Catalangate

Aragonès viaja a Bruselas para reactivar la denuncia contra el Catalangate

El 'president', que se reunirá con dos comisarios, certificará la recuperación de las relaciones con la UE

BarcelonaHace medio año que el caso de espionaje al independentismo a través del programa Pegasus, el Catalangate, sacudió la política catalana e hizo tambalear las relaciones entre la Generalitat y el Estado. Pasado este tiempo, el tema ha quedado pendiente de la justicia –hay varias causas abiertas en Barcelona y en Madrid– y ha ido perdiendo presencia en el debate del día a día. Para intentar reactivar aunque sea la denuncia pública de los hechos, el president de la Generalitat, Pere Aragonès, viaja este jueves a Bruselas. Ahí se reunirá con el comisario de Justicia de la Unión Europea, Didier Reynders, al que trasladará la "vulneración de derechos fundamentales" y reclamará que nadie dé la carpeta por "cerrada".

Aragonès puede hacer esta denuncia en primera persona, puesto que él fue uno de los espiados, según reconoció en su día la entonces directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban. La Moncloa aseguró que no sabía nada. La posición del gobierno español en todo este asunto es comprometida: si no lo sabía quiere decir que los servicios de inteligencia van por libre, y, si lo sabía, que aceptó sin más que se espiara a rivales políticos. Ninguna de las dos posibilidades la deja en buena posición.

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Sobre el caso todavía pesan mucho interrogantes. De hecho, hay más dudas que certezas. Por ejemplo, el CNI reconoció 18 infiltraciones a móviles con autorización judicial, pero el organismo que destapó el escándalo, Citizen Lab, documentó más de 60. Tampoco queda claro cuándo empezó todo. El CNI aseguró que tenía permiso judicial para investigar a los afectados, para saber quién estaba detrás del Tsunami Democràtic –creado en 2019–, pero hay infiltraciones, como la del ex líder de Junts y la ANC Jordi Sànchez, que datan de 2015.

En la lucha para aclarar los hechos, el independentismo puede ver en Europa un cierto aliado. La Comisión ha expresado su preocupación por el uso de Pegasus y la Eurocámara ha creado un comité que irá a varios países a investigar los hechos. Por ahora, sin embargo, no hay parada prevista en España. A pesar de esto, Aragonès ve en la reunión con Reynders la posibilidad de volver a poner el tema encima de la mesa y hacerlo con el altavoz que siempre proporciona la Comisión.

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Relaciones con Europa

Pero el viaje de Aragonès a Bruselas va más allá del caso Pegasus y busca escenificar la reanudación definitiva de relaciones entre la Generalitat y las instituciones europeas, enfriadas desde la irrupción del Procés. Desde 2015, todavía bajo la presidencia de Artur Mas, que un president no es recibido bilateralmente por un comisario europeo –entonces se reunió con la comisaria de Transporte, Violeta Bulc–. Este hecho solo se puede entender por cómo incomodaba a la Unión el pulso unilateral que hizo la Generalitat con el Procés. Que Aragonès vuelva a la sede de la Comisión puede tener una interpretación doble: Europa vuelve a abrir las puertas al Govern y avala la apuesta por el diálogo y, a la vez, considera que el conflicto político ha quedado reconducido o, como mínimo, apaciguado. Además de verse con Reynders, Aragonès también se reunirá con el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, con uno de sus temas preferidos encima de la mesa: el hidrógeno verde y el gasoducto Midcat.

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El president ve en la política exterior una vía para reivindicar el trabajo de su Govern, más ahora que gobierna en solitario y tiene toda la oposición en guardia. Volver a sentarse a las mesas europeas puede ser exhibido como un triunfo, igual que hizo en mayo pasado cuando se vio en Barcelona con Ursula von der Leyen –en un acto del Cercle d'Economia– o cuando en junio recibió en el Palau de la Generalitat al vicepresidente de la Comisión, Margaritis Schinas. Entonces fue el anfitrión, y ahora, en Bruselas, dará un paso más: será el invitado.