Cinco años del 1-O

Puigdemont: "El referéndum del 1-O es válido y no hay que volverlo a hacer. ¡Ya hemos votado!"

60.000 personas según los organizadores y 11.000 según la Guardia Urbana participan en el acto del Arc de Triomf

BarcelonaEl quinto aniversario del 1-O ha exhibido las imágenes previsibles: desunión, silbidos y crítica en un movimiento enfrentado internamente y sin estrategia compartida desde el referéndum del 2017. Si el president de la Generalitat, Pere Aragonès, insistía en un "acuerdo de claridad" con el Estado a mediodía, su predecesor de 2017, Carles Puigdemont, rechazaba este planteamiento. El referéndum ya se ha hecho y ahora hay que pasar a otra cosa: "El referéndum del 1-O es válido y no hay que volverlo a hacer. ¡Ya hemos votado!" La reacción de los miles de personas presentes en el Arc de Triomf en la movilización convocada por el Consell de la República ha sido gritar "¡President, presidente!", en claro contraste con lo que había sucedido con anterioridad cuando las referencias eran para el Govern o para ERC. "¡Basta!" y "Govern dimisión" han sido el leitmotiv de la jornada, con abucheos incluidos incluso para la expresidenta de la ANC y del Parlament Carme Forcadell, que hasta ahora había esquivado el enfado que una parte de los manifestantes hace tiempo que dirigen contra los republicanos.

Carme Forcadell, silbada en la movilización del 1-O.

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Puigdemont ha cargado contra aquellos que "tanto de Madrid como desde casa mismo piden que lo dejemos correr", y ha asegurado que el "principio de realidad nos aconseja comer poco y digerir bien". "Avisamos a todos aquellos ilusos enterradores de que su luto se da por despedido", ha aseverado: "La nuestra es una lucha que no caduca". El ex president ha erigido el Consell de la República en el ente que tiene que liderar la estrategia hacia la independencia de Catalunya: "Alguien lo tiene que hacer y este alguien es el Consell". Después de enmendar la apuesta de Aragonès por el acuerdo de claridad –a pesar de que sin referirse a ello explícitamente–, Puigdemont también ha cargado contra la mesa de diálogo con el Estado y ha afirmado que si a alguna mesa de diálogo se tiene que estar "encadenado" es aquella en la que están todos los partidos independentistas, "donde hagamos posible presionar y recoser a la vez", ha dicho por videoconferencia desde Bruselas.

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El discurso de Puigdemont, que ha puesto punto final al acto, entronca con la intervención que minutos antes había hecho la presidenta de la ANC, Dolors Feliu, recogiendo aplausos entre el público. Feliu ha sacado pecho de haber contribuido a la crisis abierta en el Govern: "Hem hecho mover a los partidos que estaban instalados en el inmovilismo". La líder de la ANC ha anunciado la puesta en marcha de una "gran conferencia nacional por la independencia", con el objetivo que "esta legislatura, sea larga o sea corta, nos encuentre preparados y con un plan". Los concentrados han respondido al grito de "¡corta!". Y ha advertido de que pedirá "elecciones" si los partidos no "se suman" a sus demandas: "Haremos la lista cívica, sacaremos adelante nuestro proyecto".

Forcadell y Antich, abroncados

Forcadell, que ha abierto los discursos políticos, no ha cultivado tantas simpatías entre los concentrados. Ella era la presidenta del Parlament durante el 1-O y sufrió las consecuencias: condenada a once años y medio de prisión, acabó cumpliendo más de tres entre rejas. Ha sido la representante de ERC más reconocible al subir al escenario situado en el Arc de Triomf de Barcelona –también lo ha hecho el presidente del AMI, Jordi Gaseni, que también ha tenido que oír silbidos–, en la movilización principal de la jornada convocada por el Consell de la República y varias entidades soberanistas. "Sé que estáis enfadados", ha admitido ella, que se ha acabado emocionando ante la dificultad para avanzar en su discurso. "Necesitamos una estrategia común, dejémonos de pelear, olvidémonos de los reproches y trabajemos conjuntamente por una nueva oportunidad", ha reivindicado Forcadell: "Tenemos que ser más fuertes, estar más preparados, organizados". Los concentrados le han respondido con un fuerte silbido, que otros manifestantes han intentado tapar con aplausos. Forcadell ha defendido que, a pesar de la indignación, la gente tiene que continuar "movilizada". "Hay que culminar lo que empezamos ahora hace cinco años".

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El discurso del líder de Òmnium Cultural, Xavier Antich, también ha sido abucheado justo en el momento en el que ha instado a apostar por el diálogo entre independentistas. "No hay alternativa a ponernos de acuerdo, hay que dejar atrás estos 5 años de reproches, falsas expectativas y renuncias", ha dicho mientras la gente gritaba "Govern dimisión". Como ya había hecho por la mañana en un acto propio de Òmnium, Antich ha reprochado a las formaciones políticas su lucha "partidista" y ha reclamado la creación de un nuevo espacio de coordinación del movimiento.

En el público no estaba ni el president del Govern, Pere Aragonès, que a mediodía ha hecho un mensaje institucional, ni el presidente de ERC, Oriol Junqueras, pero sí consellers como Tània Verge y Josep González Cambray o altos dirigentes republicanos como Marta Vilalta y Meritxell Serret. La plana mayor de Junts, encabezada por Laura Borràs y Jordi Turull y todos sus consellers, también el hasta ahora vicepresidente Jordi Puigneró, sí han asistido a la manifestación, como también ha habido representación de la CUP: Eulàlia Reguant, Dolors Sabater y Carles Riera, entre otros. En la cabecera de la concentración una pancarta cargaba contra el Govern y los partidos: "ERC, JxCat, CUP, tripartito de la vergüenza".

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Según datos de la Guardia Urbana, se han concentrado 11.000 personas en el Arc de Triomf y, en cambio, la organización ha dado por bueno el dato de 60.000 asistentes. El Passeig Lluís Companys estaba atestado. El ambiente, como es habitual en el movimiento independentista, ha sido pacífico, pero los reproches cada vez son más evidentes en las pancartas. A lo largo del acto se han proyectado imágenes de las cargas policiales del 1-O, que los concentrados han recibido con indignación.