Macroeconomía

Quintacolumnismo, nómadas y nostálgicos: viaje a la (presunta) crisis de Barcelona

Los datos descartan que la capital catalana viva una decadencia económica, pero turismo y tecnología extreman los discursos

BarcelonaLa escena tuvo lugar en el reservado de un restaurante de la capital catalana hace algunas semanas. El directivo de una multinacional catalana lamentaba que Barcelona había perdido el dinamismo de los tiempos de los Juegos Olímpicos, que estaba aburrida y muy descolgada de Madrid. Un comensal le replicó: “¿Y no puede ser que lo veas así porque entonces eras joven, que esto solo sea nostalgia?” El directivo, que pareció sinceramente compungido durante unos instantes, reflexionó: “¿Tú crees? No lo sé”. 

Las dudas de este destacado ejecutivo son mucho más que dudas para una parte importante de la sociedad barcelonesa. Desde hace años, en Catalunya y en España se ha dicho y se ha repetido que Barcelona vive una decadencia acusada, que asusta inversiones y que no tiene calidad de vida; se ha dicho incluso que es la capital de un país abocado al “hambre” y a la “miseria”. Las hipérboles a la hora de referirse a Barcelona no han encontrado límites y han ido a menudo de la mano de las descalificaciones que ha sufrido el espacio independentista. Las críticas a la ciudad se han alentado por el hecho de que en Barcelona la alcaldesa es Ada Colau, mujer y progresista, un perfil que enciende a determinados sectores. En Emprenem hemos querido poner datos y recoger voces para observar la cuestión y responder a la pregunta: ¿es Barcelona un Titanic económico?

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Si nos guiamos por datos convencionales, habría que empezar por el nivel de paro. Según detalla Datosmacro.com, Barcelona es la gran capital española con una tasa más baja de paro (del 7,1%). La vigorosa y liberal Madrid tiene un 7,8%; la envidiada Zaragoza un 10,1%; la foral Bilbao asciende hasta el 12,5%; la pujante Valencia llega al 12,9%; la popular Sevilla tiene un 19,5%; y la emergente Málaga, de moda en los últimos tiempos, presenta un 20,6%.

¿Quizás el problema sean los ingresos? Según el Idescat (el Instituto de Estadística de Catalunya), el PIB per cápita en Barcelona superaba los 46.000 euros en 2021. En renta per capita, quedaba muy lejos de los niveles de San Francisco, sí, pero cerca de Bruselas y por encima de Bremen, Moscú o Shanghai, según datos extraídos de la OCDE. 

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En cuanto a la capacidad de atraer inversión extranjera, los lectores de las secciones de Economía de los diarios catalanes han acabado casi hartos de leer noticias sobre el aterrizaje de empresas emergentes o consolidadas en la capital. El goteo es constante y a menudo va vinculado al sector tecnológico. Miquel Martí, consejero delegado de Tech Barcelona, explica con pocas palabras la tarea que ha hecho la entidad que dirige para promover este sector y estimular la inversión extranjera: “Es fácil: cuando empezamos esto era un poco predicar en el desierto y ahora estamos a un nivel al que nunca habíamos estado”. Martí, uno de los directivos que mejor conoce el sector tecnológico en Barcelona, apunta que el éxito actual es “de ciudad y de país”, pese a que añade: “Es una carrera que nunca se acaba, porque no hemos llegado a ninguna parte, esto no va de rankings”. Según explica, lo que le tocaría ahora a Barcelona es cultivar “casos de éxito que sean menos Glovo y más Fractus, que salgan de nuestra propia investigación”. Con todo, la situación es dulce y da las razones: “La parte evidente es la marca de la ciudad y el estilo de vida, que es un ecosistema maduro y que el coste de vida es competitivo; Barcelona está muy conectada por transporte y los husos horarios, es un entorno idílico”.

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Quien puede dar un ejemplo muy concreto y muy aclaratorio de este contexto “idílico” es el emprendedor sueco David Bäckström, que hace más de dos décadas que está en Barcelona, donde ha impulsado con éxito dos empresas, European Telemedicine Clinic y la fintech Sequra. En Telemedicine, que cuenta con unos mil trabajadores actualmente, buscaban profesionales, a menudo relacionados con áreas como la radiología, y aplicaron una fórmula rompedora: “En los hospitales normales, este tipo de médicos están en el sótano, no tienen ni ventanas. Nosotros los poníamos en la planta 22 de la torre Mapfre, en mitad del cielo, y empezaron a llegar profesionales de alto nivel”.

Y con los profesionales han llegado las empresas, también multinacionales, que han montado en Barcelona diferentes hubs. La lista prácticamente funciona como un alfabeto: Accenture, Alexion, Allianz, Bayer, Bitpanda, Boehringer Ingelheim, Centiro, Cisco Systems, Danone, Dedalus, HP, IBM, King, Lidl, ManoMano, MediaMarkt, Nestlé, Novartis, Ocado Technologies, Oracle, Pepsico, Riot Games, Roche, Schneider Electric, Siemens y T-Systems tienen sedes en la capital. Gigantes como Microsoft, Meta, Amazon y Apple también tienen presencia y la lista de unicornios globales empieza a tener una cierta entidad: eDreams, Glovo, Factorial, Wallbox y TravelPerk.  

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La última de estas operaciones en la presuntamente decadente Barcelona ha sido AstraZeneca, que ha firmado la inversión más grande de la historia de Catalunya en materia de I+D, con 800 millones de euros previstos y la contratación de mil profesionales. Su máximo responsable, Gonzalo de Miquel, explica al ARA cómo fue la elección: “Primero hicimos un análisis y nos pareció que podía ser una apuesta de éxito situar en Barcelona un centro de Alexion [la filial de enfermedades minoritarias] en marzo de 2022”. “En el ámbito farma, Barcelona está muy reconocida como hub de referencia, aunque aquí no nos lo acabemos de creer, pero el entorno es inmejorable, con una larga tradición, hospitales, centros de investigación”, enumera. El hecho clave por el que AstraZeneca redoblara la inversión fue el rápido ritmo de contratación de profesionales: “Ha sido un tema de talento disponible; quizás no nos damos cuenta, pero es enorme, y también es muy fácil atraer talento de fuera”, añade De Miquel. Los datos de Alexion lo avalan: “Tenemos más de veinte nacionalidades, la última persona contratada es australiana y el 35% de los contratos son de gente de fuera contenta de venir a vivir aquí”. 

Por razones parecidas, Barcelona también es una potencia en cuanto a organización de ferias, con la ISE del audiovisual y el Mobile World Congress (ambicionado por París o Madrid, pero ligado a la capital catalana hasta el 2030) al frente. Las dos son referencias indiscutidas de ámbito mundial.  

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Pero este mismo magnetismo se ha convertido en el gran problema de la ciudad. La gestión del turismo es ahora mismo uno de los grandes temas de la campaña electoral para la alcaldía. Desde hace años, el sector es motor económico de la ciudad, que aparece en multitud de rankings de destinos preferidos internacionales con una marca a prueba de bomba. El turismo es el éxito de la hostelería y la restauración, pero también el encarecimiento de pisos, gentrificación, expulsión de clases medianas y problemas de convivencia. Hay un debate encendido sobre la calidad de los visitantes de Barcelona y las complicaciones medioambientales que comporta la llegada del turismo, como se vio en la frustrada ampliación de un aeropuerto del Prat que ya mira de cerca la llegada a su límite de capacidad, fijado en 55 millones de pasajeros al año. En el imaginario colectivo, tienen un peso importante los grupos de turistas británicos que practican en la ciudad el turismo de borrachera. 

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La realidad es más compleja y hay datos que apuntan que hay un turismo de calidad que gasta, en algunos casos mucho. Algunos ejemplos: según apuntan fuentes del sector al ARA, la tienda de Louis Vuitton en el exclusivo Passeig de Gràcia es la segunda del mundo para el gigante del lujo en ventas por metro cuadrado. Sus ingresos duplican los de la tienda que la misma empresa tiene en Madrid, en unos datos que fuentes oficiales de Louis Vutton no confirman. En el mismo eje del Eixample tiene tienda la catalana Santa Eulàlia. Su propietario, Lluís Sans, explica que se trata de la tienda de moda de lujo multimarca con las ventas más elevadas de España. Y este empresario ve margen para crecer: “El turismo de la UE y el americano ya están recuperados, falta el asiático, que está a un 20% del que había antes de la pandemia”. 

Uno de los economistas catalanes de más prestigio a escala mundial, Jordi Galí, atiende a Emprenem para apuntar que el turismo no es una fuente de riqueza, sino más bien un freno al crecimiento de la capital. “Barcelona está asignando cada vez más recursos a actividades de bajo valor añadido por persona y de bajo crecimiento de productividad -explica- y no es la manera de construir una sociedad que permita mantener unos servicios públicos de calidad”. Fruto de esta situación, que vincula a los puestos de trabajo de baja remuneración del turismo, el crecimiento de la renta disponible por habitante en términos reales ha sido muy bajo: “Del 0,33% anual entre el 2002 y el 2022”. 

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La captación de empleados extranjeros tampoco convence a Galí, que recuerda que no es lo mismo un repartidor de Glovo que un ingeniero de Google, y expresa dudas sobre si los nómadas digitales acaban pagando los impuestos aquí. Este economista pone el foco en preocupaciones a más largo plazo: “La pérdida de capital humano de los jóvenes barceloneses mejor preparados quizás sea irreversible”. “¿Quién querrá volver con condiciones salariales tan diferentes en una ciudad tomada por los turistas, con vivienda cara y donde ya no tiene amigos?”

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El economista ya explicó su fórmula en un artículo para el ARA: “Hay que parar la epidemia del turismo de masas, con tasas disuasorias y conversión de hoteles en vivienda residencial”. También se declara partidario de reducir los impuestos a “actividades asociadas a personas altamente cualificadas, con altos niveles salariales y de riqueza”.

Barcelona no es un rincón del Edén. Escaparate global pleno de las desigualdades propias de las grandes ciudades, tiene situaciones de precariedad laboral y una evidente emergencia habitacional . Se suma una secular incapacidad del emprendimiento catalán para dar el salto de la pyme a los grandes gigantes empresariales, que se refleja en una falta de despachos verdaderamente influyentes. Pero es la misma capital que no deja de atraer negocios, que mantiene el dinamismo y donde se forman directivos de nivel mundial. ¿Por qué, al margen de la realidad y de los datos, hay un discurso tan vive de lo que se ha denominado decadentismo mágico? Un empresario importante de la ciudad lo explica así: “Tenemos una quinta columna, la que financió la campaña a Valls, que vende el relato de que Madrid va disparado y que Barcelona es una mierda, y no es verdad: Madrid va disparado y Barcelona también, en todos los sentidos”.