Puigdemont se encuentra a un Rajoy cerrado en banda

El presidente catalán ofrece el referéndum vinculante como única alternativa a la hoja de ruta independentista

Ferran Casas
20/04/2016

Madrid"Soy el primer presidente elegido por el Parlamento catalán con mayoría independentista. Quería que Mariano Rajoy me escuchase y quiero cumplir el mandato". Así de claro fue Carles Puigdemont ayer en rueda de prensa en la sede de la Generalitat en Madrid, el centro cultural Blanquerna, tras reunirse durante más de dos horas con Mariano Rajoy en la Moncloa. Era el primer encuentro formal entre los dos mandatarios y el último que el catalán mantenía con un líder español antes de unas nuevas elecciones generales, las del 26-J, que tiene asumido que llegarán. Pedro Sánchez ofreció una reforma constitucional, Albert Rivera una nueva financiación y Pablo Iglesias un referéndum. Rajoy, un portazo sonoro.

La reunión evidenció "profundas discrepancias" en torno al proceso, que hicieron que Puigdemont llegara a una conclusión: "Tristemente, la reunión no ha ido bien", dijo. El presidente catalán indicó que ahora toca "decidir" y no "tantear", y que este es el mandato de las urnas. El jefe del ejecutivo catalán ofreció, de nuevo, una consulta "vinculante y acordada" sobre el futuro político de Cataluña. Un referéndum que paralizaría la hoja de ruta de Junts pel Sí, que prevé una declaración de independencia antes de que termine un mandato de dieciocho meses y que tiene que dejar a punto las estructuras del estado propio. Puigdemont dejó claro que en este tiempo busca "un espacio de negociación" y que en ningún caso se levantará de una mesa de negociación, pero que quiere cumplir y que no se sentará a esperar que las mayorías cambien en Madrid o que Rajoy recapacite. "Mientras alguien piensa qué nos tiene que decir, nosotros seguiremos preparando el marco legal de un estado independiente", dijo.

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Mientras Puigdemont, al que escuchaban en la sede del gobierno en la capital española los portavoces de ERC y CDC en Madrid, Joan Tardà y Francesc Homs -en una clara señal de apoyo y unidad-, se reafirmaba en los compromisos adquiridos por Junts pel Sí, Rajoy insistía en que "sin ley no hay democracia". Rechazaba de lleno la hoja de ruta soberanista, pero también cualquier consulta, referendaria o no, así como suavizar su posición en algunos de los asuntos que le había reclamado el presidente catalán y que estaban de una manera u otra vinculados al proceso. Es el caso de las medidas legales que toma la delegación del gobierno español contra los concejales soberanistas o los recursos en el Tribunal Constitucional (TC) contra las estructuras de estado.

El presidente español a menudo afirma que, aunque lo deseara, podría "ceder" la sobiranía nacional sin antes hacer una amplia reforma constitucional. Ayer dijo que su posición "personal y política" no pasa por revisar una posición que colisiona con el bloque mayoritario en la cámara catalana. Rajoy recibió a su homólogo con una edición en facsímil de una parte de El Quijote, la obra magna de Miguel de Cervantes, de quien este año se celebra el cuarto centenario, en la que el caballero visita Barcelona. Un mensaje de unidad que no impidió que el invitado constatara la lejanía: "Mi escepticismo -decía- es razonable". Y es que Rajoy le trasladó una y otra vez que no había "margen" para el proceso.

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Márgenes de acuerdo muy estrechos

Donde sí hay es en temas que afectan a Cataluña pero también otras autonomías, como la relajación de los objetivos de déficit, la rebaja de los intereses del fondo de liquidez autonómico (FLA), la reforma de la financiación o la acogida de refugiados. Unos asuntos que ambos presidentes acordaron que, a pesar de que el ejecutivo español está en funciones, exploren en una reunión en los próximos días los respectivos vicepresidentes, Soraya Sáenz de Santamaría y Oriol Junqueras.

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Puigdemont llegó a la Moncloa con un memorial de agravios de 46 puntos, el doble -y con mucho más fondo político- de los que le llevó Mas el verano de 2014, y que fueron desatendidos. Además de los asuntos referidos al proceso, incluida la petición de un referéndum vinculante, el documento lamentaba la alta conflictividad institucional, plasmada en 57 recursos de la Generalitat en el TC contra normas del Estado, 29 a la inversa y 16 temas que están en negociación. El informe recordaba que los recursos contra nuevos tributos catalanes, como el de depósitos bancarios, implica poder recaudar más de 800 millones más cada año, que la Generalitat asume mucho más de lo que le toca en materia de dependencia o que no recibe lo que correspondería en inversiones, tasas judiciales o IRPF por entidades.

Refiriéndose al déficit y el FLA, Puigdemont admitió "algún paso, pero no se puede decir que haya terminado el bloqueo institucional". Con el proceso ni eso. Rajoy, secundado por el PSOE y Ciudadanos en este frente y ya en campaña, arrastra al ejecutivo catalán a la unilateralidad.