Nada de lo que pueda aparecer en un informe sobre el nivel educativo de los alumnos catalanes puede sorprendernos porque ya hace años que vamos de bajada y sin frenos y la reacción al problema es insuficiente, si es que se puede llamar reacción.
Pasan los años y magisterio sigue siendo una carrera fácil, poco prestigiada y mal pagada, mientras que el oficio de maestro incorpora una carga burocrática desproporcionada Los niños terminan la Primaria con déficits de comprensión lectora, de expresión oral y escrita, de catalán , de castellano y de inglés, mientras las aulas catalanas se van llenando con los problemas de pobreza y de precariedad que arrastra a los niños y que hacen más difícil el aprendizaje.
Hablas con maestros y se ponen las manos en la cabeza con el nivel de lo que enseñaban hace veinte años y de lo que enseñan ahora a alumnos de la misma edad, y con la actitud de padres y madres superexigentes con la escuela y sobreprotectores del niño, que encajan perfectamente en lo que dijo Obama: "¿De qué sirve que el gobierno destine millones a la educación si por la noche los padres no hacen apagar la televisión?" (Era en 2008, ahora podríamos hablar del móvil de los padres y de los hijos). La palabra "esfuerzo" ha desaparecido del vocabulario. Hablas con profesores de universidad que ven una cantidad intolerable de faltas de ortografía y actitudes poco maduras.
El estudio iba de matemáticas, y aparece que los niños sacan resultados menos malos que las niñas, que es un sesgo que también sabemos de memoria. De todo esto hemos hablado cada año desde hace tiempo. Está pasando delante de nuestras narices y afecta al presente y al futuro de nuestro país. ¿Podemos empezar, al menos, por consensuar alguna solución?
