¿Una Diada del pre-Proceso?
BarcelonaHa habido un elemento durante este Onze de Setembre que ha unido los actos institucionales de primera hora de la mañana a la ofrenda a Rafael Casanova –con el liderazgo del gobierno del PSC– y la manifestación independentista del ANC de la tarde –mucho menos multitudinaria–. Un hilo conductor que llevaba tiempo sin operar de forma tan evidente entre el catalanismo y el independentismo: la defensa del catalán. La lengua ha sido la principal protagonista de la jornada –seguramente el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya tiene parte de responsabilidad– y el principal punto de encuentro de los actores políticos. La realidad se ha vuelto como un calcetín en una década, dado que la salud del catalán fue un tema relegado durante el Proceso. Incluso dentro del independentismo hubo quien empezó a utilizar el castellano a menudo para seducir supuestamente a nuevos electorados. Y dentro de los contrarios a la independencia también se disparó una competencia electoral para quien era más bilingüe (lo que todavía dura entre el PP y la extrema derecha de Vox).
Por eso es normal preguntarse, después de esta Diada, si nos encontramos ante un regreso al pre-Proceso ya sus Onces de Septiembre. La respuesta podría ser afirmativa si nos fijamos en las reivindicaciones comunes que ponen sobre la mesa las tres fuerzas centrales ahora en Catalunya –PSC, Junts y Esquerra–, la desmovilización del independentismo o la estrategia de pacto en Madrid que lleva a cabo el soberanismo, pero el hecho es que hay elementos que hacen imposible responder con un sí.
De entrada, hay partidos como el PP que han decidido quedar fuera del consenso en Catalunya, pese a que en alguna época habían formado parte. Su no participación en los actos institucionales, como la izada de la bandera, o en la ofrenda a Rafael Casanova –lo que se repite desde el inicio del Proceso– es un ejemplo.
La aparición de la extrema derecha es un elemento distorsionador que puede complicar, y mucho, la formación de mayorías en futuras contiendas electorales. Tanto el españolista de Vox –cuya presencia radicaliza el discurso del PP– como la extrema derecha independentista de Aliança Catalana –que ayer por primera vez asistió de forma normalizada a la manifestación del ANC.
Pero hay otro elemento que hace inviable equiparar el contexto político actual al pre-Proceso, a pesar de que el catalanismo y el independentismo mantengan las mismas reivindicaciones. Si la estrategia de pez en el cuerno de Jordi Pujol quedó agotada en los años de la mayoría absoluta de José María Aznar, y el Estatut se topó con el Tribunal Constitucional, es porque desde Madrid decidieron que el desarrollo del estado autonómico había terminado. Y el Proceso –que fue un intento de driblar esto– solo afianzó aún más esa convicción. Por eso Pedro Sánchez, que va contracorriente con su España plurinacional, se ha convertido en el adversario a batir para la derecha política y judicial, por lo que el expresidente Carles Puigdemont aún no está en Catalunya.