BarcelonaEl congreso de ERC ha coronado finalmente a Oriol Junqueras como su líder. Era un retorno esperado que certifica el fracaso de quienes planificaron su asesinato político. Sin embargo, no está nada claro que las aguas en ERC vuelvan a una cierta normalidad; por el contrario, hay muchas incógnitas por resolver. La primera es cuál será el comportamiento de Junqueras después de haber vencido a sus adversarios en una batalla que ha tenido mucho más de personal que de ideológico. Se habla de "purga" en sentido peyorativo, pero en política la confianza es un elemento básico, y es obvio que Junqueras tiene una lista negra de personas que considera que han conspirado contra él y que ahora no tendrán cabida en la nueva etapa. La incógnita es si la lista será muy larga o más reducida. Si será una limpieza quirúrgica o si se va a producir un auténtico cambio de régimen en la cúpula del partido.
En segundo lugar, habrá que ver cómo se comporta el nuevo Junqueras en relación con el viejo. El presidente de ERC, para consolidar su liderazgo, necesita desmentir alguna de las acusaciones que le han hecho durante la campaña, por ejemplo que nunca está a la hora de tomar decisiones difíciles. A partir de hoy, Junqueras deberá tener una posición sobre los presupuestos de la Generalitat y del Estado. Y también sobre el Ayuntamiento de Barcelona. Ahora todas las decisiones pasarán por él, sin excusas de ningún tipo. Y mandar significa mojarse y asumir cierto grado de desgaste. Una tercera incógnita que se abre a partir de ahora es saber qué va a pasar con los perdedores. El tono de la campaña indica que la oposición a Junqueras intentará mantenerse articulada porque confían en un corto mandato. Esto implica que la fractura interna no terminará de cerrarse y que las luchas cainitas continuarán. Sin duda, es el peor escenario posible para cualquier partido.
Ahora bien, tampoco será fácil mantener la unidad y la coherencia del grupo articulado en torno a Nova Esquerra Nacional, sobre todo porque Junqueras puede intentar cooptar a alguno de sus miembros con la excusa de la necesidad de "recoser" el partido y así debilitar a la oposición interna. Es algo lo que hizo Pedro Sánchez en el PSOE. Eso sí, Sánchez lo tuvo mucho más fácil cuando llegó a la Moncloa, porque de repente tenía miles de cargos por repartir. Junqueras solo podrá hacerlo si entra a formar parte del gobierno del Ayuntamiento de Barcelona o del de la Generalitat.
El independentismo sigue liderado por las personas que llevaron a cabo el 1-O y sufrieron la represión en carne propia: Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. Esto, como todo, tiene ventajas e inconvenientes. La ventaja es que ambos han acumulado una experiencia política notable y poseen un grado de conocimiento altísimo de este mundo. El inconveniente es que durante su trayectoria también han desarrollado muchos anticuerpos, y particularmente los dos tienen una relación nefasta. Esta incógnita es la más fácil de resolver, porque nada hace pensar que se pueda reconducir.
