La urgencia de hacer desescalar el conflicto en Venezuela

Este fin de semana tanto la oposición como los partidarios del presidente Nicolás Maduro han sacado a cientos de miles de personas en la calle, lo que evidencia la profunda fractura que vive Venezuela tras unas elecciones en las que el régimen se ha autoatorgado la victoria con un 51,2% de los votos. La respuesta del gobierno venezolano a las movilizaciones ha sido desatar una ola de represión con cientos de detenciones en medio de acusaciones a las potencias extranjeras de estar conspirando en su contra. Sin embargo, lo cierto es que hay muchas dudas sobre la transparencia del resultado. No se trata sólo de organizaciones como el Centro Carter, que había sido autorizado por el mismo régimen para hacer de observador, sino que aliados tradicionales de Maduro como Brasil de Lula, México de López Obrador o la Colombia de Petro también le han pedido que haga públicas las actas del escrutinio y aclare así todas las dudas.

La respuesta de Maduro, sin embargo, no es demasiado esperanzadora, ya que todo apunta a que se está atrincherando en el poder, lo que podría conducir a un enfrentamiento civil de consecuencias inciertas. Por eso es urgente encontrar la manera de desescalar el conflicto, y eso sólo se puede hacer por la vía de la negociación. Hay que abrir canales de comunicación con Maduro (y aquí pueden jugar un papel personas como el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero) para hacerle entender que la vía de la represión no va a solucionar el problema y que hay que encontrar la manera evitar un estallido de violencia. Los llamamientos de la oposición a los militares para que se sublevan contra el gobierno tampoco ayudan a calmar el ambiente, como tampoco el apoyo que los opositores reciben de los líderes de la extrema derecha mundial. Pero Maduro también debe entender que si pierde los pocos apoyos internacionales que aún le quedan se convertirá en un paria mundial y que esto acabará repercutiendo negativamente en la población venezolana.

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Ante todo es urgente aclarar el recuento y, si es necesario, repetir las elecciones con mejores condiciones. Si Maduro está tan seguro de su victoria no debería ponerle problemas. Por su parte, la oposición debe intentar que las protestas no se desborden y den al régimen la excusa para una represión aún más feroz que acabe con un baño de sangre. En un momento u otro deberá producirse una transición o transferencia de poderes. Y siempre es mejor que se haga de mutuo acuerdo y con la vigilancia externa de la comunidad internacional.

Lo que hay que evitar a toda costa es la instrumentalización del conflicto venezolano para sacar rédito en la política doméstica (como hacen aquí Vox o Isabel Díaz Ayuso acusando a Sánchez de ser chavista) y la criminalización de la parte de la sociedad del país que apoya a Maduro. Porque en el futuro habrá que contar con toda la población, y así como es evidente que el chavismo ha degenerado en un régimen autoritario y cruel, también es cierto que la oposición no puede pretender volver a la situación anterior, cuando los partidos tradicionales se repartían el país en un mar de corrupción.