"Es la escuela más dura donde he estado, pero nunca quería marcharme": 100 años del Liceo Francés de Barcelona
La institución privada nació en 1924 de la mano del consulado francés
Barcelona"Es la escuela más dura donde he estado, pero no quería marcharme nunca", recuerda el historiador Guy Sabatier, que explica cómo le cambió la vida cuando a 8º de EGB (el equivalente hoy a 2º de ESO) entró en el Liceo Francés de Barcelona (Lycée Français de Barcelone), el centro que depende de la Agencia de Educación Francesa en el Extranjero (AEFE). "Había profesores que eran muy rígidos, pero nos hacían pensar, nos empujaban a tener espíritu crítico y sentido común. Nos exigían mucho, pero estos días, hablando con exalumnos, todos tienen muy buen recuerdo", detalla. Sabatier lo sabe de primera mano por su propia experiencia, pero también por ser el historiador encargado de recopilar testigos y vivencias con motivo del centenario del Lycée que se celebra el sábado. "Estoy abrumado porque me está llamando tanta gente, antiguos alumnos, profesores, ex directores... es difícil saber cuándo parar", reconoce entusiasmado.
En los cien años de historia, han pasado alumnos tan destacados como el presidente Artur Mas y el director teatral Josep Maria Flotats. También fue donde Àngel Llacer se inició en el teatro y donde la doctora Dolores Orta descubrió la pasión por la biología. De hecho, Orta es una de las personas que más conoce a la institución porque la ha vivido desde todas las vertientes: como alumna hace casi cincuenta años, como madre llevando a sus tres hijas y, hasta hace dos años, también como profesional, porque era una de las pocas médicos escolares que hay en Catalunya cuyo proyecto creó ella misma desde cero para el Lycée. "Como alumna, fui por casualidad, simplemente porque me quedaba delante de casa", recuerda en conversación con el ARA.
Fue en 1959, cuando el Lycée todavía no ocupaba el emblemático edificio de Pedralbes y estaba dividido en tres lugares de la ciudad, a pesar de contar con más de tres décadas de historia. "Nos hacían trabajar mucho, pero lo recuerdo como una etapa muy bonita. En ese momento todavía era una escuela de barrio y eso con los años se ha ido perdiendo. Es una lástima, aunque también es un valor añadido que ahora vengan alumnos de lugares tan distintos", detalla.
Fue, en parte, gracias a un profesor de biología del Lycée que Dolores acabó siendo médico: "Monsieur Minard me marcó mucho, era buenísimo y con él hacíamos muchos experimentos. Tenía una manera de hacernos aprender biología muy bonita y con muchas prácticas. De hecho, algunas de las cosas que me enseñó después me sirvieron a la carrera”.
Orta acabó la carrera de medicina y trabajó diez años en la dirección general de Promoción de la Salud. Cuando formaba parte del equipo del programa de prevención y control del sida, desde el Liceo Francés pidieron al departamento de Salut que acudieran a dar una charla a los profesores ya los alumnos mayores. "Como mis hijas ya hacían P4 en el Lycée, mis compañeros me animaron a que fuera yo quien diera la charla. Cuando fui pensé: 'Ay, qué bonito sería trabajar en una escuela'", recuerda.
De forma informal preguntó a la directora si no necesitaban una médica en el centro. "Me parece interesante, hazme una propuesta", le respondió. A partir de ahí, Orta diseñó un programa de educación en la salud que hoy todavía está vigente en el centro y que hizo que ella invirtiera los últimos treinta años de su vida laboral en los alumnos de la escuela que la va ver crecer a ella ya sus hijas. "Es una gran característica del Lycée, que van generaciones y generaciones de una misma familia", reivindica Orta.
De superar la Guerra Civil a votar dar clases de catalán
"Ahora el sistema educativo catalán disfruta de un buen nivel general y creo que el valor añadido del Liceo Francés es la multiculturalidad y el multilingüismo –todos los alumnos hacen catalán, castellano, inglés y francés–, pero antes, cuando las escuelas de alrededor estaban en una situación más complicada, el Lycée era un referente a la hora de promover el pensamiento crítico. Pero el camino no fue fácil", insiste Sabatier, que actualmente es también profesor de historia del Lycée.
El embrión del actual Lycée nació en 1924 cuando un grupo de padres franceses afincados en Barcelona quisieron llevar a sus hijos a clases de secundaria de un sistema educativo francés que entonces les quedaba lejos. El 1 de octubre de ese año empezaron las clases por iniciativa del consulado francés.
Cuando estalló la Guerra Civil, el Lycée estaba en pleno momento de expansión, con clases de secundaria y primaria en marcha y ya con cientos de alumnos. "Estuvo a punto de cerrar porque con la guerra casi todo el mundo se marchó, pero un puñado de profesores y alumnos resistieron con el director del momento, Jacques Langlade", detalla el historiador.
No fue hasta los años 40, después de la Guerra Civil, que la escuela y el instituto pasaron a denominarse Liceo Francés de Barcelona, en la misma época en que poco a poco el centro empezó ser atractivo para las familias de la burguesía catalana. "Le veían como un centro más progresista y laico que los demás", explica Sabatier.
En 1965, el Liceo Francés se trasladó al actual emplazamiento de Pedralbes ya con el modelo que conocemos y después de varias etapas con divisiones y cuatro directores, en 1974 llegó a uno de los puntos culminantes de su historia: la votación para decidir si se daban clases de catalán. Con Franco todavía vivo, se planteó a los padres de los alumnos si querían que sus hijos aprendieran catalán en la escuela.
La represión que todavía se vivía aquellos años hizo que la votación no obtuviera una mayoría clara hacia un lado ni hacia el otro. Sin embargo, el director del momento, Emmanuel Escamilla, planteó ofrecer cursos optativos de lengua catalana que se desbordaron de éxito y evidenciaron la necesidad de ir abriendo nuevos para cubrir el interés. El modelo optativo se mantuvo hasta que en los 80, con la normalización lingüística, el catalán pasó a ser obligatorio para todos los alumnos que, hasta la fecha, lo han combinado con el francés, el inglés y el castellano.