Sobre la palabra 'pagès'

Si tuviésemos que confeccionar una lista de palabras representativas y genuinas de el pus bello catalanesco del mundo, probablemente incluiría el sustantivo labrador, que incluso se ha colado al castellano con la grafía payés. Pero esto no es exactamente así. Cuando me documentaba para escribir el ensayo Los buenos salvajes (2008), tropecé con un texto que contenía un término que realmente no me esperaba. Se trata de los capítulos XXXI-XXXII del Libro de Marco Aurelio, de Antonio de Guevara (1480-1545), publicado en 1528 ("De lo que dijo un villano del Danubio en presencia del Emperador Marco en todo Senado de Roma")). “En el año primero que fue cónsul, vino un pobre payés de las riberas del Danubio a pedir justicia a Senado contra un cesor que hacía muchos desafueros en su pueblo.." Ep: qué es eso de paje ¿en un eclesiástico castellano nacido en el siglo XV y que nunca fue en Cataluña? ¿Y su equivalente francés exacto y con la misma raíz, campesino? ¿De dónde sale todo? La etimología de labrador ayuda a entender qué está pasando hoy, febrero de 2024, cuando campesinos de toda Europa han dicho suficientemente a una situación que los transforma en una especie de anomalía histórica. El campesinado no es "un sector", como dicen en lenguaje político y repiten en los medios. El campesinado es algo más que producción agrícola y ganadera, o papeleo de la burocracia de Bruselas, y así debería tratarse. No se trata de romantizar nada, como bien explicaba el otro día Ignasi Aragay, sino de constatar una especificidad y actuar en consecuencia.

La palabra labrador deriva del sustantivo latino pagus, que hacía referencia a una unidad administrativa territorial de recaudación de impuestos. El pagus no era ninguna abstracción fiscal, sino una extensión de tierra habitada que contribuía al erario público proporcionalmente a su producción. Este vínculo complicado entre elurbes y el pagus, entre la ciudad y el campo, ya nos aporta una primera pista de un vínculo que tiene que ver con pagar, que comparte raíz etimológica con labrador. El sustantivo pagus, por su parte, deriva de la raíz indoeuropea pak-, que originalmente quería decir "fijar, ligar, asegurar". La palabra labrador y la palabra pacto ("asegurar una decisión compartida con otros") tienen una raíz común a través del indoeuropeo. También tienen la misma raíz, en este caso por la vía del francés antiguo, labrador y país, y por supuesto paisaje. Como ven, y gracias a la información valiosísima que nos proporciona el origen de las palabras, ya empezamos a acercarse al significado profundo del campesinado: país, paisaje, pacto. Y pagar, claro.

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Quedan aún otros matices que conviene destacar. La palabra pagano hace referencia a las distintas velocidades de penetración del cristianismo a lo largo de los primeros siglos de nuestra era. El cristianismo se expande primero a las ciudades importantes, como queda claro, por ejemplo, en las cartas de San Pablo. De hecho, Julio Caro Baroja demostró que muchas supuestas prácticas de brujería en aldeas remotas de los Pirineos eran, en realidad, vestigios de costumbres religiosas precristianas que en algunos casos pervivieron hasta el siglo XVI. Hoy la nueva religión del ecologismo popular, que nada tiene que ver con el científico, también ha penetrado primero en las ciudades que en el campo. La palabra paisano, o el equivalente francés campesino o el castellano paisano, proporcionan también una pista importante con la expresión "vestir de paisano", en contraposición a llevar uniforme militar. El labrador está literalmente arraigado en la tierra, mientras que el militar va siempre de aquí para allá (destinos, traslados, etc.). Los nuevos paganos del nuevo culto posmoderno: he aquí una coincidencia extraordinaria en forma de caricatura interesada.

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Con un aire de suficiencia, el malestar de los agricultores se ha leído en algunos medios como una cuarta carlinada. Tal y como era de esperar, algunos han querido capitalizarla políticamente, hay que decir que de un modo algo torpe. No les harán caso porque son poquitos, y aquí lo que cuenta son los votos. Me imagino que cambiarán alguna normativa medioambiental absurdamente picallosa, y en vez de tener que llenar una docena de impresos electrónicos sólo tendrán que hacer once. Y ese día hará un año. Entonces los nómadas digitales que han distorsionado el ecosistema de la vivienda urbana les pedirán una novísima variedad de pera superguay cultivada con agricultura turbobiodinámica y no sé cuántas cosas más, y volveremos a empezar. Recuerden que estas tres palabras tienen una raíz común: campesino, paisaje, país. Conviene pronunciarlas juntas, no sea que perdamos de vista de qué va realmente todo esto.