Feminismes

Mar Cambrollé, Federación Plataforma Trans: "El fascismo es fascismo aunque se travista de feminismo"

BarcelonaLa sevillana Mar Cambrollé tiene 63 años y dice que cuando ni había referentes públicos con los que identificarse se sentía una niña trans que no seguía el patrón predefinido y previsible para el niño Francisco. Desde muy joven se puso a las barricadas reivindicativas del colectivo en Barcelona, Madrid o Sevilla para reivindicar "la libertad y amnistía sexual" de las personas trans presas durante el franquismo y la "autodeterminación" del cuerpo, la lucha todavía inacabada. Presidenta de la Federación Plataforma Trans, impulsó la ley andaluza del 2014 y la española que tutela el ministerio de Igualdad de Irene Montero y que ha evidenciado la grieta del feminismo y las diferencias entre Podemos y el PSOE.

¿Cómo era ser trans cuando usted era pequeña?

— Uy, entonces ni siquiera se le ponía nombre. De hecho, en la dictadura éramos todos maricones porque la miopía de la dictadura era tal que no sabía distinguir identidad de orientación. A los 90 ya nos denominaron travestis pero entendemos que lo más incisivo es el término trans porque respeta las diferentes formas de la transexualidad, que no es homogénea y hay tantas formas de vivir y de sentirse como personas somos en el colectivo, del mismo modo que tampoco hay un patrón único de hombre ni de mujer.

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¿Qué supuso la ley andaluza?

— La andaluza fue la ley más avanzada de Europa porque por primera vez despatologiza las identidades trans, porque deja claro que no es una enfermedad sino una expresión más de la diversidad humana, y bajo el principio de autodeterminación que es una herramienta jurídica que reconoce a las personas trans sujetas de derecho y no tuteladas.

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Detrás fueron once comunidades autónomas y ninguno de los procesos causó la polémica de la ley Montero. ¿Cómo se lo explica?

— Y en todas partes se ha aprobado con el apoyo o impulso del PSOE, un partido que lo teníamos en la memoria de un partido comprometido con las libertades sociales y adelantos sociales de este país. Permíteme cierto sarcasmo: a las trans se nos dice que tenemos incongruencia de género y yo digo que el PSOE tiene incongruencia política pero espero que recupere el norte y vuelva al camino correcto que inició e hizo de España un país de progreso y de respeto en la pluralidad política y ciudadana.

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¿Le duelen los ataques de feministas?

— Las que atacan son mujeres conocidas, bien situadas y que tienen influencia en las instituciones, en la academia o en la política, pero quiero que me digan en qué movimientos y en qué asambleas feministas militan porque han querido abrir una grieta que no existe desde que en 1980 se produjo el gran abrazo del feminismo con las mujeres trans para avanzar juntas. Nosotros hemos estado en todas las luchas y ahora la democracia nos debe esta igualdad. Hasta ahora nos atacaban la ultraderecha y el fundamentalismo católico, y ahora son mujeres desde el aparente progresismo pero esto está pasando también en el Reino Unido, en Perú o México. El fascismo es fascismo aunque se travista de feminismo.

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¿No es feminismo?

— Sí, me parece perverso utilizar el feminismo para atacar a las personas trans porque ha sido la herramienta que ha posibilitado la lucha contra todas las opresiones y ahora se quiere para oprimir. Este falso debate que se ha abierto está causando unos altos índices de agresiones y faltas de respeto. Pero tengo claro que nos está pasando lo mismo que pasó en los debates por derechos que han hecho de nuestra democracia una sociedad madura que cumple con la igualdad, la dignidad y los principios europeos. Alrededor del divorcio, el matrimonio gay, el aborto o la eutanasia también se levantaron teorías apocalípticas, y cuando los derechos se consolidan el ruido se aplaca y se demuestra que ampliar derechos no los quita a quienes ya los tiene pero sí los garantiza.

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Más que ataques, las feministas que dicen estar en contra de la ley Montero defienden que incluir a las mujeres trans va en contra de las conquistas de la igualdad respecto a los hombres. Hablan del borrado de mujeres.

— A este sector les molesta que las personas avancemos con igualdad y les parece que la igualdad es un privilegio. Es de una gran crueldad, y entonan el mismo canto que los blancos cuando los negros reclamaron derechos, o los de los hombres hacia las mujeres. Son la voz del privilegio, del estatus y el confort. ¿Cómo quieren que las 74.000 mujeres trans que podemos estar en España vayamos a borrar a 22 millones de mujeres? Es absurdo. Nosotras sí estamos borradas del goce de derechos.

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El proyecto de ley también pone en valor la autodeterminación para que, con el solo hecho de pedirlo, una persona se pueda reconocer su género. ¿Se pone en crisis la identidad de mujer?

— Hablamos de la autodeterminación como un concepto que viene a acabar con todo, cuando ya se ha concretado en otras situaciones como la eutanasia o el aborto, que son ejercicios de autodeterminación del propio cuerpo. Ser mujer es un concepto político desde el punto de vista de que ser hombre significa tener privilegios y poder. Pero ser mujer es la conciencia que cada una tiene de quién es. Nosotras venimos a hacer grande el sujeto mujer en su inmensa diversidad. Está claro que el sexo y el género no son lo mismo. Que el género es una construcción social basada en roles que se asignan de una manera binaria y sexista y que conforman nuestra identidad. El sexo no es lo que tenemos entre las piernas ni los cromosomas, y no configura la identidad.

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¿Qué cambiará si se aprueba la ley?

— Nos cambiará la vida porque dejaremos de ser ciudadanos de segunda y tendremos igualdad plena en el acceso al mercado laboral, la educación, la atención sanitaria. La OMS ya quitó la transexualidad del listado de enfermedades y ahora hay que cambiar el modelo de atención sanitaria, para adecuarlo al marco jurídico internacional porque las personas trans somos tuteladas por el estado y por la medicina, que no nos reconoce. Y para los menores será todavía mejor porque está comprobado que solo en seis meses que un niño o una niña vive de acuerdo con el sexo que siente como propio evoluciona bien, desaparecen las ansiedades, el pipí nocturno o los tics nerviosos. Se tiene que decir que es mentira que la ley diga que se tendrán que hormonar y operar a los niños y las niñas. Los menores necesitan acompañamiento porque la identidad es un hecho innato pero se empieza a tener conciencia de ella a los dos años, y a los siete u ocho años ya es estable. Y que se nos cuestione quiénes somos es un ataque de los privilegiados. La nueva ley nos dará garantías jurídicas para tener una plena igualdad.

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¿Qué le parece el uso del lenguaje inclusivo, como el pronombre le y la terminación -e?

— Yo soy ella. No me siento una mujer, soy una mujer.

¿Cree que habrá ley y con los términos del polémico proyecto?

— Habrá ley seguro. Esto te lo garantizo como me llamo Mar Cambrollé. Las personas trans no tenemos nada que perder y mucho que ganar, y lucharemos hasta el final. Si el siglo XIX fue el siglo de la abolición de la esclavitud y el XX el de la igualdad de la mujer, el XXI no tengo ninguna duda de que será el de la igualdad de las personas trans. El 80% de las mujeres jóvenes trans están en la universidad ahora, cuando en mi época estaban en las esquinas.