En agradecimiento y recuerdo de Claudi Alsina
BarcelonaHoy el mundo de las matemáticas y de su enseñanza ha recibido una estocada muy dura. La muerte de Claudi Alsina deja un vacío inmenso, de esos que son difíciles de llenar.
Claudi Alsina no era sólo un matemático y didáctico brillante; era una fuente inagotable de entusiasmo, un creador de puentes entre ideas y personas, un maestro con una capacidad extraordinaria para hacer que las cosas complejas parecieran sencillas. ¡De hecho, maestro de maestros!
Su mirada era siempre amable, pero también lúcida, curiosa, viva. Donde otros veían números y ecuaciones sin sentido, él veía historias ligadas al mundo cotidiano. Donde otros veían fórmulas, él encontraba poesía. Donde otros veían dificultades, él descubría oportunidades para aprender.
Su trayectoria es inmensa: catedrático, investigador prolífico, divulgador apasionado, conferenciante incansable, impulsor de proyectos e instituciones, servidor público, guía de generaciones de estudiantes y compañeros. Pero sobre todo, Claudi Alsina fue un humanista en el sentido más profundo y bello del término. Tenía aquella virtud tan extraña de hacer sentir a todo el mundo importante, ponerse al lado y no por encima.
Su huella es tan amplia que cuesta abarcar: más de cincuenta libros, cientos de artículos, miles de estudiantes marcados por su manera de contar, mil conferencias que encendieron vocaciones en todo el mundo, y sus aportaciones brillantes a la geometría de Gaudí. Su herencia académica y humana nos quedará siempre.
Hoy lloramos su traspaso, pero también sabemos que hay personas que, cuando se van, nunca se marchan del todo. Claudi Alsina es una de estas. Su legado seguirá viviendo en cada alumno que descubrió la magia de un teorema gracias a él, en cada docente que le escuchó y salió con más ganas de transformar, en cada lector de sus libros que se sorprendió amando a las matemáticas sin darse cuenta.
Nos deja una obra inmensa y una lección aún mayor: que el conocimiento es alegría, que enseñar es un acto de amor y que la curiosidad es una forma preciosa de vivir.
Como dijo él: "Las matemáticas rigurosas se hacen con la cabeza y se enseñan con el corazón" (14 de julio de 1999).
Descanse en paz. Y que su luz nos acompañe para siempre.