Universidades

Más prestigio, pero pocos profesores: pros y contras de que matemáticas sea la nota de corte más alta

Los decanos piden abrir más plazas y no perder "la oportunidad histórica" ahora que hay más demanda y más salidas

Barcelona"Yo, ahora mismo, no podría estudiar matemáticas". La frase es de Jaume Franch, decano de la Facultad de Matemáticas y Estadística de la UPC, y la dice para ejemplificar la espectacular subida de las notas de corte de este grado en los últimos años. En la UB, donde él estudió, en 2011 los estudiantes que tenían un 6,8 de media entre el bachillerato y la selectividad podían entrar en la carrera; ocho años después, en 2019, el umbral ya había crecido hasta el 11,6 y este año, en 2022, ha logrado todos los récords y ha subido hasta el 12,7. "Siempre hemos llenado con gente muy motivada por las matemáticas, pero ahora son estudiantes que tienen que ser buenísimos con todo, también con historia o lenguas", explica Franch. Según el ranking oficial –que por primera vez excluye los dos dobles grados de física y matemáticas porque solo tienen 20 plazas–, este año y por primera vez, el grado de matemáticas en la UPC, con 55, es el que tiene la nota de corte más alta de Catalunya, un 13,254. ¿Qué ha pasado en el sector para llegar hasta aquí?

Franch lo atribuye a dos factores: por un lado, al hecho de que la prensa se haga eco bien a menudo de las salidas laborales que ahora hay en computación y big data, incluso con titulares como "La profesión donde no existe el paro", y, por el otro, el "boom que hay con el análisis de datos". "Cuando yo estudié, la expectativa era que, con buenas probabilidades, acabaría siendo profesor de la ESO", recuerda. En la UB, más de un tercio de los estudiantes que hacían matemáticas hace unos años acababan siendo profesores de instituto. "Pero ahora el perfil de la gente que ha entrado es muy diferente y también diversifican mucho las salidas laborales", apunta Oriol Pujol, decano de Matemáticas e Informática de la UB. Las perspectivas de los estudiantes han cambiado porque también lo ha hecho la demanda empresarial, ávida de fichar a jóvenes capaces de hacer razonamientos abstractos, resolver problemas, programar, interpretar los datos y con conocimientos en computación y estadística. Los decanos creen que ser la nota de corte más alta aporta "prestigio" a la profesión y también puede provocar un "efecto llamada".

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"Me parece positivo: tenemos que romper el mito y el estigma de que las matemáticas son complicadas, porque no lo son más que cualquiera otro lenguaje", asegura Pujol. Pero Franch ve un lado muy negativo en la subida sin límite de esta nota de corte: "Estamos dejando mucha demanda insatisfecha. Estamos perdiendo una oportunidad histórica como país: empresas y alumnos están muy interesados en estos estudios, pero las universidades somos un cuello de botella".

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Más plazas y más diversificación

La primera solución para hacer bajar un poco esta nota de corte es abrir nuevas plazas en las facultades. "No lo hacemos porque no queramos, sino porque no tenemos suficiente profesorado y tenemos restricciones de contratación", lamenta Franch. Pujol se queja de lo mismo: "Aunque quisiéramos dar respuesta a la demanda que hay doblando las plazas, no podemos porque no tenemos más recursos físicos ni personales", y pronostica que estresando así el sistema acabaría bajando la calidad de los estudios. En cambio, la Associació d’Ensenyants de Matemàtiques de les Comarques Gironines (Ademgi) alerta de la responsabilidad que han tenido las facultades en este incremento de la nota: "Han hecho una mala praxis dividiendo las plazas de lo que eran el grado de matemáticas con diferentes grados, como estadística, procesamiento de datos, el doble grado de física y matemáticas...", repasa Raül Fernández, presidente de esta entidad, que forma parte de la Entitats per a l’Ensenyament de les Matemàtiques a Catalunya (FEEMCAT). Según su parecer, hay "más contras que pros" al tener una nota de corte tan disparada: "Tenemos estudiantes brillantes de matemáticas en los institutos, que ganan competiciones y concursos, pero que van mal en letras y no entran. Tenemos que empezar a valorar otros aspectos aparte de la nota de corte porque estamos dejando atrás a muchos buenos matemáticos", asegura.

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De hecho, que haya pocos matemáticos pero brillantes y con muy buenos sueldos tiene una consecuencia nefasta: no hay graduados de matemáticas que quieran ser profesores. "Acaban dando clase graduados que no están tan bien preparados", dicen los decanos, lo que impacta en cómo se enseñan las mates en la ESO y en bachillerato e incluso en primaria. Es por eso que se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de crear un nuevo grado de didáctica de las matemáticas, que tuviera una nota de corte más baja y que permitiera rescatar a buenos matemáticos para la docencia. Fernández lo ve bien: "Con el máster no hay suficiente", dice, sobre todo para graduados en economía o empresa, a quien se recurre ante la falta de matemáticas en las listas de interinos. Una profesión en expansión, como también lo está la nota que se necesita para entrar.