Educación

¿La escuela debe poder elegir a sus maestros?

En Cataluña, menos del 15% de las plazas docentes son perfiladas

BarcelonaSi una empresa puede elegir a sus trabajadores, ¿las escuelas deberían poder escoger a sus maestros? La pregunta, aparentemente sencilla, suele plantearse cada vez que se hacen públicos malos resultados educativos, pero detrás hay una gran cantidad de factores que hacen que la respuesta, necesariamente, tenga que ir mucho más allá de un sí o un no. En este sentido, la inserción de los docentes y la gestión de plazas del sistema educativo catalán público es una anomalía, tanto en todo el Estado como en gran parte de Europa y Estados Unidos. Ahora bien, lo cierto es que los criterios en torno al poder de decisión de las escuelas son muy diversos, dependiendo de la comunidad autónoma o del país.

"A nivel estatal, Catalunya es una excepción", asegura la investigadora en desigualdad educativa de la Universidad de Barcelona (UB), Sheila González, que está llevando a cabo un proyecto sobre las diferencias en la gestión de las plantillas docentes dependiendo del territorio. "En España, en general, la provisión de docentes sigue un modelo clásico de funcionariado, que quiere decir que dependen de unas puntuaciones y unas listas", describe González, quien también aclara que, a diferencia de lo que ocurre en Catalunya, en la bolsa de docentes española hay que haberte presentado –que no aprobado– a las oposiciones al menos una vez para poder.

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Más allá del hecho de que para entrar como interino en el sistema educativo catalán basta con tener el grado y, en el caso de secundaria, comprometerse a sacarse el máster, hay otra diferencia entre el funcionamiento catalán y el del resto del Estado: en Cataluña hay un pequeño margen para que las direcciones de escuelas e institutos puedan elegir algunos don.

Decreto de plantillas

Esta posibilidad que es inexistente en el resto del Estado, pero que sí se aplica en otros países, en Catalunya hasta ahora se ha materializado a través del decreto de plantillas. A grandes rasgos, este decreto aprobado hace una década permite que las direcciones puedan crear algunas plazas perfiladas según la necesidad del centro y, a través de entrevistas a los candidatos que se ajusten a estos requisitos, seleccionar el más adecuado.

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Ahora bien, aunque el decreto ha sido criticado duramente por los sindicatos por considerar que favorece el nepotismo, a efectos prácticos menos de un 15% de las plazas docentes son perfiladas. De hecho, el pasado curso Educación congeló la opción de crear nuevas vacantes de este tipo para evitar más desbarajuste en la rotación de docentes con la entrada de muchos nuevos funcionarios. Por tanto, la última vez que se pudieron crear plazas perfiladas –a excepción de casos puntuales como los centros de nueva creación y las escuelas de adultos– fue el curso 2023-24. Tal y como ha comprobado el ARA a través del portal de datos abiertos del Govern, ese curso la proporción de dotaciones docentes perfiladas era de sólo un 12,1%.

Con estas plazas fuera de juego, este curso, por primera vez en mucho tiempo, la única manera que tiene una dirección de escuela o instituto para escoger un docente es la siguiente: si por listas ha llegado un docente al centro que ha encajado en el proyecto, puede hacer una propuesta de continuidad en este colegio para que cuando se vuelvan a hacer adjudicaciones.

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Red concertada

En Cataluña, casi un 30% de las escuelas e institutos son centros concertados y en la red concertada la gestión de las plazas docentes es totalmente diferente. De hecho, funciona igual que cualquier empresa: a diferencia de lo que ocurre en la red pública, los docentes no se inscriben en ninguna lista o bolsa, sino que pueden acceder a las aulas mediante una entrevista de trabajo y, por tanto, el poder de decisión de las direcciones es casi total. "En la concertada tenemos la posibilidad de realizar procesos de selección y, dentro de los criterios marcados por Educación, buscar cuál es el maestro más adecuado para el proyecto de escuela", defiende Manel Salas, responsable del área pedagógica y de innovación de la Fundación Vedruna.

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Según Salas, "es básico tener la posibilidad de poder escoger a los maestros porque cada escuela es diferente y tiene unas necesidades concretas". Y apunta que esta selección aporta también dos factores positivos: "Si has elegido a un docente que encaja, a la larga consolidas las plazas y tienes claustros más estables. Y, a la vez, como sabes que se quedarán, puedes organizar itinerarios para que se sigan formando durante su carrera".

También defiende la posibilidad de escoger a los profesores la doctora en ciencias de la educación especializada en liderazgo educativo Anna Jolonch, que advierte que es un "factor estructural de desventaja de la pública respecto a la concertada": "Un líder no puede construir una escuela de calidad si cada septiembre vuelve a empezar con un equipo diferente. Necesitamos esta autonomía estabilidad".

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Ahora bien, al igual que se propicia esta estabilidad, como en todas las empresas ya diferencia de lo que ocurre en la red pública, si el docente no encaja en el centro también puede perder el puesto de trabajo. Sin embargo, el responsable de la Fundación Vedruna también plantea el hecho de que esta dinámica permite evaluar el trabajo del maestro. "No hace falta que sea un proceso fiscalizador, pero sí está bien que cada año el director se siente con el docente para saber qué va bien y qué no para mejorar, tanto el profesor como la escuela", insiste.

¿Cómo se hace en otros países?

De la misma forma que no existe el mismo sistema dentro de los diferentes territorios del Estado, la gestión de los docentes también varía según cada país. Hay sistemas como Estados Unidos, países nórdicos o Inglaterra donde las escuelas tienen toda la autonomía de selección de personal. En cambio, en otros territorios existen modelos diferentes. Según el informe Equity in school education de Eurydice, sólo en un tercio de todos los sistemas educativos europeos los centros escolares tienen plena autoridad en la gestión de los recursos humanos, mientras que la mayoría de países tienen una responsabilidad compartida –en proporciones diversas– entre la escuela y las instituciones. Por otra parte, se encuentran los países del sur de Europa, como Francia, Italia y España, donde el sistema está del todo centralizado.

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Pero no todo es blanco o negro: también hay grises, como el caso de Portugal, donde los profesores no dependen ni de la escuela ni de una institución central, sino que se mueven según las necesidades de una zona, que puede ser un municipio o provincia. Cada zona tiene su propia bolsa dependiendo de las necesidades de sus centros educativos. De esta forma, la escuela decide según los recursos de su zona qué tipo de profesional pedir para que encaje en su proyecto educativo.

Por último, también hay casos como los de Bulgaria, Estonia, Eslovaquia y Serbia, donde el nombramiento y la destitución de los docentes es competencia exclusiva de los centros, pero, en cambio, determinar las funciones y responsabilidades de cada profesor depende de la administración. Aunque Catalunya está muy lejos de llegar a este extremo, desde hace años asociaciones como Clam Educatiu, la Fundación Bofill y directores de centros escolares reclaman que los equipos directivos de escuelas e institutos puedan tener mayor poder de decisión en cuanto a los perfiles que integran su claustro. Una opción que, según Jolonch, ya contempla la ley de educación de Catalunya (LEC), pero que "requiere voluntad política". "Habría que ser valiente para cambiar la ley funcionarial, que es el eterno elefante en la habitación", concluye.