La política española, pena y dolor
MadridEn la política española no está ocurriendo nada que valga la pena, pero toda ella es una lástima. La actualidad está dominada por noticias que no habríamos querido dar, obviamente no por esconderlas sino porque querríamos que no hubieran existido. Dejo para más adelante el lamentabilísimo asunto de Íñigo Errejón y su conducta de acoso sexual a varias mujeres. Me centro para empezar en los episodios de corrupción de raíz económica. Los nombres de Koldo García y de su jefe, José Luis Ábalos, ya forman parte de las peores pesadillas de los socialistas. Pero si el debate político en el Congreso sobre los casos de corrupción resulta muchos días lamentable, en la Asamblea de Madrid se logran peores registros. Mi tesis, en todo caso, es que al negarse a ir a encontrarse con el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, lo que ha querido Ayuso es dar un paso adelante para sugerir con especial intensidad a la opinión pública y a su partido que ella está disponible para lo que haga falta más adelante.
Algunos han interpretado que la presidenta madrileña se ha mostrado lógicamente ofendida por el “estado policial” que ella describe a consecuencia de las revelaciones sobre su pareja, Alberto González Amador, y cuyos detalles de los delitos de fraude fiscal está acusado. Y todo ello ha llevado a una intensa discusión en la asamblea autonómica sobre los gastos alegados por este empresario para obtener desgravaciones fiscales, entre ellas las relativas al hilo dental. Según Ayuso, este hilo es tan fino que no podrá tapar la "montaña" de corrupción de los socialistas. Todo ello acompañado del lanzamiento de querellas cruzadas que la líder del PP de Madrid y el presidente del gobierno llevan a cabo como una batalla de almohadas.
La presidenta madrileña siempre ha buscado el enfrentamiento directo con el presidente del gobierno, pero esta vez hay algo más. Es como si Ayuso hubiera querido poner de manifiesto que existe otra forma de tratar a Pedro Sánchez, distinta de la mínima cortesía institucional. De hecho, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, había dicho pocos días antes de que había que ir a la Moncloa cada vez que los presidentes autonómicos estuvieran convocados. Y la presidenta madrileña ha despreciado ese criterio, permitiéndose prescindir de la opinión del líder de su partido. No es que Ayuso no renuncie a nada, sino que se muestra como alguien que sabe desairar a Sánchez como ella cree que se merece. En otras palabras, antes de derogar el "sanchismo" lo que hace falta es despreciarlo.
En cuanto al fondo del caso de Ábalos y Koldo, de acuerdo con lo publicado, en especial el contenido del informe de la unidad central operativa (UCO) de la Guardia Civil, la de estos personajes es una de las versiones más vulgares de la corrupción conocida en el país, y que conste que ya hay muchos capítulos de esta serie. Las mariscadas, el chalet como pago en especie y el piso del amante a cargo de los cómplices no podrían formar parte de un guión de Woody Allen que mezclara sexo y dinero, ni siquiera de una aventura de Torrente. Pero el PSOE está muy preocupado por ese asunto. En realidad, lo está desde hace tiempo, según se ha ido sabiendo estos días por las confidencias realizadas en torno al Congreso.
Los socialistas creen que las cosas se pueden complicar aún más, porque de forma directa con Ábalos, o por medio de su asesor Koldo, la trama tenía acceso a gran parte de la administración. Sigo pensando que el atestado de la Guardia Civil tiene escaso valor probatorio, porque hace afirmaciones muy genéricas. Pero son los propios dirigentes del PSOE quienes expresan temor por la posible evolución del caso, dado el grado de penetración de la red en ámbitos gubernamentales y su relación con el empresario Víctor de Aldama, en prisión desde el día 10, por el fraude del IVA en la compra de hidrocarburos. En todo caso, el juez encargado del caso en la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, se agarró al mencionado informe de la UCO, planteando al Supremo que siga con la investigación sobre Ábalos, dada su condición de aforado, como a diputado. El juez se hace eco de la tesis de la Guardia Civil que plantea que el ex ministro de Transportes y ex secretario de organización socialista tuvo un "papel principal" en la trama, sin concretar mucho más. Para iniciar una investigación puede ser suficiente, pero para llevar a juicio a alguien hay que afinar más la acusación de pertenencia a una organización criminal, la que se hace en Ábalos.
La banca suiza
Por otro lado, el propio exministro sigue jurando que es del todo inocente, aunque con argumentos que no alejan precisamente las sospechas sobre su papel en los negocios de la trama. Estos días Ábalos ha estado diciendo que no tiene sentido que le acusen de haberse beneficiado por una cantidad aproximada de 75.000 euros, cuando el ministerio que dirigió adjudica contratos por valor de cientos de millones. En definitiva, rechaza la imputación porque es por poco. Suena a quejarse por ser infravalorado. Al extesorero del PP Luis Bárcenas, en cambio, daba gusto escucharle cuando explicaba que bien recibido que estaba en la banca suiza los días que iba a traer sus ahorros. Nunca había tenido ningún problema de aparcamiento. Decía que la entidad que visitaba no se parecía a cualquier sucursal bancaria de Madrid. Allí te iban a buscar al parking, te subían a la planta noble en un ascensor acolchado y lujoso y tú pasabas al despacho del directivo, que se levantaba para saludarte, dando unos pasos hacia la puerta, con la sonrisa de los hombres felices, mientras a la señora del visitante la dejaban en una salita con pastas y revistas. El extesorero popular era, además, un gran aficionado al arte, aunque algunos amigos suyos decían que no sabía distinguir a un Picasso de un Velázquez. Al fin y al cabo, ambos pintaron meninas.
Una palabra sobre Errejón. Su comportamiento ha sido injustificable y autodestructivo. Y le ha hecho un agujero inmenso en Sumar. La credibilidad de esta formación y de Podemos en materia de igualdad después de la ley del sólo sí es sí y de ese episodio queda bajo mínimos. Sumar debe dar muchas explicaciones sobre lo que sabía y tapó. También este capítulo es de pena y dolor en todos sus aspectos. Errejón ha tenido muy buenas intervenciones en el Congreso, de forma y fondo. Muy lamentable de que su personalidad tuviera dos caras y que se haya negado a sí mismo.