Verdades múltiples

Esta semana, la empresa de tecnología social Meta ha empezado a utilizar los datos de los usuarios de Facebook, Instagram y WhatsApp para entrenar sus modelos de inteligencia artificial. Los usuarios, dicen, pueden negarse rellenando un formulario. En el mundo de la supuesta protección de datos, para protegerlos, supuestamente, tienes que rellenar formularios extras. Aunque también es un poco ingenuo creer que en el mundo de las redes sociales, de smartphones y de todas las gestiones que tenemos que hacer tecnológicamente, nuestros datos siguen protegidos. Ahora mismo, para estar libre del manoseo de los usurpadores de datos tendrías que vivir en un apagón permanente o en una casa autosuficiente lo más aislada posible. Hablo de nuestro contexto, obviamente. Y de la falta de credibilidad que generan estas empresas, con unos principios extrañísimos que hemos asumido como normales, como que no se puedan enseñar los pezones de las mujeres pero sí la violencia explícita en sus formas más desagradables. Claro que fuera de las redes sociales también ocurre que si un hombre va sin camiseta por la calle se considera normal y si lo hace una mujer se tilda, como mínimo, de provocación. Los senos son un ejemplo claro de la falta de evolución. Y que conste que yo soy partidaria de que todo el mundo vaya vestido por la calle. No me meto con el gusto de nadie, que no terminaríamos nunca. Pero vestido. Ahora bien, si un hombre enseña una foto de su torso en Instagram sin censura, una mujer debería poder hacer exactamente lo mismo. Hecho este apunte discriminatorio de pezones, volvamos donde estábamos. Los datos. Protegidos. En las redes sociales. No me hagáis reír, que estoy para volver a los pezones.

Puedes no ser adepto a las teorías conspiranoicas para dudar de las presuntas verdades que a veces nos quieren hacer creer. Es lo que a partir de ahora podríamos llamar "la bofetada a Macron". El vídeo que se ha hecho viral, a través de las redes que protegen tus datos si rellenas un formulario, es especialmente interesante por las versiones que han llegado a dar ellos mismos sobre la escena matrimonial. Primero, desde el Elíseo, se dijo que era una imagen falsa generada por inteligencia artificial. Después el propio Macron lo desmintió aclarando que era una broma entre él y su mujer. Claro. Esas bromas internas que solo entienden las parejas. Por eso solo ellos dos interpretaron correctamente el cambio de cara automático que hizo él cuando vio que lo habían pillado o el gesto de rechazo de ella cuando él le ofreció el brazo para bajar las escaleras del avión. Lo más fácil de explicar y de comprender para todo el mundo era que, como personas que son, habían tenido una discusión, no hace falta entrar en detalles. discutir a que son, que compran hay que entrar en detalles. Así se habría cerrado el tema con un argumento creíble en la primera versión. Pero desgraciadamente creo que se tardará tanto en decir la verdad en estos casos como en llegar a la igualdad entre pezones.

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Y mientras la verdad cae lejos por un lado, por el otro te da un guantazo mucho más fuerte que el de Macron. La verdad de que el cirujano condenado a veinte años por violar a más de 300 menores podrá pedir la libertad condicional dentro de seis seis años por un tema del Código Penal francés, o la verdad del asesinato de niños palestinos, sea bombardeándolos o dejándolos morir de hambre, por parte de un Estado de Israel sin límites en su afán de exterminio.

Usarán nuestros datos para entrenar la inteligencia artificial, dicen. Lástima que la inteligencia natural no esté todavía entrenada para acabar con la crueldad, el cinismo y la barbarie.