José Antonio Donaire: "Barcelona es el laboratorio de la gestión turística del futuro"

BarcelonaJosé Antonio Donaire (Salamanca, 1968) es desde hace tres meses el comisionado para la Gestión del Turismo Sostenible del Ayuntamiento de Barcelona. Doctor en geografía y profesor titular de la Facultad de Turismo de la Universidad de Girona, es vecino del Gòtic, donde ve de primera mano los efectos de un turismo que el consistorio opina que ha tocado techo.

Los hoteleros avisan de que está bajando el turismo. ¿Es una buena noticia?

— Los datos todavía dicen que crecemos ligeramente. Son los últimos efectos de la decisión de detener el crecimiento de la oferta. A partir de ahora tendremos cada año más o menos los propios turistas, y deberemos acostumbrarnos a evaluar el turismo con nuevos indicadores. ¿Cuál ha sido la huella hídrica? ¿Cuántos turistas han ido a las zonas de gran concentración? ¿Cuáles son las condiciones laborales del sector?

¿Qué tipo de turismo debe buscar Barcelona?

— Ahora el turismo profesional supone aproximadamente el 19% del total y el cultural un 20%. El resto es mayoritariamente ocio. El objetivo es que cada uno de estos ámbitos represente un tercio del total. Cuanto más tipos diferentes de turistas tengamos, más fácil es que un problema puntual en un segmento no afecte al conjunto.

¿Cómo se logra?

— Un ejemplo. Acabamos de aprobar un incremento sustancial de la aportación que realizamos a un fondo destinado a la atracción de congresos internacionales. Estamos en un mundo global, altamente competitivo, pero Barcelona tiene unos activos fortísimos y no sólo queremos consolidar los congresos que tenemos, sino atraer a nuevos.

El Gremio de Hoteles dice que el aumento de la tasa turística puede poner en riesgo al Mobile.

— Me sorprende que lo digan. El substancial incremento de precio de los hoteles en los últimos años no ha tenido un efecto negativo sobre la captación de congresos. Parece raro que digan que cuatro euros por persona y día durante los próximos cuatro años sí lo tendrá. Sería más fácil que redujeran sus precios. Por lo que respecta al Mobile, lo vemos por muchos años en la ciudad.

¿La reducción de terminales de cruceros reducirá realmente el volumen de cruceristas?

— Nuestra apuesta es pasar de siete a cinco terminales, pero también reducir la capacidad final de acogida de cruceristas, que pasará de 36.000 a 31.000. Es una especie de PEUAT del puerto, que reduce su capacidad máxima. Tener a 5.000 cruceristas menos al día es muchísimo. Son 150.000 cruceristas menos cada mes, lo que significa medio millón de cruceristas menos en verano. Es verdad que si los cruceros deciden desplazar una parte de esta oferta en los meses de temporada baja, la suma final del año será un decrecimiento leve, pero habremos limitado la presión muy fuerte sobre la ciudad que tiene la presencia masiva de cruceristas en verano.

¿Barcelona cerrará todos los pisos turísticos? ¿O podría estudiar mantener algunos?

— El Ayuntamiento con esto ha sido muy claro: vamos a aplicar el decreto que nos permite extinguir las licencias. Estamos en emergencia habitacional y nuestra posición es permitir que 10.000 viviendas pasen al mercado inmobiliario.

Esto puede desplazar esta oferta al resto de municipios. ¿Es necesaria una regulación metropolitana?

— Estamos trabajando con los municipios metropolitanos para que la respuesta sea coordinada respetando siempre la autonomía municipal. No podemos dibujar un escenario en el que el área metropolitana absorberá el excedente de demanda de Barcelona.

Barcelona puede abrir 4000 plazas de hotel en zonas no tensionadas. ¿No existe riesgo de desplazar el problema?

— Estamos convencidos de que una de las respuestas al impacto del turismo es una mejor distribución territorial de la actividad. Permite reducir la presión sobre las zonas más congestionadas y al mismo tiempo distribuir mejor los beneficios del turismo. Nosotros estamos haciendo una apuesta estratégica por la Sagrera.

¿Teme que pueda haber oposición de estos barrios donde hasta ahora no hay tantos turistas?

— Normalmente, la respuesta contra el turismo se da en los barrios de máxima concentración turística. Creo que, de forma inteligente, medida y siempre adaptada a las condiciones del entorno, se puede realizar un proceso de reestructuración de la presión turística y de diversificación que permita que el residente no vea modificada su práctica cotidiana y diversificar el impacto económico positivo que tiene el turismo sobre la ciudad. El turismo es una fuente de riqueza con efecto indirecto sobre muchos sectores de la ciudad, y aproximadamente el 60% va hacia sectores no turísticos como el comercial y el agroalimentario.

¿Es compatible querer limitar la oferta en cruceros y pisos turísticos y al mismo tiempo apostar por ampliar el aeropuerto?

— A la hora de limitar el turismo existen diversas herramientas, y Barcelona ha escogido limitar la oferta de alojamiento. El aeropuerto tiene muchas funciones, una de las cuales es la dinamización económica de la ciudad.

Usted se había mostrado contrario a esa ampliación por su impacto medioambiental. ¿Qué ha cambiado?

— Cuando entro en el gobierno, yo ya sabía qué decisión había tomado el Ayuntamiento. Y el gobierno también sabía cuál era mi posicionamiento al respecto. Mi compromiso es trabajar por la ciudad en los próximos dos años, y me centro en lo que es estrictamente mi área.

¿Y qué espera poder hacer en ese tiempo?

— Tenemos tres grandes objetivos: limitar el número de visitantes, incidir en qué visitantes queremos y distribuirlos territorialmente de otra forma. Con humildad, pero también con contundencia, digo que Barcelona es la ciudad de referencia en la gestión del turismo urbano a nivel mundial. Medidas como la gestión de la tasa turística, las terminales de cruceros y la implantación del PEUAT están llamadas a formar parte de los manuales de gestión turística. En cierto modo somos el laboratorio de la gestión turística del futuro. Estoy convencido de que en unos años otras ciudades llegarán a nuestro camino y probablemente podremos hablar del modelo barcelonés.

Han acordado reducir el aforo del Parc Güell en 500.000 visitantes en dos años. ¿En el futuro se reducirá aún más?

— Primero debemos valorar cuál será el impacto de esta medida sobre la dinámica turística, pero una de las apuestas estratégicas del Ayuntamiento es reducir la afluencia en los espacios donde es mayor.

¿La entrada se podría encarecer?

— El precio y la fiscalidad siempre son factores que deben trabajarse con cuidado para que no tengan un efecto negativo. Pero comparándolo con otros modelos europeos y otras propuestas que existen en la ciudad, siempre se puede estudiar un incremento.