Félix Bolaños, negociador jefe de la Moncloa

Los interlocutores valoran sus formas a pesar de que es duro en el contenido

ValenciaEl primer acuerdo importante entre el PSOE y el PP en esta legislatura ha llegado de la mano de Félix Bolaños y Teodoro García Egea, los negociadores de la renovación de los órganos constitucionales. Continúan sin poder desbloquear la situación de interinidad en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), pero sí que han pactado las sustituciones del Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo y la Agencia de Protección de Datos. No es más que una de tantas negociaciones en las que se encuentra inmerso el ministro de la Presidencia, convertido en el principal interlocutor del gobierno español con socios de coalición, aliados parlamentarios y también con la oposición. Los que le conocen destacan su capacidad para negociar con todo el mundo, una arma de doble filo que hace que la apuesta actual para aliarse con la mayoría de la investidura pueda cambiar si el contexto político también varía.

En el gobierno monocolor del PSOE ya era lo que se conoce como un fontanero de la Moncloa. Él es quien estuvo detrás, por ejemplo, de una de las imágenes icónicas de aquella legislatura: la exhumación de Francisco Franco. El día en que el cuerpo del dictador salió del Valle de los Caídos no se movió del lado de la entonces ministra de Justicia, Dolores Delgado. La retransmisión televisiva del momento descubrió a muchos un hombre que, tras las elecciones del 10 de noviembre, continuó formando parte del hueso de Sánchez.

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Si Adriana Lastra (PSOE) e Irene Montero (Unidas Podemos) compusieron el programa de gobierno de coalición, Bolaños y la actual secretaria general del partido lila, Ione Belarra, cerraron la estructura del ejecutivo. Una persona que ha tratado con él en el gobierno español destaca que tiene en la cabeza la arquitectura del Estado y su corpus jurídico. Cuando la Moncloa aprueba algunas leyes y proyectos de relevancia que requieren una explicación más detallada que no es viable hacer en una rueda de prensa convencional, es Bolaños quien ofrece la sesión informativa a los medios de comunicación para abordar la vertiente más técnica. Por ejemplo, junto con el exministro de Justicia Juan Carlos Campo, tuvo un papel clave en la motivación de los indultos a los líderes independentistas.

Antes de la remodelación del gobierno español este julio, sus funciones se compatibilizaban con la visión más estratégica que lideraba el jefe de gabinete, Iván Redondo. Ahora ha dado el salto a ministro y su visibilidad ha hecho que su peso político haya crecido y tenga una proyección pública. Podría hacer todavía un paso más si entra a la ejecutiva federal que se escoge en el 40 congreso del PSOE que se celebra en Valencia, a pesar de que el entorno de Sánchez este viernes no lo ha confirmado. Lo que no ha cambiado es su presencia en casi todas las negociaciones.

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Coordinador de la mesa de diálogo

“Confían en él y lo tienen un poco como pata de todo”, resumen desde el equipo de Bolaños. Uno de los principales encargos que afronta es la coordinación de la mesa de diálogo con Catalunya. En Madrid, el ahora ministro de la Presidencia ya era el interlocutor del grupo parlamentario de ERC y hace meses que supo que la ley del audiovisual era un frente importante para los republicanos. Esta norma es otra de las negociaciones en la que está implicado. “Es duro pero dialogante”, subrayan fuentes de ERC, que agradecen que tenga más “claridad” en el diálogo de la que tenía su predecesora, Carmen Calvo.

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Otros interlocutores subrayan su talante y la paciencia para negociaciones largas y complicadas, como la que mantuvo con Unidas Podemos por la ley de vivienda. Si bien las fuentes consultadas agradecen sus formas, desde la óptica de las izquierdas las expectativas son limitadas en cuanto al contenido porque es un “progresista moderado”. Tras coordinar la repatriación de Afganistán y las ayudas derivadas de la erupción volcánica en La Palma, los presupuestos son el próximo reto de Bolaños. Y el CGPJ, claro, la piedra en el zapato que él tampoco ha conseguido desbloquear.