El salto mortal de Emmanuel Macron

Aunque la extrema derecha ha ganado posiciones en muchos países en las recientes elecciones europeas, es en Francia donde su victoria abrumadora ha provocado consecuencias inmediatas en la política nacional, ya que la misma tarde del domingo Macron anunció la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones legislativas.

El triunfo de Reagrupamiento Nacional (RN), el partido de Marine Le Pen, era una catástrofe anunciada por las encuestas. Responde a la larga marcha de Le Pen para "moderar" el partido heredado de su padre, sobre todo en las formas, y en algunos aspectos de fondo; el sexismo abierto (aunque, como la derecha española, RN se manifiesta contrario a la “ideología de género”, sea cual sea lo que entienden por ello), el antisemitismo y el antieuropeísmo se han guardado en el armario. También fue un regalo para RN el éxito, muy relativo, de Éric Zemmour, que se ha constituido en la derecha de la derecha radical; automáticamente, la posición de RN ya no está en el extremo ideológico sino que se ha convertido, a ojos de muchos de sus votantes –y, al parecer, de una parte de Los Republicanos–, en una derecha tradicional.

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¿Y quiénes son estos votantes? Más allá de los feudos tradicionales de Le Pen, en el sur del país y en las zonas rurales, RN ha ganado en todos los departamentos franceses menos en París (donde siempre dominan los socialistas) y lo que aquí llamamos el área metropolitana, donde es la izquierda liderada por Mélenchon, La Francia Insumisa, la que llega primero, pero seguida por RN. El éxito de RN radica en la desafección a los partidos tradicionales: el socialista, faltado de liderazgo, pero sobre todo de proyecto que lo distinga de otros programas de centro liberal, como Renacimiento, el partido de Macron, y el descalabro de Los Republicanos, la derecha liberal tradicional, rasgada por los escándalos de corrupción y las luchas internas.

Otro factor que debe tenerse muy en cuenta es la habilidad de Jordan Bardella, el futuro primer ministro si RN gana las próximas elecciones, para hacer una campaña de influencer, basada en el mundo digital y en mensajes breves y contundentes que este universo favorece. Esta nueva forma de hacer propaganda política –que tanto éxito ha tenido en Estados Unidos– ha captado a la generación tiktoker, que ve a Bardella como uno de los suyos. Sin embargo, medios tradicionales, especialmente cadenas de televisión y diarios del grupo Bolloré, han contribuido decisivamente a normalizar a RN entre un electorado de mayor edad que votaba a la derecha republicana.

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Por su parte, al convocar elecciones Macron ha hecho una acrobacia digna de Pedro Sánchez (los diarios franceses hablan de "apuesta a todo o nada", de "juego peligroso", de "salto al vacío"...). De Gaulle lo hizo después de la revuelta de Mayo del 68 y obtuvo mayoría absoluta, pero a Chirac le salió mal en 1997 cuando intentó repetir la jugada. La decisión del presidente de la República actual (dicen que tomada sin consultarlo con nadie y avisando solo a su “guardia de cuerpo” –el primer ministro y tres más, todos hombres– poco antes del anuncio oficial) ha dejado a su campo bastante descolocado. No hay un consenso sobre qué plan (algunos dicen que “maquiavélico”) tiene Macron, si no es el de provocar una reacción y también salvarse a sí mismo, ya que sea cual sea el resultado seguirá siendo presidente de la República hasta 2027 (o hasta que su posición sea insostenible).

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El anuncio de Macron es agridulce para Marine Le Pen: pese a sus sonrisas de satisfacción y las declaraciones asegurando que "están preparados para gobernar" (en el último debate que hizo con Macron, para las elecciones presidenciales, ella quedó en ridículo cuando no supo qué contestar respecto a cuestiones fundamentales, básicamente económicas), están inquietos por el hecho de que será una campaña muy corta y porque temen que la jugada de Macron les puede ir en contra.

Finalmente, lo único bueno que puede salir de esta decisión es la unión de la izquierda: ya se intentó con NUPES (una coalición quimérica que reunía a los insumisos, los socialistas, los ecologistas y los comunistas) en el 2022, pero el frágil acuerdo se quebró a raíz del ataque de Hamás el 7 de octubre y la reacción bélica de Israel. Las declaraciones antiisraelíes nada sutiles de Jean-Luc Mélenchon a veces parecen frotar el antisemitismo, y en el país de Europa que tiene más habitantes de origen judío esto resta y no suma. Pero por una vez la izquierda ha reaccionado rápidamente y ha revivido el mítico Frente Popular, creado en los años treinta para frenar el avance del fascismo, y al que se deben bastantes conquistas sociales que todavía están vigentes. Pero más allá de la juventud parisina, que ha acogido con manifestaciones nocturnas y clamores de júbilo esta unión, ¿podrá el Frente Popular convencer a suficientes votantes para obtener una representación decisiva en la próxima composición de la Asamblea Nacional? ¿O bien los resultados favorecerán a un Parlamento polarizado e incapaz de tomar ninguna decisión? Lo sabremos el 7 de julio.