Inmigración: del tópico al eufemismo

Una de las cuestiones más delicadas que tienen ante ellos los partidos en estas elecciones del 12 de mayo es la de la inmigración. Es cierto que en las encuestas la inmigración no aparece como una de "las cuestiones que más preocupan a los catalanes". Y esto, en parte y probablemente, puede deberse a la presión que ejerce sobre la opinión pública el temor a ser considerado xenófobo y racista. Pero, en cambio, sí que la preocupación está presente en la calle. Y por mucho que los medios minimicen su presencia, en las expectativas electorales planea la sombra de cuáles pueden ser los resultados que a raíz de esta inquietud obtengan Vox y Aliança Catalana.

Mi impresión es que, en general, el debate sobre la inmigración ha cogido a los partidos con el paso cambiado. Al discurso reactivo, descarado y xenófobo de unos, se ha reaccionado o esquivando el desafío, o respondiendo con el recurso a viejos tópicos que ya no abrazan toda la magnitud del fenómeno actual, o recurriendo a un neolenguaje bienintencionado –importado de las modas intelectuales de las metrópolis anglosajonas– pero que resulta artificioso, si no incomprensible, en nuestras latitudes. Pensar que si cambias la forma de decir las cosas transformas la realidad también ha llegado al campo de la inmigración.

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Con una mera aproximación cuantitativa a los programas electorales ya encontramos indicios de lo que digo. El PSC, en 148 páginas de programa, solo usa seis veces el término inmigración; una integración; cuatro identidad –pero tres para la identidad de género y una para la identidad aranesa–, y una vez nación pero para criticar el nacionalismo de la ecuación "un territorio - una lengua - una cultura - una nación - un estado". Por cierto, en una conferencia de Salvador Illa en el Colegio de Economistas, liquidó el asunto diciendo que si “se acoge e integra” al inmigrante, este “no pone en riesgo nuestra identidad, sino que la enriquece”. ¡Menos mal que nadie le preguntó qué entendía por integración ni a qué identidad se refería!

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Junts, en 230 páginas, sí menciona dieciséis veces la palabra inmigración, y en una decena de ocasiones integración (de la inmigración), además de una decena identidad (catalana) y veinte nación. Es el programa que más referencias explícitas hace al debate sobre la inmigración. Pero lo hace en los términos de siempre: somos y seremos país de inmigración, somos país de acogida, es necesario tener las competencias para gestionar los flujos –con una nueva Agencia Catalana de Inmigración–, evitar prejuicios y condenar el racismo y la xenofobia ...

Y ERC, en 169 páginas, sustituye inmigración por un migración genérico –una quincena de menciones–, y con una sola referencia a la palabra integración y solo una a la de nación porque el partido siempre habla de república, que aparece 56 veces. Para ERC se necesitaría un Pacto Nacional –ahora, claro– de Migraciones, con la participación de las entidades de personas racializadas. Y proponen el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros, o regular los flujos con pleno respeto al derecho de asilo. El lenguaje de ERC es más moderno, más políticamente correcto, aún sin llegar al extremo de los Comuns-Sumar, que ya solo emplean la expresión personas migradas.

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Es cierto que somos un país de inmigración, que la población no nacida en Catalunya es muy significativa –un 37% en enero de 2023–, que existen dificultades para asegurar que la diversidad no acabe en fragmentación, que el futuro de la lengua catalana como lugar común de encuentro está en entredicho, que el hecho de no poder ofrecer condiciones de vida digna produce climas de inseguridad, que los prejuicios suelen acabar en xenofobia... Todo esto es cierto, y también es cierto que países más avanzados política y socialmente que el nuestro en Europa se enfrentan a dificultades similares. Pero aquí no tenemos ni el poder para tomar grandes decisiones, ni los instrumentos para acoger adecuadamente unos flujos cada vez más complejos. Y, vistos los programas, tampoco existen ni las propuestas concretas ni las palabras para encontrar respuestas satisfactorias.

Los tres partidos que de una forma u otra serán llamados a formar gobierno muestran su preocupación por la integración y la cohesión social y territorial. El PSC menciona la palabra cohesión 42 veces, Junts 33 y ERC 16. Pero integración y cohesión son palabras viejas que corresponden a sociedades más homogéneas que la actual y que resulta difícil saber a qué modelo de sociedad pueden estar haciendo referencia. Por eso digo que, frente al discurso descarnado y xenófobo, las alternativas no pasan de intentar esquivar el debate, recurrir al discurso tópico o refugiarse en los eufemismos. Y eso no es suficiente.