De Junqueras a Puigdemont, todos los dardos de Clara Ponsatí

La 'exconsellera' presenta un libro en el que critica al Govern del 1-O y la carencia de plan después del referéndum

BarcelonaLo que dice Clara Ponsatí suele traer cola. La trajo cuando pocos meses después de 2017 la exconsellera de Enseñanza aseguró que el independentismo "iba de farol" y volvió hace poco cuando pidió una renovación de los liderazgos del independentismo en una entrevista en el programa Preguntes freqüents de TV3. Ahora ha hecho un libro que tampoco estará exento de polémica, puesto que habla en primera persona de cómo ha vivido los últimos años: Molts i ningú (La Campana).

Explica cómo llegó a la conselleria de Enseñanza a solo tres meses del 1 de Octubre –la llamó Elsa Artadi cuando Ponsatí acababa "de llegar de cenar y había bebido un poco"– y lamenta que a lo largo de su mandato no tuvo ningún debate a fondo dentro del consejo ejecutivo sobre cómo se tenía que hacer y aplicar el referéndum. De hecho, las conversaciones solo llegaron después y Ponsatí reconoce que no tuvo ninguna ascendencia sobre cómo continuar respecto a sus compañeros de Govern. "Juraría que la única que quería declarar inmediatamente la independencia, y que creía que aquello [el referéndum] había sido una victoria, era yo. [...] Puigdemont, callado; escuchando. Él siempre mira abajo. No sabes nada. Tiene esta cosa. No sabes si está o no está. Como no te mira, no lo sabes. Y no dijo casi nada. Yo dije que se había hecho el referéndum. ¿No habíamos aprobado la ley de transitoriedad? ¿Por qué la habíamos aprobado, entonces? [...]. Fue el momento en el que se me cayó del todo la venda de los ojos", asegura.

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No es la primera vez que Ponsatí se refiere a Puigdemont en estos términos y tampoco que evidencia que se quedó sola con sus opiniones en el Govern –como cuando fue la única consellera que votó en contra de suspender la declaración de independencia el día 10 de octubre–: "Estaba convencida de que les resbalaría cualquier cosa que pudiera decir yo. Y lo sigo creyendo. Ahora podría hacer una elucubración sobre psicología, pero es evidente que yo no contaba ni con la atención ni con el respeto de aquel grupo [del consejo ejecutivo]". Y sobre el expresidente en el exilio dice: "[Puigdemont] Es una anguila, se escapa. Es un hombre difícil de describir. No se comunica mucho. No pregunta. Es un tío astuto. El president no acabó los estudios universitarios, pero esto no le ha impedido ser una persona culta. Muy culta", dice para describirlo. También añade que tiene una "habilidad dialéctica brutal", pero a la vez afirma que una vez acaba sus discursos "te deja sin saber del todo qué te está proponiendo".

Más dura todavía es con Oriol Junqueras (ERC), en aquel momento vicepresidente, a quien reprocha su carencia de opiniones en momentos clave e incluso su ausencia. Relata la reunión de miembros del gobierno que hubo después de la declaración de independencia el día 27 de Octubre: "Los consellers teníamos clarísimo que no estábamos allí para firmar los decretos de la nueva república. Yo también lo tenía clarísimo; entonces ya sabía que no había ningún plan para hacer nada. El vicepresidente Junqueras ni siquiera vino. El conseller de Justicia, Carles Mundó, tampoco. Marta Rovira dijo que Oriol no vendría porque estaba enfermo. No se encontraba bien. Puede ser: el día que firmamos la ley del referéndum nos tuvo esperando mucho rato porque tampoco se encontraba bien".

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No es el único fragmento en el que habla del líder de Esquerra, puesto que también describe la primera vez que se cruzaron después de ser nombrada consellera. "Al salir de aquella primera reunión [con Puigdemont] me encontré que entraba Oriol Junqueras acompañado de toda la corte, Sergi Sol incluido. Eran unos cuantos, cuatro o cinco, todo hombres. Me miraban con curiosidad. Quizás con aquel primer vistazo tuvieron suficiente para medirme los pechos. Bromas aparte, no recuerdo exactamente si era Lluís Salvador el que quería una consellera de Enseñanza con unos buenos pechos", ironiza la exconsellera. También recibe el expresident del Parlament Roger Torrent, a quien acusa de no considerar en ningún caso la investidura de Puigdemont desde el exilio en 2018 –"Se acababa de comprar un abrigo y estaba encantado de haberse conocido y de sentirse tan guapo", dice Ponsatí sobre Torrent cuando se reunió con el expresident después de las elecciones del 21-D de 2017–, y también el exconseller Carles Mundó, con quien fue al funeral de una de las víctimas de los atentados de las Ramblas, y lo describe como "grosero" por querer, según su parecer, acaparar junto con su gabinete toda la atención.

También hace comentarios sobre sus compañeros de filas de Junts. Del exconseller Josep Rull asegura que "podría escribir un poema épico de puertos y aeropuertos, y un tratado filosófico de la rotonda", mientras que de Toni Comín, actual eurodiputado de Junts, afirma que al principio tenían unos "encontronazos de miedo" porque "habla mucho, mucho" y ella le decía: "Para de hablar, Toni, que ya lo he entendido". "Él cree que todo su discurso se tiene que escuchar entero, no hay ninguna parte que sea prescindible. Me parece que no se lo tomaría mal, ahora, si me escuchara decir esto. Nos hemos hecho muy amigos", explica sobre el exconseller de Salud.

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Distancia con Junts, ERC y la CUP

A lo largo de todo el libro –en el que intercala los hechos vividos en 2017 y el exilio con su trayectoria autobiográfica y recuerdos familiares– se exuda la distancia de Ponsatí con los tres partidos independentistas, aunque sea eurodiputada de Junts. Primero, por cómo gestionaron el Uno de Octubre –los acusa de no prever la reacción del Estado y de no tener ningún plan después del 1-O– y, después, por haber adoptado una estrategia de "renuncia" en la etapa actual, en palabras que la misma Ponsatí ha utilizado este miércoles en la rueda de prensa para presentar el libro.

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A pesar de que ella también estaba en el Govern –y que admite que tendría que haber dimitido–, les reprocha que después de la "victoria" del referéndum no se ejecutara el resultado y lamenta que los argumentos fueran la carencia de "control del territorio" cuando habían dicho que preparaban las "estructuras de estado"; que no se pudiera "contar" con los Mossos y que podía haber "muertos" si se continuaba el enfrentamiento con el Estado. "Retirarse porque ellos amenazan es aceptar su violencia. El riesgo cero no existe. Todas las decisiones son costosas [...]. ¿Qué tenemos que garantizar? ¿Que no haya ni un muerto? Ya lo sabemos que no queremos que muera nadie, nosotros. Pero ¿cómo queremos asegurar que ellos no maten a alguien? ¿Y solo porque hay existe riesgo nos tenemos que detener? [...]. No hace falta que todo el mundo esté dispuesto a arriesgarse, simplemente es un riesgo que se tiene que correr", constata.

Este miércoles en rueda de prensa ha insistido en la misma idea y ha abogado por la necesidad de que haya una "nueva articulación del independentismo" porque cree que Esquerra, Junts y la CUP ya no son "herramientas útiles". ¿Esto quiere decir, entonces, que Clara Ponsatí está impulsando una nueva formación independentista? Según ella, no, a pesar de los "rumores" y las "intoxicaciones" –ha dicho– y que es una idea que hace tiempo que sobrevuela algunos círculos independentistas.