Argumentos perezosos

Es peor la pereza que la falta de talento, y en el caso de la presidenta de Madrid no se sabe cuál de las dos es su mayor virtud. El caso es que por una cosa, por otra o por ambas sumadas a su descaro, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha empezado a perder pie dentro del PP.

Su paso por Barcelona ha dejado en evidencia que nunca será el relevo de Feijóo cuando se produzca. No lo será por la poca inteligencia política de sus argumentos dentro del PP. Ayuso nunca ha tenido contención, pero es que sus argumentos contra el catalán, el euskera y el gallego son tan perezosos que son inexportables más allá del Callejón del Gato. Según la presidenta madrileña, utilizar otro idioma que no sea el castellano es hacer creer que "somos un estado plurinacional que no somos". "Nos quieren hacer sentir extranjeros en nuestro país", dijo todavía a la salida. Aparte de la limitación mental y la mala fe que demuestra, Ayuso olvida que el poder territorial del PP no está en Génova y que sus colegas hacen equilibrios diarios en Galicia o en Valencia y Baleares, donde hablan catalán y lo reivindican –mientras pactan con Vox medidas para desprotegerlo– a cambio de sobrevivir.

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Ayuso reventó la estrategia del PSOE, pero también la del PP, que quería que los titulares fueran la petición de elecciones de los barones y no la evidencia del modelo unitarista, homogeneizador y provinciano de la derecha española. Los supuestos defensores de la Constitución son sus principales enemigos.

La Conferencia de Presidentes de Pedralbes era un gran decorado para todos los asistentes, cada uno con sus intereses y todos ellos con la mirada a cortísimo plazo. PP y PSOE solo aspiran a enfrentarse a golpes hasta que lleguen groguis a las próximas elecciones. Unos comicios que en realidad se decidirán con los resultados que obtengan la atomización de partidos a la izquierda del PSOE y la extrema derecha del PP con Vox. Serán ellos quienes decidan quién puede formar gobierno. Mientras, paciencia con la bronca animada por el infoshow madrileño.

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La reunión de Barcelona fue una escenificación para todos. El PSOE quería a los gobiernos autonómicos formando militarmente, utilizando la presencia del rey, antes de la manifestación del PP contra la "mafia" socialista. A los gritos contra Sánchez siempre podrá contraponer la fotografía de los barones populares en Barcelona con el capo di capi. Objetivo conseguido.

El PP dejó claro que boicotearía la reunión cuando añadió una larga lista de temas a tratar en un tiempo imposible y sin ningún trabajo previo. De hecho, poco importa, porque si el PSOE hubiera querido acuerdos habría trabajado seriamente de forma bilateral, que es la única manera de salvar el boicot de Feijóo y de pensar en los ciudadanos.

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Un favor a Salvador Illa

El president Salvador Illa quería enviar el mensaje de que el Procés es historia y que la "normalidad" ha vuelto a una Catalunya bastante más tranquila que Madrid. La pobre y provinciana estrategia de Ayuso le ha ayudado, centrándolo por comparación, a la espera de la gran asignatura pendiente e imposible de la financiación autonómica en la que el presidente catalán se juega realmente la salud de su gobierno. Cuando una Ayuso tensa se convierte en la némesis de Salvador Illa, sube su cotización para la sucesión de Sánchez con un candidato periférico que todavía cree que España es federalizable.

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Las relaciones entre PSOE y PP están dominadas por la improductividad y por el descontrol emocional. La legislatura está agotada, aunque no terminada, y nos esperan meses de mucha gesticulación y bullanga. Ayuso está cada vez más nerviosa y más excéntrica, y sería recomendable que bajara la temperatura que ha subido a base de insultos y de atizar las más primitivas pasiones, pero no se puede contar con ello.

La flema británica no es solo una forma de hablar o de actuar, es una actitud ante la vida, una suerte de defensa frente al caos del mundo. A menudo es un escudo de aquellos que prefieren reír o ignorar con estilo que perder los estribos. Exige ironía e inteligencia para desarmar a los adversarios y serenidad. Parece que Churchill decía: "La historia será amable conmigo, puesto que tengo la intención de escribirla". No será el caso de Ayuso.