La Audiencia tumba las escuchas telefónicas y dos mossos acusados de colocar droga en un estibador acaban absueltos
La Fiscalía pedía 18 años de cárcel a los agentes por colaborar con narcotraficantes vinculados al puerto de Barcelona
BarcelonaLa Audiencia de Barcelona ha absuelto a los dos mossos d'esquadra acusados de colaborar con una trama de narcotraficantes para colocar droga y armas en el coche de un estibador del puerto de Barcelona, Carlos L. La Fiscalía pedía para los dos agentes 18 años y 9 meses de cárcel, pero el tribunal les exculpa porque no considera suficientemente acreditado que participaran en la colocación de la droga y, además, anula las escuchas que los mismos jueces consideran que no existían "indicios suficientes" para tomar estas medidas y que las sospechas sobre su implicación en la trama tenían un "pobre bagaje indiciario".
La sección quinta de la Audiencia de Barcelona, tal y como ha avanzado Efe, también ha absuelto a los otros dos acusados en el juicio celebrado en noviembre: un extrabajador de Desokupa y profesor de artes marciales y su sobrino, ambos mecánicos. Según la tesis de la acusación y de la Fiscalía, ambos fueron los autores materiales de la colocación de la droga y las armas en el vehículo del estibador, en junio del 2016, pero ambos policías les facilitaron información de Carlos L. tras consultarla en la base de datos de los Mossos d'Esquadra.
Los agentes, un cabo con más de tres décadas de experiencia en el cuerpo y un agente que antes había sido policía portuario, habían sido suspendidos de trabajo y sueldo durante cuatro años, pero ya volvían a estar en activo.
El cerebro de la trama
Según el escrito, ambos agentes, que se enfrentaban a cuatro delitos –tráfico de drogas, tenencia ilícita de armas, detención ilegal y descubrimiento y revelación de secretos–, no tienen "ninguna responsabilidad" en la trama orquestada contra Carlos L., que durante el juicio explicó que detrás de esta maniobra estaba la figura de David Caballero, el estibador conocido como Bubito, que fue asesinado en noviembre del 2024 en Montgat, en el Maresme, en una venganza por drogas. Carlos L. defendió la tesis de que era un "señor de la droga" que dominaba el puerto y que ideó el plan contra él porque en su día se había negado a trabajar para él.
La fiscal sostuvo en el juicio que, en aplicación de un "plan preconcebido", los dos mossos —que entonces estaban adscritos a la comisaría de Sant Martí de Barcelona— aportaron información "esencial" que obtuvieron el 18 de marzo del 2016 por la tarde haciendo consultas a las bases de datos. Con estos datos, según la Fiscalía, los otros dos acusados practicaron vigilancias a Carlos L. para conocer sus rutinas, hasta que el 15 de junio del 2016 llevaron a cabo la llamada "colocada" de la droga y las armas aprovechando que había dejado el coche aparcado frente a un gimnasio de Barcelona.
Los Mossos d'Esquadra sospecharon que todo era una trama preparada. El día de la detención de Carlos L. un hombre que se identificó como Alberto llamó a la comisaría de Sant Martí y pidió hablar con un agente llamado "Trini", un policía conocido por tener informantes. Alberto denunció que había un coche, un Volkswagen Golf, con droga y armas en el interior en la zona de Francesc Macià. Esta llamada, que no era la fórmula habitual que los confidentes contactaban con el agente, y que nombraran por el nombre de pila, crearon sospechas dentro del cuerpo policial catalán.
Fue entonces cuando entró en la causa Asuntos Internos, que previamente ya había investigado a los dos mossos por otros asuntos. Algo que el tribunal no da relevancia: "Que previamente hubiera sido investigado por otras actividades ilícitas no parece que constituya un indicio en este caso, ya que se requerían indicios de estar implicado en estos hechos y no en otros anteriores". Para los jueces de la Audiencia, la "medida acordada" para realizar las escuchas telefónicas a los dos agentes es "claramente prospectiva".
Por otra parte, el tribunal considera que no existe ninguna "causa acreditada" que demuestre que uno de los testigos protegidos recibiera "presiones externas" para variar su relato sobre ambos policías: durante la instrucción hizo una exposición y, en cambio, durante el juicio oral pasó a mostrar una "falta de recuerdo de los hechos". Durante el proceso, ambos agentes negaron el relato de la Fiscalía e insistieron en que no participaron "en ningún caso" en esta operación.