MadridSon las siete de la tarde de un miércoles y la calle Ponzano empieza a llenarse. Situada en el corazón de Chamberí, es la Meca del popular tardeo madrileño y también el barrio donde ha crecido la presidenta madrileña y candidata a la reelección, Isabel Díaz Ayuso. Cinco compañeras de máster “celebran la vida” -bailando reggeaton - con un gin tónic en la mano en el interior de uno de los locales que ofrecen la nueva cerveza artesana de moda entre viejos y nuevos votantes del PP: ¡La Caña de España! Curiosos de todo tipo entran en el local para probarla, brindar con la cara de Ayuso en la etiqueta y llevarse la botella a casa, asegura la camarera del bar La Lianta de Ponzano.

“Hay que seguir viviendo. ¡Yo soy una ayuser!”, dice Laura (nombre ficticio), y enseña un brazalete con la bandera de España. Una de sus amigas, Antonia, reconoce que nunca se ha considerado de derechas pero que tiene claro que votará al PP: “Madrid es una comunidad boicoteada y Ayuso se ha atrevido”.

Dos locales más allá, Roberto hace números. Es el propietario de Lolamenta y ha decidido estampar la imagen de Ayuso en uno de los cristales del local. Si no fuera por ella dice que ya habría cerrado y, en cambio, mantiene un 80% de la facturación. Con una concentración de 72 bares en un kilómetro, Ponzano encarna el nacionalismo madrileño del que se enorgullece la candidata del PP. Pero el ayusismo es mucho más: es el resultado de 25 años de gobiernos ininterrumpidos del PP en la Comunidad.

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Una identidad ideológica

¿Qué hay detrás del “vivir a la madrileña” que predica Ayuso? Beatriz tarda un rato en contestar. Acaba de volver de un mitin en la plaza de Chamberí con sus padres y lleva una de las mascarillas de las juventudes del PP, justamente con este lema. “Es la reacción a un año de relación entre la Comunidad de Madrid y el gobierno español sin precedentes, ¡hasta el punto que impusieron cerrar Madrid!”, explica. Ella trabaja en Londres pero lleva unos meses en Madrid para poder “vivir con libertad”. Su madre, Teresa, cree que no hay que buscarle tres pies al gato con el discurso de Ayuso: “Libertad es el No pasarán durante la guerra".

Lejos de presentar una campaña de propuestas, la presidenta madrileña lo ha fiado todo a esta palabra. Libertad, de hecho, es la única palabra escrita en la carta de propaganda electoral que ha llegado a casa de todos los censados por las elecciones del 4 de mayo. Para Sandra León, politóloga e investigadora talent senior en la Universidad Carlos III de Madrid, lo que algunos ya llaman el “fenómeno Ayuso” no es más que la capacidad para consolidar una “identidad ideológica” y no nacional a través de las políticas del PP desde 1995, como la de libre elección de centro educativo o de la atención sanitaria.

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El sociólogo y profesor de ciencia política Ignacio Sánchez-Cuenca fue de los primeros en alertar del perfil de Ayuso. Ya en mayo de 2020 la presentó como una “alumna aventajada de Trump en España” y avisó de los riesgos que podía suponer ridiculizarla. “Ha sabido absorber un discurso optimista mientras la izquierda solo dice que hay que ser más estricto con todo”, señala. El resultado: un perfil que “bebe de la herencia de las políticas neoliberales del PP en Madrid desde 1995 y que ha sabido explotar muy bien el nacionalismo español”. León también considera esencial para entender el poder de la presidenta madrileña el hecho que el votante del PP sea más centralista en la capital española que en otros lugares del Estado y que desde el inicio de la pandemia haya hecho políticas más próximas a los votantes de Vox que no a los del PP.

El espejismo de los impuestos bajos

Si hay una promesa repetida por Ayuso en campaña ha sido la de hacer “las bajadas de impuestos más grandes de la historia” -promesa que ya hizo en 2019 antes de ser elegida presidenta-. Madrid se vanagloria de tener la política impositiva más baja. ¿Sin embargo, realmente es así? En un intento de defender su fiscalidad, el equipo de la presidenta madrileña ha difundido esta semana una calculadora que, aun así, demuestra que los impuestos bajos -en este caso de los tramos de IRPF autonómicos- solo benefician a los más ricos. Un mileurista no gana nada en comparación con otra comunidad, mientras que alguien que gane 150.000 euros anuales se ahorra hasta un 10,5% respecto a comunidades gobernadas por los socialistas, unos 3.000 euros.

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“Es una muestra más de las políticas neoliberales del PP destinadas a los tramos más ricos de la población”, destaca el catedrático de economía aplicada y exrector de la Universidad Complutense Carlos Berzosa. De hecho, detalla que según los estudios más recientes la eliminación de patrimonio y sucesiones y, con menos importancia, la reducción del IRPF, solo benefician al 7% de la población. “El crecimiento de Madrid no se debe de a los impuestos bajos, es por el efecto de la capitalidad y el talento”, asegura. Pero a su parecer con este relato “se ha creado una nueva clase media, un nuevo rico, poco informado y encantado con las políticas poco redistributivas” de la región.

El economista José Carlos Díez apunta en la misma dirección y niega que Madrid sea quien está saliendo mejor de la crisis del coronavirus. Pone de ejemplo el turismo de negocios y de fin de semana -donde ha sufrido la caída más fuerte de todo el Estado-. Berzosa también dice que “se ha querido salvar la economía en detrimento de la salud, pero tampoco se han obtenido datos positivos en la evolución económica”.

Una educación muy desigual

La desigualdad a nivel de impuestos también se traduce en desigualdad educativa. Si hay un colectivo en el que el PP ha conseguido adeptos los últimos meses es, además del de la hostelería, el de las familias que llevan sus hijos a la escuela concertada (Madrid es justamente, con el País Vasco, la comunidad con menos presencia de escuela pública, un 55% frente a un 30% de la concertada y un 15% de los centros privados). Son las 16.30 h y un grupo de cuatro madres esperan que salgan los hijos del colegio Nuestra Señora de las Delicias, en el barrio de Arganzuela. Todas aseguran que el 4-M está en juego que sus hijos puedan continuar asistiendo a este colegio y se han movilizado activamente como parte de la marea naranja en contra de la ley Celaá, que revierte la ley Wert y establece que hay que garantizar plazas siempre priorizando la escuela pública.

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En Madrid hay posibilidad de elección de centro, independientemente de la proximidad. Ahora bien, esto solo pasa si hay plazas libres. El PSOE admite que buena parte de la nueva ley educativa se hizo para acabar con prácticas de la Comunidad de Madrid, donde el peso de la escuela pública ha caído un 5% desde que gobierna el PP. María Elena Vaquero, coordinadora de CCOO Enseñanza y miembro de la Marea Verde, recuerda como el PP ha cedido sistemáticamente suelo público a escuelas concertadas, mientras que Madrid se ha convertido en la comunidad que menos invierte por alumno: 4.727 euros el año, la mitad que Euskadi. Supone un 2,25% del PIB de Madrid; la media estatal se sitúa en un 4,27%.

Las Escuelas Católicas de Madrid han hecho campaña en sus centros y Emilio Díaz, su portavoz, asegura que “el 4-M peligra el modelo de la concertada si ganan las izquierdas”. Rebate con vehemencia que este modelo cree más desigualdad, mientras que Vaquero muestra el último informe de Save the Children, que sitúa Madrid como la región con más escuelas gueto de la OCDE después de Turquía. “Estamos viviendo como se sacan líneas en escuelas públicas para darlas a la concertada y Ayuso ha prometido continuar con este modelo”, concluye.

La inversión más baja en sanidad

A la inversión en educación más baja del Estado se le suma también la inversión más baja en sanidad. La gestión de los hospitales madrileños es el resultado de años de intentos de privatización y privatizaciones encubiertas, así como de políticas inmobiliarias para crear grandes centros sanitarios desposeídos después de presupuesto para el día a día. La expresidenta madrileña Esperanza Aguirre impulsó la construcción de ocho hospitales que repartió entre las ocho grandes constructoras españolas. Hoy en día algunos no trabajan a pleno rendimiento, como el Infanta Sofia del Ensanche de Vallecas, que tiene una planta vacía. Por eso diferentes colectivos de la Marea Blanca pusieron el grito en el cielo cuando Ayuso anunció la creación de la Hospital Enfermera Isabel Zendal sin aclarar quién trabajaría ahí -al final ha acabado quitando a médicos de otros centros.

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Madrid da la posibilidad de elegir médico, centro de salud y hospital. Para el PP es uno de los grandes disparos de identidad de la capital española. Pero detrás esta decisión, según Mar Noguerol, médico de atención primaria y miembro de la Asociación de Médicos Especialistas de Madrid, está la intención de “fomentar la derivación a centros privados” después del intento frustrado por la justicia de privatizar seis hospitales por parte del consejero Javier Fernández-Lasquetty, que Ayuso rescató el año pasado para su equipo. Si un hospital público está colapsado, el paciente acaba optando por una clínica privada con menos cola de espera.

El resultado, explica Fátima Cortés, portavoz de la Asociación Madrileña de Salud Pública, es el “recorte progresivo de presupuesto y que no se hayan reforzado las plantillas”. “No hay un programa claro por parte del PP en cuanto a la sanidad a pesar de la pandemia”, exclama. Mientras tanto, no han dejado de crecer los seguros privados durante el año del covid. Casi 4 de cada 10 madrileños ya tienen uno y solo les supera Catalunya, a pesar de que el crecimiento está siendo más fuerte en la capital española, que solo dedica un 3,7% del PIB a la sanidad -la media española es del 5,6%.

Una capital partida en dos

Pero si la huella de las políticas neoliberales del PP ha quedado plasmada en un lugar es en el paisaje urbanístico madrileño. La capital española no tiene ningún marco regulador -tampoco en los horarios comerciales-. De hecho, el principal sello de Ayuso es “la ausencia” de normativas. Llama la atención que la única ley que ha aprobado en dos años de legislatura antes de convocar las elecciones sea la polémica modificación de la ley del suelo. Se trata de una norma que, entre otras cosas, permite suprimir la mayoría de licencias y liberalizar el sector urbanístico.

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Alberto Laboreiro se jubiló hace poco, pero fue subdirector regional de Planificación de la Comunidad de Madrid durante los cinco años de gobierno del socialista Joaquín Leguina -que ahora pide el voto para Ayuso- y durante 25 años del PP. En su tesis doctoral sobre ordenación del territorio de 2015 aseguraba que “el modelo de ocupación del territorio” de la comunidad en las últimas dos décadas “ha obedecido a factores de oferta del mercado y no de las necesidad de la población”. Constataba también una “sobreexplotación insostenible” del suelo en una región con poco territorio destinado a la agricultura y la ganadería y mucho espacio para crecer.

Esto ha llevado a un crecimiento disperso, de baja intensidad, periférico y que provoca un aumento del uso del coche en detrimento del transporte público. La consecuencia más directa es que Madrid es la ciudad con más muertes directas por contaminación de dióxido de nitrógeno en un estudio reciente que engloba 585 ciudades.

Ayuso aseguraba durante la campaña de 2019 que “las colas de coches son una señal de identidad de Madrid”. La capital española es de las pocas donde el uso del vehículo ha aumentado respecto al transporte público desde los años 90. A la vez, también se ha ido ensanchando la desigualdad entre el norte (cada vez más rico) y el sur (cada vez más pobre). “No hay que entrar en un gueto para ver cómo la ciudad se va degradando cuando vas hacia el sur. Ha habido un abandono de la periferia obrera, que tiene también la peor calidad ambiental”, explica Eva García, arquitecta urbanista.

Un ventilador mediático conservador

El ayusismo no tiene solo a favor para ganar 25 años de herencia de políticas del PP, sino también un amplio altavoz mediático conservador que avala su estrategia. Como destaca Berzosa, la izquierda ha quedado relegada a los medios digitales. La capital española, de hecho, no tiene ningún diario regional, así que todos se convierten. “Hay un apoyo incondicional de la prensa al nacionalismo español y esta es la palanca para que la gente vote al PP, Vox y Cs”, detalla Sánchez-Cuenca.

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Según el sociólogo, el hecho que “intelectuales consagrados hayan abandonado las convicciones socialdemócratas por las neoliberales” ha dado un gran impulso al PP. Pone el ejemplo de Fernando Savater, que, como el socialista Leguina, ha pedido el voto para Ayuso después de haber pasado de ser un antisistema a apoyar a UPyD y Cs. De hecho, Savater y Mario Vargas Llosa serán los protagonistas de un coloquio organizado por la Asociación de Prensa de Madrid (el equivalente al Col·legi de Periodistes de Catalunya) justamente el día de reflexión bajo el título “Expresión de libertad”.

Paradoxalmente, Ayuso ha dado la espalda a su tele pública: Telemadrid. Periodista de formación, cree que es la única presidenta que “tiene una TV que le es crítica” y apenas la pisó por primera vez antes del inicio de la campaña. El presidente del comité de empresa, Luis Lombardo, denuncia que Ayuso quiere, como hizo Aguirre, una “herramienta a su servicio” y por eso de momento les está ahogando económicamente. Si la presidenta madrileña consiguiera esta pieza y siguiera gobernando, alargaría el mandato de quien fue su mentora. De este modo encajaría todas las piezas para seguir consolidando su nacionalismo castizo.