Firmas contra el Estatut: la estrategia estatal que tuvo que acatar el PP catalán

Quince años después, Casado repite la táctica que con el tiempo los populares catalanes han visto como un “error”

Era un 31 de enero de ahora hace poco más de quince años y Mariano Rajoy, entonces presidente del PP, estampaba orgulloso su firma contra el Estatut de Catalunya desde la Plaza de las Flores de Cádiz. En Catalunya, el líder de los populares catalanes, Josep Piqué, lo hacía apenas tres días después desde Llavaneres. Y, según quienes lo conocen, lo hacía a regañadientes y forzado por las órdenes que llegaban desde Génova. “Fue una imposición de Madrid”, admite un dirigente del PP en Catalunya de aquella época. Pero como suele pasar, la dirección catalana acató a pesar de creer que la campaña les podía ir en contra. Se había “dado la orden”, recuerdan hoy ex dirigentes. Visto en perspectiva, ahora en privado se han multiplicado las voces dentro de los populares catalanes que consideran que aquella campaña fue un “error”. A pesar de todo, Pablo Casado ha decidido repetirla, recogiendo firmas esta vez contra los indultos a los presos políticos.

“¿Considera conveniente que España siga siendo una única nación en la que todos los ciudadanos sean iguales en derechos y obligaciones, así como en el acceso a las prestaciones públicas?”, decía la pregunta que el PP distribuía por las mesas que había instalado en diferentes ciudades españolas. El partido había decidido convertir su oposición férrea al Estatut aprobado por el Parlament en una cruzada a favor de la unidad de España que tenía que servir para desgastar al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Y la recogida de firmas tenía que ser el primer altavoz para visibilizarlo -después vendría el recurso en el Tribunal Constitucional-. Más allá de la fotografía de Rajoy, Piqué y otros dirigentes ante el Congreso con las cajas azules donde figuraba que había páginas y páginas de firmas, la iniciativa no tuvo ninguna utilidad práctica: solo acompañar -a pesar de que no era necesario- una proposición no de ley que el PP presentó en el Congreso. A estas alturas, las más de 4 millones de firmas -sin validar- distribuidas en 876 cajas continúan guardadas en el almacén del Congreso. 

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“Fue una barbaridad”

“El PP, no diré que conscientemente, alimentó la idea de que la recogida de firmas era contra los catalanes”, lamentaba hace un año en una entrevista en ElPeriódico el mismo Josep Piqué. “Fue una barbaridad descomunal, hundió al partido en Catalunya”, dice el ex dirigente del PP Manuel Milián, que en aquel momento defendió, además, que los populares avalaran el Estatut como “mal menor”, tal como escribió en un artículo en LaRazón. Unos días más tarde, incluso aplaudía su posición el ex ministro Manuel Fraga en una carta personal dirigida a él.

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Todavía hay ex dirigentes que recuerdan las mesas que se instalaron en diferentes puntos del territorio catalán -también en las sedes del partido-, como la de la Rambla Catalunya de Barcelona. El entonces portavoz adjunto del PP en el Parlament, Daniel Sirera, subraya, sin embargo, que en varios casos recibieron “insultos” y los increparon. “Había mucha gente que quería firmar pero no se atrevía a acercarse a la mesa”, añade. “Había ganas de firmar”, dice otra dirigente que se implicó en la campaña. Vistos los resultados, sin embargo, ahora admite que fue un “error”.

Los hay, de hecho, que estuvieron en desacuerdo desde el principio. “Lo encontré desde el inicio un disparate. Era exacerbar los ánimos de España en contra Catalunya y no aportaba ningún rédito en absoluto”, dice una de las cuatro personas del PP que formaron parte de la ponencia del Estatut. También han criticado públicamente la campaña a posteriori dirigentes como el actual alcalde de Badalona, Xavier García Albiol. La mayoría de populares consultados no lo ven como un factor determinante que hiciera germinar el Procés, pero sí que reconocen que contribuyó.

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Ahora bien, la mayoría también reparten culpas y recuerdan que el Govern no les aceptó ninguna de sus enmiendas. Sobre esta cuestión, algunos miembros del partido censuran el trabajo hecho por los ponentes y creen que no aportaron bastantes “alternativas”. Pero los implicados se defienden. La profesora de derecho constitucional Montserrat Nebrera, que asesoró al partido en la ponencia del Estatut, recuerda que fue la misma dirección estatal quien primero censuró las enmiendas que quería presentar el PP catalán -la mayoría acabaron siendo de supresión-. “La disciplina respecto al partido estatal hizo caer todo el trabajo”, lamenta.

Perfil bajo por los indultos

La estrategia de las firmas no sirvió para impulsar al PP en Catalunya, al contrario, en las elecciones de noviembre del 2006 el partido perdió un diputado. Quizás escarmentados por el precedente de hace quince años, ahora la formación mantendrá un perfil bajo en la recogida de firmas contra los indultos. Según fuentes consultadas, en Catalunya no prevén poner mesas en la calle para recoger firmas, sino que abrirán las puertas de sus sedes y potenciarán la campaña online. Hay dirigentes, de hecho, que consideran que vuelve a ser un error táctico para los populares catalanes. La estrategia, una vez más, vuelve a estar pensada en clave estatal para impulsar un PP al alza.