Lamine Yamal nos guía hacia el cielo

1. Mosén Ballarín tenía una definición de cielo muy particular. "Es un sitio donde el Barça le marca un gol al Madrid a cada minuto". La primera parte de la final de Yida se pareció mucho. El Barça pasó por encima de la defensa de nyigui-nyogui del Real y marcó cuatro goles. Y, si no llega a ser por Courtois, con tres paradas extraordinarias, el equipo de Flick pudo marcar siete goles en el equipo de Florentino, que ya no sabía cómo sentarse en el trono real que le pusieron en el palco. La clave del partido fue que el Barça pudo remontar, suficientemente rápido, el gol inicial del Madrid. Una vez más, el rival del Barça que merece perder comienza ganando por un latigazo de Mbappé. Y entonces surgió Lamine Yamal para demostrar que, con 17 años, si en el campo había un aspirante a ganar el Balón de Oro era él. La jugada de su gol lo tiene todo: tiene las fintas de un genio y el toque sutil de Messi. Una maravilla. Una lástima que, por la expulsión del portero del Barça, Lamine Yamal tuviera que ser sustituido. Quizás mejor, bien mirado. Con Rüdiger desatado, su tobillo estaba en peligro. Primer título para el de Rocafonda y para un grupo de jugadores con pinta de campeones.

2. Hansi Flick definió en noviembre de una forma muy expresiva. "Un noviembre de mierda". Diciembre, para el Barça, fue aún peor con las derrotas en Montjuïc ante el Leganés y el Atlético. Enero había arrancado de mal borras. Entre desinscripciones, polémicas, butifarras y la dimisión de un vicepresidente, sólo faltaba la petición de Araujo de marcharse del Barça. Todos los caminos llevaban a la derrota, pero el Barça volvió a realizar una exhibición como equipo. De intensidad, solidaridad, efectividad y control del partido. Y, más divertido aún, matando futbolísticamente al Madrid con su mejor medicina: el contragolpe. Hasta la expulsión de Szczesny fue un festival. Un espectáculo de fútbol total. Flick, que había ganado todas las finales como entrenador del Bayern, sigue al 100%. De momento, su primera final con el Barça ya está en el zurrón. Y con una manija contra quien hace más ilusión. Ésta ya no será una temporada en blanco.

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3. Antes de la final, los barcelonistas creían que Vinícius, expulsado por agresión a Mestalla, no iba a jugar la Supercopa. Los madridistas estaban convencidos de que Dani Olmo no podía disputar la final porque la Liga le retiró la ficha. En España consideran que Puigdemont presionó a Sánchez para que el CSD diera la medida cautelar para que el Barça pudiera, a la espera de la resolución judicial, hacer jugar a Olmo y Víctor. Como si Pedro Sánchez, entre el hermano y la mujer, tuviera tiempo para hablar de fútbol y ayudar al Barça. Al final, ni Vinícius ni Olmo fueron sus protagonistas. De hecho, Olmo fue suplente de Gavi. Después de la victoria del Barça estamos ya pendientes de que alguien –Tebas, la Federació, la central lechera– impugnen el partido por alineación indebida del delantero de Terrassa.

4. Rafael Louzán, nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol, ​​difícilmente mejorará nada de lo que había. No solo no apoya a las seguidoras del Mallorca que fueron intimidadas, humilladas y tocadas en el estadio de Yida tras la derrota ante el Madrid, sino que ayer alabó las bondades del país anfitrión. Dijo que "Arabia es un gran país, son amables y cariñosos" y que la Federación tiene la voluntad de alargar el vínculo para que la Supercopa se juegue allí "de forma permanente". Este hombre ha visto la comisión millonaria que se llevó a Gerard Piqué para conseguir que esta competición se jugara en Arabia, ha visto la pasta que le queda al fútbol español y, aunque esos contratos estén bajo investigación, él también levanta el dedo. Que la felicidad de los petrodólares no te la estropeen unas aficionadas adelfas del Mallorca. ¿Valores? ¿Para qué? Calés, tú. Y adelante. Una vergüenza.