Clases de coser, cocinar y limpiar en el instituto: "Queremos que nos enseñen todo lo que no hemos podido aprender en la ESO"
Dos institutos de Lleida y Reus son pioneros de una nueva FP orientada a labores domésticas para jóvenes que no tienen el graduado
LleidaPreparar un buen sofrito, plantar lechugas, coser un botón o hacer un zurcido, planchar y doblar la ropa, hacer la cama y dejar impecables las baldosas del baño. Son algunos de los conocimientos domésticos que aprenderán en los próximos dos años alumnos de dos institutos catalanes. El INS Ronda de Lleida y el Gaudí de Reus son los dos únicos centros de Cataluña que imparten este ciclo formativo de grado básico, dirigido sobre todo a alumnos de quince años que no han aprobado la ESO y que no saben qué hacer con su vida académica.
El instituto Gaudí de Reus fue el primero que estrenó esta apuesta en septiembre del 2022. Es un ciclo de 2.000 horas lectivas repartidas en dos años y ahora el centro suma ya 32 matrículas entre los dos cursos. Su jefa de estudios, Montserrat Sorribas, reconoce que el pasado año tuvieron muy poco tiempo para difundir y preparar esta nueva propuesta educativa. "El departamento de Educación, como siempre, nos lo propuso a última hora", reconoce. Ha sido en este curso que acaba de empezar que la demanda ha crecido tanto que han colgado el cartel de completo. La segunda promoción ha llegado a veinte alumnos matriculados y un puñado más están en lista de espera.
En Lleida han seguido este año los mismos pasos. El instituto Ronda tiene más de mil alumnos, de los que unos 400 cursan ciclos formativos. Una docena asisten a este nuevo ciclo sobre labores domésticas. El primer día de clase eran ocho chicas, pero como la matrícula de este ciclo formativo está siempre abierta (incluso a final de curso), en las últimas semanas se han añadido otros cuatro alumnos, dos de ellos chicos. Una muestra de que los estereotipos de género en esta materia están cambiando. “Nos temíamos que solo llegarían chicas y finalmente no”, se enorgullece la tutora de este ciclo, Sònia Teixiné, que confía en que este estreno sirva de reclamo para atraer a más alumnos masculinos. La docente asegura que ambos jóvenes están muy contentos con los primeros resultados. “Sonia, ¡he aprendido a coser un botón!”, le dijo hace pocos días uno de estos chicos.
De hecho, en Reus, más de la mitad de los alumnos de este año son varones. La mayoría son jóvenes que ya no piensan que cocinar, hacer la cama, comprar comida o seleccionar la ropa para la lavadora sea una tarea femenina. “Obviamente, los alumnos deben ser personas a las que, independientemente de su sexo, no les importe realizar tareas domésticas –argumenta Sorribas–, pero ven en este ciclo una aplicación práctica que les motiva”.
Para unos pocos alumnos, estos dos cursos les abrirán la oportunidad de trabajar en el sector de la limpieza o la hostelería. Para otros, el ciclo formativo será la puerta para obtener el título de ESO o acceder a un ciclo formativo de grado medio o, incluso, al bachillerato. Pero la mayoría están descubriendo que existe una utilidad en todo lo que están aprendiendo. “Cuando se vaya de casa de mis padres, podré espabilarme solo sin problemas”, le dijo un alumno a la jefa de estudios del instituto Gaudí.
Y además, el currículo se trabaja de forma competencial. Es decir, las asignaturas propias de secundaria como matemáticas, lengua, física o química están pensadas para su aplicación en la vida práctica. La elección del detergente (y sus componentes químicos) para cada tipo de ropa, calcular las cantidades exactas para una buena receta o minimizar el consumo eléctrico con el uso de la plancha son algunos de los conocimientos que van a adquirir. "A diferencia de cuando cursaban ESO, ahora sí que ven la utilidad de lo que están aprendiendo y eso les motiva más", concluye Sorribas.
Alumnos recomendados
Matricularse como alumno del ciclo de actividades domésticas requiere, en cualquier caso, requisitos mínimos. Haber cumplido los quince años y no tener la ESO aprobada son dos, pero también haber sido recomendado por un orientador académico y ser validado por un inspector. Sin embargo, la llegada de alumnado interesado también se produce gracias al boca-oreja entre ellos mismos. Mientras que en un ciclo formativo de grado medio o superior las clases son entre 30 y 35 plazas, los de la FP Básica no pueden superar las veinte. Y esto se debe a que se trata irremediablemente de un alumnado con unas necesidades añadidas. "Llegan con las mochilas cargadas de problemas, con ciertas carencias de autoestima y de motivación que hay que trabajar adicionalmente en las aulas", explica la jefa de estudios del instituto Ronda de Lleida, Eva Ibáñez.
Tanto el centro de Lleida como el de Reus tenían parte de la infraestructura ya montada previamente, como la cocina, la lavadora, la plancha y el equipamiento básico de limpieza, como aspiradoras. Incluso en Lleida disponían ya de un huerto. Y es que ambos institutos forman parte de la misma familia profesional en el ámbito de los servicios socioculturales y en la comunidad. Se trata de un perfil académico que hasta ahora ha ido impartiendo ciclos sobre atención a la dependencia, promoción en la igualdad de género, integración social, educación infantil, animación sociocultural y mediación comunicativa, entre otros. Este nuevo ciclo básico de actividades domésticas encaja en todo este contexto.
Parte del equipo docente que imparte este curso en Lleida visitó el pasado verano Reus para conocer de cerca cómo lo hacían sus colegas desde hacía ya un año. En total, no son muchas profesoras. Cuatro en el Ronda y seis en el Gaudí. "Es preferible que haya pocas para que sea más fácil ganarse la confianza del alumnado", argumenta Eva Ibáñez.
"Las profesoras deben tener más paciencia con nosotros", pide una de las alumnas. Se llama Sali Ubal, es de Lleida ciudad y quiere ser peluquera. "En este curso queremos que nos enseñen todo lo que no hemos podido aprender en la ESO", añade su compañera Coraima Cuenca, que pretende enlazar estos estudios con otra FP de Grado Medio que a la larga le permita convertirse en guardia forestal.
Una de las pocas alumnas vocacionales en tareas domésticas es Soraya Ximénez, una joven de Puigverd de Lleida que pretende terminar este ciclo para ir después a trabajar en el sector de la hostelería. Cocinar, coser, hacer la colada y planchar son, para la mayor parte del alumnado, las tareas más fáciles y agradecidas. Casi todos coinciden en que la limpieza es lo más complicado. Pero, en cualquier caso, “lo que vamos aprendiendo aquí nos servirá para la vida diaria”, añade Aurembiaix Gelonch, una chica a la que le gustaría seguir estudiando para convertirse en asistente social.
Cuando terminen estos dos años, algunos ya podrán incorporarse al mundo laboral. Por eso, las clases ofrecen otros aprendizajes como la elaboración de un currículum, la redacción de una carta de presentación, la preparación de una entrevista de trabajo o saber utilizar las herramientas digitales para la investigación laboral. "Si salen de aquí, al menos lo harán con una buena idea de cómo está el mercado", concluye una de las profesoras. Y, al menos, sabrán espabilarse en casa.