La transmisión perfecta
Pasó el lunes, durante el TN tarde de TV3. Debía existir el eclipse total de Sol, y como los medios exprimimos las previas hasta gastar las noticias el anuncio de la conexión nos cogió con el habitual des- comemento. Pero hay días en los que la televisión te regala un momento de perfección. Y éste fue uno.
Toni Cruanyes dio paso a Lídia Heredia y aquí tuvimos el primer levantamiento de cejas, porque la corresponsal no miraba a la cámara sino al cielo mientras hacía que sí con la cabeza e introducía la escena de picnic que se desarrollaba a su alrededor. Y acto seguido se hizo de noche en pleno día. Si el eclipse en Pensilvania estaba previsto para las 21.17 h, la conexión entró a esa hora y no antes ni después, y así vimos cómo se oscurecía la pantalla hasta la penumbra, y como si fuera laaún más difícil de un truco de magia la periodista se quitó las gafas de filtro en directo y todos pudimos ver cómo miraba el Sol a simple vista. Y a continuación pincharon la imagen del Sol completamente ocultado por la Luna.
La gente chillaba alborotada mientras Heredia iba de la descripción visual del fenómeno y las sensaciones que experimentaba (como había bajado la temperatura) a la reflexión sobre la capacidad de los eclipses de devolver a la humanidad su sentido de pertenencia a un solo grupo. Y entonces, poco a poco, volvió la claridad y Lidia acabó la conexión, también sin prisas, entre juguetona, íntima y transformada, contando entre aquellos a quienes los eclipses han despertado vocaciones astronómicas. El tiempo informativo había quedado suspendido. La televisión nos había hecho vivir ese fenómeno natural como si también hubiéramos estado allí. Fue perfecto de tono y de tempo. Y después continuaron con los eclipses habituales que ensombrecen la vida de cada día.