Le Senne, investigado por odio
Al presidente del Parlamento de Baleares, Gabriel Le Senne, se le complican las consecuencias del ataque de ofuscación que tuvo el 18 de junio, cuando desgajó una foto de la comunista y sindicalista Aurora Picornell y de las Rojas del Molinar , en el transcurso de una sesión parlamentaria. El hecho es obviamente ofensivo por sí mismo, y aún más inaceptable viniendo de quien ostenta la autoridad de la presidencia del Parlamento, pero, para ensuciarlo aún más, en esa sesión se debatía la derogación de la ley de memoria democrática de las Baleares, una de las exigencias que Vox (el partido de Le Senne) había fijado en el acuerdo de investidura de la presidenta Marga Prohens, del PP. Tanto la comunista y sindicalista Aurora Picornell como las hermanas Antònia y Maria Pasqual, su madre, Catalina Flaquer, y Belarmina González (nombres de las Rojas del Moliner) fueron torturadas y asesinadas por los fascistas, la noche de Reyes de 1937. El gesto de Le Senne, además de rabido y violento, debía entenderse como un ataque contra la memoria de aquellas víctimas y como un acto de apoyo a sus verdugos. Las volveríamos a matar, era el mensaje.
Ahora, el juez de instrucción número 1 de Palma ha llamado a declarar a Le Senne como investigado por un delito de odio. Le Senne deberá responder a las preguntas de la Fiscalía y de las acusaciones popular y particular, ejercidas por el colectivo Estimada Aurora y por la Asociación de Memoria Democrática de Mallorca y los familiares de Aurora Picornell. También deberá declarar, como testigo, la diputada socialista Mercedes Garrido, miembro de la mesa del Parlamento de Baleares, a quien Le Senne arrebató la foto de las víctimas del fascismo que llevaba enganchada a su ordenador portátil. El auto del juez es del 6 de agosto, y la cita es para el 27 de septiembre.
Antes, el 3 de septiembre, se debatirá en el Parlament la destitución de Le Senne como presidente. Además del daño infligido a la institución que representa con su comportamiento, Le Senne llegará a este debate como investigado por delito de odio. Esta circunstancia, unida a la media ruptura de Vox con el PP (que afectó a la relación de los dos partidos en Baleares) parece que ponen en bandeja al PP de Baleares la ocasión de deshacerse de unos socios inestables, nada fiables y con una pretensión constante de imponer su agenda iliberal y neofranquista en el gobierno. Pero todo indica que esto no ocurrirá: de hecho, lo que está en marcha por parte del PP de Baleares es un intento de recomponer la relación con Vox, con un nuevo acuerdo que permita recorrer los tres cuartos de legislatura que todavía le quedan.
Es una imagen significativa de cómo se encuentra el PP más de un año después de las elecciones: prisionero por un lado de los acuerdos con una extrema derecha que no deja de ser una escisión, y del ayusismo por el otro . Sus camarlenos, como Prohens y los dirigentes del PP en Baleares, no hacen más que reproducir, abúlicos y carentes de iniciativa, esta situación.