El caso Errejón y la tensión entre el 'solo sí es sí' y el 'no es no'
MadridLas consecuencias de la DANA en el País Valenciano han hecho que hayan pasado prácticamente inadvertidos dos hechos que, en otro contexto, habrían merecido mucho más interés mediático. Se trata de la no declaración de Íñigo Errejón en los juzgados y la presentación del libro de Cristina Fallarás No publiques mi nombre (Siglo XXI), en el que expone el testimonio anónimo de 1.500 mujeres que denuncian haber sido víctimas de violencia sexual.
La comparecencia del exportavoz de Sumar se suspendió a petición de la denunciante, la actriz Elisa Mouliaá, porque su abogada, Carla Vall, está de baja por maternidad. Una circunstancia que coincide con que la letrada estaría coordinando una acción conjunta de otras supuestas víctimas de Errejón. Más allá de las dilaciones, su defensa sostiene que la acusación en la denuncia es “falsa”.
La negación de los hechos era esperable como estrategia procesal, pero no solo él ha cuestionado si el relato de Mouliaá reviste delito. Parte del feminismo se ha revelado contra la hipótesis de que todas las malas experiencias que diferentes mujeres han dado a conocer constituyan agresiones sexuales. Unas expectativas frustradas –por ejemplo, esperar un sexo romántico y encontrarse con un sexo que perpetúa roles de poder– no convierte al hombre en un agresor, siempre que la mujer no haya manifestado una negativa, avisa esta corriente.
Antipunitivismo
Una voz autorizada de esta línea de pensamiento es la filósofa Clara Serra, número 2 de Errejón en Más Madrid hasta el año 2019, que discute el solo sí es sí y propone volver al no es no. A grandes rasgos, apunta que los contornos del consentimiento y del deseo son difusos, no siempre coincidentes, y hacen que una decisión emancipadora de una mujer sea poder decir no, porque en el terreno "oscuro" de la sexualidad juega un papel importante la incertidumbre. Por tanto, no se puede obligar a la mujer a tener que decir que sí. Las adheridas a estos postulados se autodeclaran "antipunitivistas" y cuestionan que la respuesta judicial sea siempre la más efectiva. El artículo"Un linchamiento feminista da la puntilla a la nueva política", del Colectivo Cantoneras y publicado a raíz del caso Errejón, profundiza en esta tesis.
La otra visión, la que considera que el no es no desprotege en la práctica a las mujeres ante las agresiones. Precisamente Carla Vall –próxima a Irene Montero– es una de estas voces. El artículo "Antipunitivismo remasterizado", de la abogada Laia Serra, ofrece matices en este sentido: “Poner el foco en el antipunitivismo eclipsa la problemática no resuelta de qué hacer con la impunidad generalizada de las violencias y quién se responsabiliza de las consecuencias”.
A raíz del libro de Fallarás se ha reabierto el debate sobre qué canales son seguros, eficaces y reparadores para las mujeres. ¿Lo es la denuncia anónima en X –una red social que también ha sido protagonista–, tan proclive al linchamiento a ambos lados? ¿Lo es la judicial? El caso Errejón será todo un examen para la ley del solo sí es sí, mientras esta semana el feminismo aplaude a una de las víctimas de Saül Gordillo, Mar Bermúdez, que sentencia: "La vergüenza debe cambiar de bando".