolí hasta Tarraco", añade Joan, que sabe todo tipo de detalles de la huella que dejaron los romanos en la capital de la provincia Hispania Citerior, sobre todo de la época de mayor esplendor. En aquella época se edificaron, además de este puente, tres edificios destinados a espectáculos de masas: el circo (entonces el edificio de espectáculos más grande de Tarraco, escenario habitual de carreras de carros), el teatro y el anfiteatro (escenario de luchas de gladiadores, luchas o cazas de ferias los condenados a muerte). Todo este conjunto, y la muralla, la Torre de los Escipiones, el Foro Provincial, el Foro de la Colonia y un largo etcétera, conforman una riqueza cultural excepcional que en 2000 entró a formar parte del Patrimonio Mundial, según decidió la UNESCO un poco lejos de aquí, en la ciudad australiana de Cairns.
Ahora bien, de lo que no sabe, o no tiene certeza, prefiere no añadir imaginación. Cuando le pregunto dónde iba a parar el agua que circulaba por este viaducto Juan levanta los hombros y me obsequia con unos momentos de silencio. A continuación dice: "Tal vez se almacenaba en uno o varioscastellum aquae(torre de agua), desde donde se distribuía con canalizaciones secundarias por la ciudad, y se hacía llegar a fuentes, quizás a casas de gente acomodada oa termas, incluso en el puerto, ya que los barcos necesitaban mucha agua". Debe subir el tono de voz porque pasa un numeroso grupo de adolescentes y la algazara que hacen la banda fan son que la algazara hacen la bizcocha ahora que la boca ahora son, la algazara que hacen la banda fan que ahora hacen, la gazara. coches, las motos y los camiones que pasan muy cerca, por la autopista (además, como en este lugar la autopista hace bastante subida, la voz de los motores aumenta unos cuantos decibelios). viento que sacudía la vegetación y de los gajos cuando reinaba el calor.
Como el anfiteatro, situado junto al mar, este acueducto romano es de los monumentos más visitados de Tarragona. Y eso que no se sabe el número de personas que le visitan: el acceso es libre. Por eso hay bastante gente que acude para pasear, hacer footing o llevar al perro a hacer pipí. Y tan frecuentado que es, no existe vigilancia. Sólo algunas patrullas "visitan" de vez en cuando el lugar. "En el aparcamiento abren once de cada diez coches", bromea Joan.
Aunque ya lo "tenga visitado" de la época escolar, ¡volved!
¿Por qué se llama puente del Diablo?
El puente acueducto de Les Ferreres es uno de los mejor conservados del mundo romano. Situado en el barranco de los arcos –se llama así en honor, claro, a este monumento–, tiene dos hiladas de arcadas superpuestas construidas con sillares (opus quadratum), ligeramente acolchados y colocados en seco, sin mortero. ¡Qué buen oficio tenían los romanos!
Es conocido también como el puente del Diablo. Pero en Catalunya hay un montón de puentes del diablo. Uno de los más conocidos es el de Martorell, también romano.
La leyenda más extendida de los puentes del diablo es que son construidos por el demonio, a petición de una persona que desea atravesar el río. El diablo se ofrece a hacerlo a cambio del alma, pero la víctima se salva haciendo pasar un animal (hay un montón de versiones, porque cada fabulador hace pasar su animal preferido con el que debe conformarse el diablo).