Turismo

Miles de personas claman en Barcelona por poner límites al turismo

La Guardia Urbana cifra en 2.500 los manifestantes, que dicen ser 20.000

BarcelonaBarcelona también dice lo suficiente. Miles de personas salieron ayer a la calle para protestar contra la masificación y exigir a las administraciones que pongan límites al turismo. Siguiendo el ejemplo de lo que ha pasado en los últimos meses en Canarias y en Mallorca, los manifestantes –convocados por asociaciones vecinales, movimientos sociales, ecologistas y en defensa de la vivienda– reclamaron replantear el modelo turístico de una Barcelona encamina este año hacia batir su récord histórico de visitantes.

En una especie de reconquista simbólica de algunos de los espacios más turistizados de la ciudad, la marcha comenzó su recorrido a las 18.30 horas en el tramo inferior de la Rambla y avanzó en dirección hacia la Barceloneta, sede y símbolo de la futura edición de la celebración próximamente de la Copa América de vela. Durante el camino, algunos de los manifestantes aprovecharon para precintar restaurantes y hoteles del paseo Colom ante la mirada atónita de los turistas que a esa hora ya cenaban en las terrazas. Muchos, después de unos momentos de estupefacción, retrataban la escena con el móvil como una atracción más.

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Aunque entre los motivos que los manifestantes blandían en sus pancartas se recogía la crisis de la vivienda, el encarecimiento de precios de la ciudad, la pérdida del comercio de barrio y la oposición a grandes eventos, en algunos momentos la marcha viró hacia el enfrentamiento verbal con los turistas que se iban encontrando. Hubo algunos momentos de tensión, como cuando algunos manifestantes precintaron el Hotel Duquesa de Cardona al grito de “Fuera turistas de nuestros barrios” y “Este hotel será una biblioteca”. Entonces algunas de las personas –de Barcelona– que estaban en el interior celebrando una boda se encararon con los manifestantes, y hubo algún empuje y lanzamiento de objetos. Una escena que se repitió más tarde en una terraza de la Barceloneta en la que unos ingleses seguían la Eurocopa de fútbol.

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Fueron dos episodios aislados en una manifestación que se movió principalmente entre el catalizador de frustraciones que a menudo es la ironía –con gritos animando a algunos turistas a hacer balcón y algún chubasco con pistolas de agua– y el punto de sorpresa de comprobar cómo por un día eran los turistas los que debían avanzar esquivando a barceloneses por las calles de la Barceloneta.

Collboni sale al paso

La recuperación de las cifras de visitantes tras la pandemia ha resucitado un malestar contra el modelo turístico que ya hizo que Barcelona saliera a la calle hace diez años, cuando los vecinos de la Barceloneta levantaron la voz contra el turismo de borrachera que proliferaba en el barrio y el alud de pisos turísticos en la zona. Un malestar que en las últimas semanas ya había asomado en las protestas contra el desfile de Louis Vuitton en el Parc Güell o la exhibición de la Fórmula 1 en el paseo de Gràcia.

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Y tal y como pudo comprobarse ayer en la manifestación, en el centro de las críticas los manifestantes han situado al alcalde de Barcelona, ​​Jaume Collboni, protagonista de la gran mayoría de los cánticos que se sintieron ayer en la calle. Poco después de que empezara la marcha, Collboni salió al paso con un mensaje a X en el que subrayó el compromiso de su gobierno de “limitar la masificación turística” y reivindicó anuncios como el del cierre de los pisos turísticos en cinco años o el incremento del recargo de la tasa turística. Pero aseguró que rechaza "soluciones simplistas" y que apuesta por "construir un modelo turístico equilibrado y sostenible que beneficie a todos".

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En declaraciones a los periodistas antes de la marcha, los organizadores explicaron que la protesta "da respuesta al malestar que existe en Barcelona" hacia el modelo propiciado por la industria turística, a la que acusaron de tener "enormes impactos negativos laboralmente, socialmente y ambientalmente”. “Afecta a la vida de las personas de Barcelona precarizándolas y haciendo que no podamos vivir en nuestra ciudad”, denunció Martí Cusó, que reclamó reducir el peso del turismo en la economía barcelonesa.

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Al llegar a la playa de la Barceloneta, se leyó un manifiesto en el que, entre otras medidas, se pedía reducir la infraestructura y la actividad aeroportuaria, cerrar terminales de cruceros, prohibir la apertura de ningún nuevo alojamiento para turistas, regular el alquiler de temporada, poner coto a los macroeventos, dejar de hacer promoción turística con fondos públicos y trasladar al sector el gasto que genera en las arcas públicas.

Al final se produjo el tradicional baile de cifras: la Guardia Urbana cifró en 2.500 los manifestantes y los organizadores hablaron de hasta 20.000 asistentes. La única certeza era que se había puesto el modelo turístico en el centro del debate.

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Manifestantes venidos de todas partes

Entre los manifestantes estaban vecinos de Barcelona como Anna, Antonia, Montse y Sussana, que asistieron con otras vecinas del Casc Antic de Barcelona. Critican que el turismo "está matando a los barrios" porque dificulta el acceso a la vivienda, masifica el espacio público y destruye el comercio de proximidad. Avisan al Ayuntamiento de Barcelona que la manifestación de este sábado sólo al principio: "Esto sólo ha empezado".

Misael y sus compañeros, en cambio, vinieron desde Tarragona para solidarizarse con Barcelona ante una masificación turística que "destruye ciudades". El tarraconense alertó de que lo que ocurre en Barcelona debe servir de aviso también por el resto de ciudades del país que ya empiezan a notar también la presión turística.