El nuevo Barça no acaba de nacer
Qué forma de llegar a Nadal, habiendo perdido los últimos tres partidos de Liga en casa, sumando 5 de los últimos 21 puntos posibles y, como consecuencia, habiendo cedido el liderazgo al Atlético de Madrid y Madrid. Y, sin embargo, el sábado el equipo estuvo mucho mejor contra los colchoneros que no lo había sido ante Las Palmas y el Leganés.
La Liga no está perdida (el calendario pone plomo en las piernas de todos, no sólo del Barça) y en la Liga de Campeones es, de momento, el segundo mejor del continente. Pero la cruda realidad es que el Barça va escaso de rendimiento y concentración, porque para rayar a la altura del deslumbrante inicio de temporada es necesario que todo el equipo esté al 100% todo el partido. Y la única forma de asegurar este desgaste es teniendo una plantilla más competitiva. El Barça vive de los jóvenes cracks que están madurando sobre la marcha, ya estos chicos no se les puede pedir más.
Las limitaciones económicas del club siguen trasladándose al equipo. Y las limitaciones institucionales se trasladan al ambiente. Laporta ha partido peras con la grada de animación y ahora ha tenido que pedir a los socios que animen, después de haber pensado en Montjuïc como un ordeñador de turistas y sin haber hecho ningún esfuerzo por construir un hogar cálido provisional, porque el mensaje era que no nos daríamos cuenta de que ya volveríamos a estar en el Camp Nou. De las multas a los constructores turcos por cada día de retraso nada se sabe, al igual que de las comisiones a los logradores, que Laporta prometió en campaña que se explicarían. El presidente del Barça se exhibe en el Liceu, pero se parapeta tras la pantalla de otra asamblea telemática, y nos desea feliz Navidad. De 2025, ya hablaremos.