El rey en Estonia y otras historias

¿Qué ha ido a hacer, Felipe de Borbón, en Estonia, vestido de militar? Oímos su discurso: “Quizá España está en el otro extremo de Europa, pero créanme, nos sentimos muy cerca de usted. Puede contar con España como amigo, como socio en la UE y como aliado en la OTAN”.

Traducción: “Recuerde, amigos de las repúblicas bálticas, como empezó todo: hace once años sellamos un entendimiento por el que España le envía tropas, barcos de guerra, aviones de combate y armamento y, a cambio, vosotros no hagáis ningún gesto de simpatía hacia la independencia de Catalunya”.

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En 2013, cuando el 11 de Septiembre se organizó la Vía Catalana inspirada en la Vía Báltica de 1989, el ministro lituano de Exteriores lo celebró, y su homólogo español, García-Margallo, lo hizo rectificar mientras se daba cuenta de que si quería tapar aquella rendija de comprensión báltico-catalana debía ofrecerles algo. Él mismo admitió en el Congreso que el gobierno de Rajoy se aseguró la posición de Letonia a favor de la unidad de España con el envío de 313 soldados y 80 vehículos para la frontera rusa ese mismo año. Dijo el ministro: "El esfuerzo que ha costado y los favores que debemos a una cantidad de gente por haber conseguido que hagan las declaraciones que han hecho".

Fue enviar soldados y terminarse la comprensión por la autodeterminación catalana. Es cierto que Rusia amenaza el espacio aéreo de las repúblicas bálticas, y el propio rey anunció que España enviará una batería de misiles a Estonia pasado el verano. Y si añadimos que ha devuelto el ruido judicial español sobre la supuesta simpatía rusa por la causa catalana, el relato de Madrid queda redondo. Pero cuando el propio jefe del Estado admite que es extraño este despliegue de tropas y armas en la otra punta de Europa, hay que recordar que España está, también, para defender sus propios intereses.