Trump: el enfrentamiento y la concordia

El presidente Trump utiliza el enfrentamiento político no sólo como herramienta para la estrategia negociadora.

Esto va acompañado de una posición amenazante, a menudo intelectualmente insustancial –por errores primordiales en los planteamientos–. Trump es tajante, pero no sólido en sus propuestas. Amenazar a Pedro Sánchez con aranceles si no acepta el 5% de gasto en defensa, ignorando que estos aranceles se discuten entre la UE y EEUU y no entre EEUU y España... Para Trump hacer el ridículo no es problema: crea una nueva realidad y olvida inmediatamente el pase. Si hace falta mentir para demostrar lo que pretende, no hay ningún inconveniente. Por ejemplo, nadie sabe si el programa nuclear iraní ha sido destruido o moderadamente afectado (parece haber informes militares clasificados que ponen en duda la eficacia del bombardeo norteamericano e israelí), pero da igual, él afirma que el problema ha desaparecido y, para los que lo creen, basta. No se trata de conocer la realidad, sino de afirmar lo que le conviene y llegar a una conclusión de que no es relevante que sea cierta o falsa. "Es cierta porque yo lo digo, y quien no me crea tiene mi desprecio y mi enemistad".

Hay dos posibles formas de gestionar esta realidad. La modo Rutte: halagarle diciéndole que es el estadista más grande que ha visto y conseguir que haga lo que se le pide. La modo transaccional: "Te doy esto si me das aquello"... y halagarlo también diciéndole que "tú ganas más que yo" (no usándolo como una razón, sino como un complemento).

Cargando
No hay anuncios

¿Cómo se traducen un sistema y otro en el caso de Ucrania?

El sistema Rutte de halagar sin contrapartida conlleva el riesgo de que el halago no sea apreciado por Trump (no le ha costado conseguirlo, es fácil olvidarlo y le considera un éxito más en su rosario delogros políticos). Trump lo que quiere es satisfacer a Putin, por quien siente una especial veneración porque es lo que él querría ser y no es: el salvador de la patria. El principio que lleva a ambos dirigentes, salvando las distancias culturales de EEUU y Rusia, es el mismo: en un caso se quiere conseguir el imperio político y militar y, en el otro, el comercial y militar.

Cargando
No hay anuncios

El sistema transaccional lleva a un hito concreto: no olvidar a Ucrania. ¿Quieres que aumentemos el porcentaje de gasto militar en el seno de la OTAN? De acuerdo, pero hoy el peligro es Rusia, y por tanto esto debe servir para detener a Rusia y proteger la Europa del Este, Estonia, Letonia, Finlandia, etc. Es lógico. Se podría llegar a ofrecer que el material militar cedido a Ucrania fuese de origen americano, financiado por los estados miembros de la alianza. La industria de defensa europea tiene una insuficiente capacidad de producción para las necesidades de la guerra. Incluso para un cerebro tan alejado de la racionalidad como el del presidente Trump, esto podría llegar a entenderse.

La conclusión evidente es que es mejor el sistema transaccional.

Cargando
No hay anuncios

Vamos a otro tema: existe una corriente de opinión partidaria de aproximar la UE a Rusia. Todos los factores económicos y políticos van a su favor. Rusia y Europa son complementarias sobre una cultura común: el cristianismo. Rusia es una gran productora de materias primas que la UE carece y necesita: petróleo, gas, metales, productos agrícolas. Rusia tiene 17,1 millones de km² y 140 millones de habitantes; la UE, 4,2 millones de km² y 448 millones de personas. Rusia tiene tecnología obsoleta y poco digitalizada; la UE, tecnología avanzada. Rusia es una sociedad de oligarcas sin clase media; la UE está basada en la socialdemocracia. La UE es una democracia consolidada pese a excepciones –Hungría– y los valores están ligados a la democracia; Rusia es una autarquía sólida y policial, donde la discrepancia no es tolerada –el ejército y los valores militares son la columna vertebral del estado.

La diferencia (y complementariedad) es evidente, pero que ambas potencias se aproximen, a corto plazo, no es posible. Rusia quiere recuperar su imperio y persigue su disidencia. Nos encontramos frente a la misma dualidad estratégica que con el presidente Trump. Podemos ser complacientes con Rusia, aceptar que parte de Ucrania pase a formar parte de Rusia y la pérdida de democracia en Ucrania, a pesar de la voluntad del pueblo ucraniano, que está librando una guerra desde hace cuatro años por esta razón. ¿Le llevará esto a una paz precaria oa una paz estable y duradera? Precaria. Hay un único camino posible: apoyar a Ucrania en la guerra con Rusia y llegar a una paz estable que le permita entrar a formar parte de la UE. Para conseguirlo, es necesario que Ucrania no pierda, es decir, debe mantenerse el enfrentamiento.

Cargando
No hay anuncios

La conclusión es dura: para tener la paz hay que hacer la guerra, porque una perdida contra ciertos poderes políticos y militares llevará a más guerra. El pacto de Múnich de 1938 supuso una cesión de las democracias para conseguir la paz y llevó a una guerra más devastadora. ¿Quién hizo más por la libertad, Lord Halifax, que defendía el "apaciguamiento", o Churchill, que defendía que debía hacer frente a Hitler? Hoy la respuesta es evidente; entonces, no tanto. Con relación a Ucrania, ocurre lo mismo.

Soñar es libre e incluso agradable pero siempre de resultado inútil. ¿Queremos hacer avanzar la paz o decir palabras hermosas y quedar bien?