¡Eh, ei, ei! ¡Tenemos “bandeja”!
El otro día, hablando de esta tarjeta, la T-Drogues, les decía que el catalán ha aportado una palabra a la jerga de la drogadicción: raya. Es precisa y exacta, y es un milagro que haya hecho fortuna, porque hoy en día muy poca gente se peina con raya, y ya nadie dice que va “clenxinado”. En Cataluña, catalanohablantes y también castellanohablantes le llaman "crancha", de la "raya".
Para que una lengua tenga jerga, niveles de lenguaje, debe hablarlo todo el mundo: los camellos y los curas, los taxistas, los carpinteros, los manteros, los escritores, los porteros de discoteca, los ladrones y los policías. Esto no ocurre, o no pasa mucho, en este lugar donde vivimos, y es evidente, pues, que la jerga se crea no en catalán. Y he aquí que ayer asistí al nacimiento de una palabra de argot que funciona y que es genuinamente catalana. ¿Qué hace falta, para “crear” jerga? Un grupo de gente y una necesidad.
Mi hija, de dieciséis años, me dijo qué hacen, entre los compañeros, para hacerse saber que ha pasado algo interesante. Que hay "tema". Que Romaguera y Romagosa han cortado, que Rafeques fuma... Con los dedos pulgar e índice de las dos manos forman, podríamos decir, el símbolo de los Ferrocarrils Catalans: la representación de un vínculo. Y dicen la palabra “bandeja”. Así, tal y como mana. Sa-fa. Es la abreviatura de lavadero. Tenemos lavadero. Lo envían por WhatsApp (“Safa”) y todo el mundo de la clase sabe qué quiere decir. Le pedí el copyright. Es suyo.
La palabra lavadero, en el sentido de chisme, no se utiliza. Normalmente, por lo que siento, la gente, para referirse a esto, dice coti, de corsé, en castellano. Anselm Clavé, en El Aplec del Remei, llama “marmanyera” al personaje de Madrona, refiriéndose a cotilla (“marmanyera” es “verdulera”).
Safa. Me parece perfecto, corto, fácil, útil. Lo utilizaré, porque ¿qué hay más divertido en la vida que tener alguien a quien le puedas decir que “tenemos bandeja”?