En las PAU, pruebas de acceso a la universidad, había una pregunta que consistía en saber redactar "un correo electrónico "formal" para reclamar a un "sitio web conocido" que un pedido que has hecho por internet no te ha llegado" o que algunos productos han llegado en mal estado".

Me parece fantástico, saber hacer esto, es muy práctico, sí, pero no me parece una prueba de acceso a la universidad. Cuando estudiaba octavo básico, los maestros nos hacían hacer –si los padres lo querían– unas actividades extraescolares “prácticas”. A mí me pusieron en “secretaría”, con toda la buena intención, y, de este modo, aprendí a pedir que me enviaran un producto “GV”, que quería decir “gran velocidad”. Paralelamente a esta actividad poco ilusionante, leía como una loca, todo lo que me caía en mis manos.

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Considero que hacer funcionar el programa de una lavadora no es tan complicado como hacer funcionar el programa de un reactor nuclear. Considero que, con un mínimo de interés, puedes señalar que “20-20” quizás significa “veinte minutos a veinte grados”. Extender es pesado, y debe saberse, pero no cuesta tanto como escribir novelas o series.

Con esto quiero decir que cualquier alumno un día comprará por internet y –por interés– aprenderá. Cualquier alumno ladrillo se quitará el carnet de conducir. Pero cuántos alumnos leerán Moby Dick, Tirant lo Blanc, El arte de la guerra? La diferencia entre un ser humano y otro no es saber enviar un e-mail a Amazon o no, sino haber leído, por favor. Haber leído ficción. De ahí venimos. Saber cazar mamuts es la supervivencia, pero saber contar historias sobre cazar mamuts es la inteligencia. Y la inteligencia es lo único que nos diferencia de los mamuts cazados o no cazados. La gran prueba es el pensamiento abstracto.