Madrid, la batalla que redibujará el mapa político español
Todos los líderes estatales se juegan algo: Sánchez la gestión de la pandemia, Casado el liderazgo, Arrimadas la existencia, Iglesias la despedida y Abascal tocar el poder
MadridEmpieza la campaña para el 4 de mayo, en que está en juego crear un esquema de alianzas inédito en el Estado si Vox acaba gobernando con el PP. Además, está la posibilidad de que Ciudadanos se quede sin representación y se renueve el sistema de partidos. Todos los líderes estatales se juegan algo: Sánchez la gestión de la pandemia, Casado el liderazgo, Arrimadas la existencia, Iglesias la despedida y Abascal tocar el poder.
Ayuso eclipsa a Casado y lo empuja a gobernar con la extrema derecha
El líder del PP, Pablo Casado, se esforzaba en vano estos días para ser el centro de atención en plena cuenta atrás para el 4-M. La presidenta madrileña acapara todos los focos. Se divisan buenos resultados en la sede de la calle Génova, pero también planea el temor que la baronesa tenga cada vez más poder y amenace el liderazgo estatal de Casado. El único paso en falso de los últimos días ha sido el fichaje frustrado del exportavoz de Ciudadanos en las Cortes Valencianas Toni Cantó, que al final ha quedado fuera de la lista electoral por decisión del Tribunal Constitucional. La de Cantó fue una apuesta personal de Casado de la que recelaba Ayuso, pero al final el disparo le ha acabado saliendo por la culata, a pesar de que fuentes populares consideran que se ha conseguido transmitir el mensaje al votante naranja que es mejor abrazar el gran partido de la centroderecha.
Para intentar desactivar la sombra alargada que proyecta Ayuso, Génova repite por activa y por pasiva que “si gana el PP, pierde el sanchismo” y confía que el revulsivo suponga un impulso para que Casado llegue a la Moncloa. El líder de los populares en el ámbito estatal se implicará a fondo en la campaña e intentará ser, en este caso, la sombra de Ayuso para que no se desdibuje su liderazgo. Miércoles ya endureció el tono de bronca, con gritos e insultos, en su intervención como cabeza de la oposición en la última comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso para rendir cuentas por el estado de alarma.
Sin embargo, la principal patata caliente que Casado se encontrará encima de la mesa pasado el 4-M es el fácil escenario que Ayuso acabe gobernando con Vox. Esto supondría dar poder a la extrema derecha por primera vez, puesto que a escala autonómica se ha mantenido hasta ahora como aliado externo. Fuentes de la dirección del PP evitan hablar de este escenario y solo entran en la posibilidad de que la presidenta madrileña consiga la mayoría absoluta de 69 escaños o bien que gobierne en minoría. El gobierno de coalición, sin embargo, es un escenario que Ayuso no rechaza.
El examen de Sánchez por la gestión de la pandemia
El presidente español, Pedro Sánchez, ha caído en la trampa de Isabel Díaz Ayuso y ha decidido convertir la campaña en una guerra entre él y la líder madrileña, lo que ha eclipsado incluso a su candidato, Ángel Gabilondo. El PSOE, a priori, no se jugaba mucho en el 4-M, pero la decisión de Sánchez de entrar en el cuerpo a cuerpo -incluso cuestionando los datos sobre el coronavirus de Madrid en una conversación con periodistas viajando en avión por África- ha convertido los comicios en una batalla por la gestión de la pandemia: entre la laxa regulación del PP, con la imagen de los bares abiertos y la fiesta de los franceses de viaje en la capital española, y las advertencias por parte del gobierno español.
Sánchez no ha movido hilos a última hora para cambiar de candidato como pasó en el 14-F con Salvador Illa, pero sí que ha vuelto a comprometer al gobierno si Gabilondo llega al poder: la actual ministra de Industria, Reyes Maroto, sería la vicepresidenta económica. Este gesto supondría una tercera crisis de gobierno en un año y lo que podría ser la antesala de una renovación más profunda para adelgazar el ejecutivo como gesto de buena voluntad de cara a Bruselas, que exige reformas de gran alcance aplazadas a después del 4-M.
Arrimadas se juega la supervivencia y se implicará a fondo
Después del naufragio de las catalanas del 14-F, Inés Arrimadas se enfrenta ahora a la campaña más difícil. Está en juego la supervivencia de Ciudadanos y también, de nuevo, su liderazgo, después de salir del efecto dominó de la crisis murciana con un goteo de bajas en todos los Parlamentos y también en el Congreso. Por eso, se implicará a fondo apoyando a su candidato, Edmundo Bal, que ha relevado a Ignacio Aguado, que fue vicepresidente de la Comunidad.
La presidenta de los naranjas lo tiene todo en contra: primero, el voto útil entorno a Ayuso -que consigue quedarse en las encuestas la mayoría de los votos de derecha- y, segundo, lo que se conoce como el efecto del Titanic, es decir, la fuga de votantes cuando se impone la percepción que un partido está haciendo aguas. Cs ha optado por presentarse como el único antídoto a un posible gobierno de Ayuso con Vox, aunque sea para pedir repetir la fórmula de la coalición con el PP que fracasó.
Iglesias evita confrontarse con la izquierda y se centra en movilizar la abstención
Iglesias aspira a conseguir la mejor despedida posible de la política estatal y hacer que valga la pena la decisión de dejar la vicepresidencia segunda. De momento, Podemos tiene clara una cosa: no quedará fuera de la Asamblea, aspira al menos a duplicar los resultados de 2019 y pasar de 7 a 14 escaños -según las últimas encuestas.
A pesar del rechazo inicial de Más Madrid a formar una candidatura unitaria, la enemistad entre las dos fuerzas no se está trasladando a la campaña. Iglesias ha optado por no confrontarse en ningún momento con la izquierda y centrarse en movilizar la abstención. Cree que su bolsa de votos radica justamente en los barrios más humildes. Por eso, junto con Más Madrid y el PSOE, ha pedido el voto en masa por correo, puesto que el 4-M será un día laborable.
Pablo Iglesias tiene delante una nueva batalla casi imposible. El PSOE le ha hecho borrón y cuenta nueva y lo pone en el mismo cajón de Vox como “extremista”. No en vano, uno de los puntos débiles de Gabilondo es que entre el electorado no se percibe una alternativa al PP que no sea un gobierno tripartito de izquierdas con Podemos. De hecho, el partido lila pide reeditar la coalición de gobierno en España y una de las voces estrella de la campaña será la vicepresidenta Yolanda Díaz.
El trabajo de hormiguita de Errejón, que aspira a superar a Podemos
A pesar de la irrupción de Pablo Iglesias en la campaña madrileña, Más Madrid -la formación liderada por Íñigo Errejón y con Mónica García de candidata- todavía no ha tocado techo en las encuestas. En 2019, de la mano todavía del efecto Manuela Carmena en el Ayuntamiento, consiguió casi medio millón de votos y 20 escaños. Ahora los sondeos los sitúan todavía como tercera fuerza -por encima de Unidas Podemos - con 18 escaños.
Es el resultado del trabajo de hormiguita de Errejón después de ver cómo se quedaba fuera del poder en las municipales y autonómicas pasadas y decidiera dar el salto al Congreso para no caer en la irrelevancia. García no ha dejado de hacer de oposición a Ayuso durante la pandemia. La poca contundencia de Gabilondo también se lo ha puesto fácil. La candidata de Más Madrid compagina la política con el trabajo como anestesista en un hospital público. Han ideado un campaña muy barata centrada en el voto joven y femenino -razón por la que decidieron no sumar con Iglesias.
La primera prueba difícil para Abascal: el riesgo de no tener escaños
La del 4-M se ha convertido en la campaña más difícil para los de Santiago Abascal. Por primera vez podrían tener el poder cerca, pero a la vez sus votantes sienten una gran simpatía por Isabel Díaz Ayuso y Vox podría no llegar ni al 5% de los votos, el umbral necesario para entrar en la Asamblea de Madrid. Todo ello sumado al hecho que en la legislatura pasada la candidata ultra, Rocío Monasterio, no ha demostrado capacidad de negociación real para condicionar el ejecutivo.
Para intentar distanciarse del PP, Vox ha emprendido una campaña de agitación aferrándose al voto xenófobo. A la vez, cuenta con la tribuna de la mayoría de medios conservadores de alcance estatal. Abascal consiguió el efecto que quería en el mitin de Vallecas, polarizar y tener cuota de pantalla delante de, sobre todo, Podemos. Y es que en esta campaña Vox necesita hacerse un agujero en los barrios más humildes de Madrid, puesto que ve que no puede crecer más robando votos de los más ricos al PP.