Francesc-Marc Álvaro: "Alianza se carga más de 150 años de catalanismo"

Periodista y ensayista, diputado en el Congreso por ERC

BarcelonaPocas semanas antes de que cumpla cincuenta años de la muerte de Franco, el ascenso de la extrema derecha preocupa a todo el mundo como no lo había hecho desde hace casi un siglo. En este contexto y después de dos años viviendo en Madrid siendo diputado en el Congreso por ERC, el periodista y ensayista Francesc-Marc Álvaro publica el libro El franquismo en tiempo de Trump, en el que hace un retrato del ascenso reaccionario en España centrado en Vox, o como dice en el libro, "la evidencia inquietante" de que el fascismo no murió con el fin de la dictadura.

Explica que Vox no se define como franquista porque no necesita.

— Exacto, no necesita porque en España hay un franquismo sociológico, las cenizas de la dictadura, que Vox simplemente las vuelve y las vuelve a convertir en fuego. Y porque ese franquismo sociológico –que lo encontramos singularmente en el Madrid del poder– nunca ha desaparecido, pese a que durante algunos períodos estuvo camuflado o medio escondido.

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¿Por qué existe un arraigo social del franquismo?

— Por un lado, porque duró cuarenta años y, por otro, también porque utilizó algunos resortes que utilizan las dictaduras para generar adhesión, como la base nacionalcatólica o determinados discursos de protección social, entre muchas comillas. Tampoco podemos olvidar que EEUU, que lidera la liberación de Europa de los nazis, después, a causa de la guerra fría, acaba apuntalando a Franco. Este apoyo crea inevitablemente una legitimidad del régimen, y hace que algunos perciban la dictadura como una menos fuerte que la de Hitler y la de Mussolini.

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Y una vez en democracia, esa legitimidad no se revierte.

— No es hasta Zapatero que comienzan las políticas de memoria histórica. Durante los largos años de Felipe González nada se hace y esta cuestión no forma parte de la voluntad de cambio de los gobiernos socialistas.

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¿La ley que aprueba Pedro Sánchez lo resuelve?

— Es algo mejor que la de Zapatero, muy poco ambiciosa, pero también tiene muchas carencias. El principal problema es que llegan tarde y sin haber hecho en los años 80 pedagogía de la desfranquización, como sí se hizo en Alemania con el régimen nazi. El mayor déficit de la democracia española es no haber hecho a fondo y de forma radical esta pedagogía.

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¿La escasez de políticas de memoria histórica explica que Vox pase de recibir el apoyo del 15% de los menores de 34 años en 2019 al 30% en 2025?

— No sólo. También hay un tema de moda, de ola global, de narcisismo, de resentimiento, de malestar, de desamparo... Todo ese marco magma, la ultraderecha lo aprovecha.

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Y lo hace presentándose como "contracultural", dice en el libro.

— Esto es nuevo y viejo a la vez. Históricamente, los fascismos siempre se han presentado como alternativas contraculturales a lo establecido. Ahora hacen lo mismo, con el añadido de que Vox y Abascal están conectados con la ultraderecha global, lo que les da todavía una apariencia de más alternativos o modernos. Es este disfraz que una parte de la población –jóvenes y no jóvenes– se creen y tragan como si esto fuera contra el sistema.

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Además, la extrema derecha utiliza una idea de autenticidad y pureza que conecta con el mantra imperante de "sé tú mismo", explica.

— El acierto de este populismo es que se presenta como una oferta pura y natural, y el paradigma de ello es Donald Trump, que ha convertido su torpeza y chulería en un elemento positivo. Se le ve tan diferente a los políticos tradicionales que la traducción es: "Este es en serio, éste es como yo". Es lo que hizo Berlusconi en Italia, que Trump lo eleva de grado y amplifica.

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En el caso de Aliança Catalana, quiere llevar esta idea al catalanismo. ¿Cómo puede influir?

— El partido de Silvia Orriols hace lo mismo que todas las ultraderechas internacionales, que es presentar un mundo basado en una pureza irreal y en una idealización de un pasado al que hay que regresar, aunque nunca haya existido. Desde el punto de vista histórico, se carga más de 150 años de catalanismo, porque el catalanismo siempre ha visto a la nación como una sociedad en construcción, que para ser posible necesita incorporar a los de fuera. Y justamente ellos lo que hacen es excluir, algo que va contra ese sentido, porque significa tener cada vez una nación más pequeña, más débil e incapaz de sostenerse. No me extrañaría que el españolismo recalcitrante esté encantado con Alianza.