Alcaldes que suben el sueldo y alcaldes que se lo bajan
El inicio de los mandatos municipales vuelve a poner sobre la mesa cómo deben ser los salarios de los políticos
BarcelonaEl pistoletazo de salida de un nuevo mandato municipal hace aflorar cada vez una cuestión polémica: los sueldos de los alcaldes y concejales. El Ayuntamiento de Barcelona ha subido los salarios un 4% y lo ha reivindicado porque "es una manera de valorar lo que hacemos: no queremos pedir perdón por trabajar en la política", en palabras de la teniente de alcaldía, Laia Bonet. También se han incrementado los sueldos en Badalona un 13% –aunque el del alcalde se ha mantenido igual– y en Sant Cugat un 17,2%. En cambio, otros municipios como Terrassa y Sabadell han decidido congelarlos y Girona ha optado por una rebaja del sueldo del alcalde, el cupero Lluc Salellas, de 14.000 euros. En Lleida se ha hecho una ligera actualización del sueldo del alcalde, pero con reducción del coste para el conjunto del ejecutivo.
La pregunta de cómo remunerarse a los políticos está latente desde los inicios de la democracia y la actual legislación ha optado por fijar unos límites. En el caso de los ayuntamientos vinculados a la población de cada municipio. Los presupuestos generales del Estado fijan ya cada año las cantidades máximas que pueden cobrar los alcaldes y, a su vez, se basan en unos índices de la ley reguladora de bases de régimen local. El alcalde de Barcelona, por ejemplo, todavía tendría margen para subirse el sueldo hasta cobrar 116.000 euros según los presupuestos de este año, como se prevé para los municipios de más de medio millón de habitantes; para los de más de 300.000 el límite es de 104.500 euros y de 93.000 para los de más de 150.000 habitantes. Las localidades con más de 75.000 habitantes pueden remunerar hasta 87.000 euros a su alcalde, y la escalera va bajando hasta los 46.500 en el caso de los pueblos de entre mil y cinco mil personas. Éstos son los máximos de los que deriva toda la escala salarial. Por otra parte, están los concejales de dedicación parcial y los pagos sólo por asistencia a plenos y comisiones, sobre todo de la oposición en numerosos municipios, donde se puede tener algún miembro con dedicación exclusiva o ninguno.
Lo que fija la ley son los topes, pero después está el margen de maniobra de cada municipio. Just Serrano, profesor de filosofía política de la Universidad de Málaga, apunta que los sueldos de los políticos "no se pueden valorar como los de una empresa porque prima la función pública que realizan". Ante el dilema de mantener sueldos, subirlos o bajarlos, sostiene que "si los políticos tienen unos sueldos demasiado altos pueden perder de vista los problemas del día a día de la mayoría de la gente" y dice que "lo necesario es encontrar un equilibrio". Serrano argumenta que los sueldos "no pueden ser ridículos" y que otra función que tienen es evitar que los representantes públicos busquen dinero por otras vías y acaben en el pozo de la corrupción. A su juicio, fijar la cifra de la retribución es "difícil" y hay dos factores que influyen: los valores que los representantes públicos quieran transmitir y cómo quieren que se vea reconocida su labor social.
Razones divergentes
La clave de los sueldos "depende de lo que se quiera valorar", a juicio de Serrano. Uno de los casos más sonados es el incremento del 17% en Sant Cugat del Vallès, que hace que pese a ser la duodécima ciudad más poblada del Principado, el sueldo del alcalde sea el tercero más elevado. "Queremos hacer más competitiva la escalera retributiva y ponerla al nivel adecuado a la exigencia del Ayuntamiento", dijo el teniente de alcaldía de Economía de este municipio, Carles Brugarolas (Juntos). En cambio, el alcalde de Girona, el cupero Lluc Salellas, tiene el sueldo más bajo de las grandes ciudades, 60.000 euros anuales, de los que 14.000 ya ha anunciado que los destinará a proyectos sociales, puesto que el código ético de los anticapitalistas de Guanyem fija una retribución máxima de tres veces el salario mínimos interprofesional. La iniciativa de la CUP para "racionalizar", teniendo un sueldo "digno" pero más cercano a la mayoría del país es similar a la de los comunes. Paralelamente, un problema frecuente es la poca remuneración de la oposición que cobra por asistencia a plenos en ciudades medianas, algo que "puede ser un problema para desempeñar sus tareas de control del alcalde", según el profesor Just Serrano .