Violencia machista

Trabajo a cambio de 'sexting': el cineasta Eduard Cortés, acusado de acoso sexual

25 mujeres relatan cómo el director de 'Merlí' les hacía peticiones sexuales, algunas hasta hace pocas semanas

BarcelonaDe repente recibían un mensaje de una cuenta llamada el Gato del Cerro. A través de Flickr, Facebook o Instagram. Todas ellas eran chicas jóvenes, de entre 18 y veintitantos años. Todas estaban vinculadas al cine, el arte o el modelado. Chicas de Barcelona, Madrid, Ecuador, Costa Rica, Chile o Colombia. Inmediatamente, él se presentaba con su nombre: Eduard Cortés, director de cine. Bajo el pretexto de un proyecto profesional que nunca se acababa concretando, las conversaciones iban subiendo de tono, hasta incluir propuestas de carácter sexual y, al menos en un caso, hubo encuentros con un componente sexual. Si ellas no respondían él insistía, llegándoles a escribir más de una vez al día durante meses. El ARA ha recogido 25 testigos que han sufrido acoso sexual por parte de Cortés desde principios de los años 2000 y hasta hace pocas semanas. Todas ellas se están asesorando jurídicamente para llevar el caso a los tribunales de forma colectiva. Este diario también ha intentado contactar con Eduard Cortés, pero el director, que se ha borrado los perfiles en las redes sociales, no ha respondido.

Eduard Cortés (Barcelona, 1959) tiene una larga trayectoria en el audiovisual catalán y español. Ha trabajado en series de televisión como Oh! Europa (1994), La memòria dels cargols (1999) o Merlí (2015) y ha dirigido películas como La vida de nadie (2002), The Pelayos (2012) o Ingrid (2009). Recientemente, ha estrenado Ni una más, una serie de Netflix sobre un caso de abuso sexual en un instituto. El prestigio de Cortés en la industria era la carta de presentación que utilizaba para ganarse la confianza de las actrices, a menudo chicas en busca de empleo y en una situación laboral precaria. "Me pasó su currículum y me dijo que le encantaba mi trabajo, que quería trabajar conmigo", explica una de ellas. Era el director que podía dar impulso a su carrera artística.

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Denuncia en las redes sociales

Los casos de acoso y abuso sexual por parte del director se han hecho públicos a través de Instagram, donde la directora y fotógrafa Sílvia Grav ha explicado su vivencia: "Este señor estuvo años haciéndome grooming cuando yo tenía 19 y él 55 (todavía tengo las conversaciones) prometiéndome ayudarme profesionalmente, y sigue dirigiendo películas y series", dice Grav. Su publicación ha animado a otras chicas a explicar también sus experiencias. A raiz de esto, la Academia del Cine Catalán ha puesto al servicio de las víctimas su equipo de atención especializada a los abusos en el sector audiovisual. Eduard Cortés es miembro de la Academia y, en consecuencia y siguiendo el protocolo interno de la entidad, la junta activará la comisión de abordaje prevista en estos casos para determinar las medidas a tomar.

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El patrón de comportamiento se repite entre los testimonios recogidos por el ARA. Cortés les hablaba de Ingrid, una película con contenido sexual muy explícito (y donde aparece, precisamente, El Gato del Cerro) y les decía que estaba trabajando en un proyecto audiovisual similar y que ellas formarían parte. "Me dijo que el guión estaría inspirado en nuestras conversaciones y que yo sería la protagonista", recuerda una actriz. Entonces les preguntaba por cuestiones personales y sexuales, argumentando que todo ello era material artístico. Las peculiaridades de la industria audiovisual (donde habitualmente los intérpretes empiezan a preparar un proyecto sin que los contratos laborales estén firmados) le ayudaban a retener a las chicas, convenciéndolas de que estaban llevando a cabo un intercambio profesional.

El cineasta barcelonés preguntaba a las intérpretes si se masturbaban, si serían capaces de hacer un trío o rodar una escena de sexo explícito. "Me empezó a decir cosas sucias y le dije que no quería ser actriz porno", relata una actriz catalana. Él insistió para que ella se convirtiera en su "sumisa", hasta el punto de plantearle quedar en un hotel para tomarle fotografías desnuda, sin nadie más de un teórico equipo de rodaje, o dejarle claro que le gustaría dirigirla hasta que ella se masturbara delante suyo. Con otra actriz española estuvieron quedando en Madrid, en la casa donde él se alojaba durante un rodaje, preparando un teórico guión para una película en la que ella debía actuar. Siempre que se veían él lo llevaba hacia el terreno de la intimidad, con comentarios sexuales o interesándose por cosas personales. La película nunca llegó a rodarse.

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"Quería escribir sobre mí"

"El corazón me salía del pecho cuando comprobé quién era. Me colocó en un sitio muy especial, quería escribir sobre mí", recuerda otra testigo. Después de que Cortés contactara con ella a través de El Gato del Cerro diciéndole que estaba preparando una gran serie y que quería incluirla en el casting, la joven pensaba que se despedirían hasta las pruebas, pero él empezó a interactuar con ella cada vez más incisivamente. “Le respondía porque estaba convencida de que éste era el camino para que él siguiera interesado en mi personaje”, explica.

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Cortés hacía preguntas íntimas y adulación constante hacia las actrices, remarcando que les veía un "potencial" muy grande como intérpretes y, después, peticiones de imágenes eróticas y sexting (contenidos sexuales) a través de videollamadas alegando que se estaba inspirando para una producción audiovisual. Una situación similar vivió una actriz catalana que justo había cumplido la mayoría de edad y a la que convenció para que le enviara fotografías desnuda y hicieran sexting argumentando que estaba trabajando en el guión de una película basado en ella. “Nunca lo había hecho, pero cedí porque insistía mucho”, recuerda la chica. El mismo patrón que siguió con otra joven que vivía en Venezuela, hasta que ella le detuvo cuando él le pidió que se quitara el top.

Cuando ellas le frenaban o le ignoraban, él repetía que estas peticiones respondían a un trabajo de campo e iban ligadas a una película o serie. En algunos casos lo hacía de forma muy insistente. “Me escribía todos los días durante meses, pero yo no le contestaba. También le había dicho que toda la cuestión sexual me incomodaba, pero él seguía pidiéndome cosas en esa línea”, dice la actriz. Otra explica que él se presentaba de forma recurrente cerca de dónde vivía y que se llegó a encerrar dos días en casa para no encontrárselo por la calle.