Escalada bélica y miedo nuclear
La escalada bélica y el miedo a una guerra regional en Oriente Próximo –que ha entrado en una nueva fase de peligrosidad con el ataque de Irán sobre Israel–, y la guerra de Rusia contra Ucrania, que ya va camino de los tres años de duración, son por sí mismas dos de las situaciones más indeseables y desestabilizadoras que se podían producir en nuestro tiempo. A su vez, vuelven a alimentar un temor aún mayor, más incierto: el del desastre nuclear. Los hijos de Occidente nacidos en los años sesenta y setenta, los ahora tontamente llamados generaciones boomer y X, crecimos con el temor de que un día alguien –el presidente de turno de EE.UU., sobre todo, pero también cualquier otro agente poco o nada conocido– llegara a pulsar “el botón rojo”. Luego supimos que todo era algo más complicado que el simple hecho de activar un botón, y que la imagen del maletín nuclear es una forma de propaganda, como el teléfono rojo. Ya se había reído magistralmente Kubrick, en 1964, en Dr. Strangelove o cómo dejé de preocuparme y amar la bomba. Ahora tenemos películas pesadotas como Oppenheimer, que reviven los remordimientos de conciencia del director del Proyecto Manhattan, tras las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
El TNP, o Tratado de No Proliferación Nuclear, está integrado por 190 estados soberanos, que se comprometen a no armarse nuclearmente, con cinco excepciones: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y China, países que ya habían hecho ensayos nucleares antes de la firma del Tratado, en 1968. Hay otros cinco, estados, que quedaron desde el comienzo fuera del Tratado: Sudán del Sur, Pakistán, India, Corea del Norte e Israel. Por su parte, Irán sí firmó el Tratado en 1968, y lo ratificó en 1970, pero en la década de los cincuenta ya había empezado a desarrollar su programa nuclear, que después ha vivido diferentes etapas según los múltiples cambios y vicisitudes políticas de ese estado a lo largo de las últimas décadas. Otros esfuerzos en el camino del desarme nuclear, como el Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares, promovido por Naciones Unidas, son importantes, pero tienen un alcance limitado y no dejan de ser declaraciones de buenas intenciones.
El temor actual es que la respuesta del gobierno de Netanyahu en Irán, por el ataque con misiles balísticos de este martes, pueda ser nuclear. Irán en principio no puede construir armas nucleares, pero tiene como aliados a Corea del Norte y Rusia. Por su parte, Putin lleva tiempo amenazando con utilizar el armamento nuclear en caso de que considere que Ucrania vulnera la integridad territorial de Rusia. Nadie sabe exactamente cuál es la potencia de las armas nucleares actuales, y la retórica de las armas nucleares tácticas (armas de corto alcance, en contraste con las armas estratégicas, de muchas más kilotonas) tampoco es nada tranquilizadora. Más bien todo hace pensar que Palestina y Líbano (y también, antes, Yemen o Siria) son enormes, macabras campos de pruebas, con ganancias económicas igualmente enormes, y obscenas, detrás.