Abusos a menores

"Hablemos para alertar a las familias": tres décadas de abusos del profesor de la Escuela Sadako

La víctima mayor tiene 49 años, mientras que la más joven apenas 10

BarcelonaPoco a poco todos se están envalentonando para contar su historia y conseguir que aparezcan nuevas víctimas. Una noticia lleva a otra. El profesor de la Escuela Sadako de Barcelona, ​​Santi Valls, tiene en estos momentos diez denuncias por abusos sexuales y, al menos, una agresión sexual. El docente ha actuado igual, con lo mismo modus operandi, durante prácticamente tres décadas: con varios familiares y con alumnos de Sadako y de la antigua escuela Raíz. La víctima mayor tiene ahora 49 años; la más joven, 10.

Uno de los denunciantes es el propio hijo de Valls, que ahora tiene 26 años. El 13 de diciembre, gracias a los recuerdos de un familiar, el tema se puso encima de la mesa. El hombre, arrinconado por dos acusaciones, negó todo, y contó con la comprensión de buena parte de la familia. Acordaron hacerle un voto de confianza: entendían que Valls estaba enfermo e intentaron reconducir la situación sin necesidad de denuncias ni de esbozarlo públicamente. Las víctimas acataron la petición, pero los meses fueron pasando y no hubo paso adelante. Ni arrepentimiento ni sinceridad por reconocer los hechos. Tampoco se apartó definitivamente de la escuela. Esto hizo que el 2 de junio se presentara la primera denuncia contra Valls, en la que cuatro víctimas aportaban su testimonio en la comisaría de los Mossos d'Esquadra.

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Culpabilidad y empatía

El hijo hacía años que había puesto palabras a lo que sufría en silencio desde que conoció a Valls en su país de origen. Allí empezaron los abusos y se fueron repitiendo durante años en Barcelona. Sin embargo, nada podía hacer. El hombre le había acogido en su casa y se lo debía todo. "Era mi padre, vivía con él. Además, era Santi, el mejor profesor. ¿Quién soy yo para denunciarle? Nadie me creerá. Le destrozaré la vida". Durante mucho tiempo éstos fueron los pensamientos del chico. Culpabilidad, lástima y empatía. Había una deuda que pesaba mucho. Por eso, cuando presentó la denuncia y se marchó de casa, sintió una "liberación brutal", porque dejaba atrás un "infierno" terrible. "Me he quitado toneladas de encima", confiesa al ARA. El joven habla por si su testimonio puede ayudar a que afloren más víctimas.

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Es el mismo caso del denunciante más joven. Su familia decidió hablar con este diario cuando vio que el mensaje que se lanzaba públicamente era que todos los casos estaban prescritos. Ellos interpusieron la denuncia el 19 de junio. Se relatan los abusos que su hijo de 10 años sufrió durante el curso 2022-23. Además, a diferencia del resto de situaciones –que se habían producido en casa del agresor, en casa de las víctimas y una en unas colonias–, en el caso de su hijo los hechos sucedieron en el interior del centro educativo. Esto ha llevado a los padres a dar un paso adelante: "Hablamos para alertar a las familias".

La pareja de progenitores están convencidos de que puede haber más casos como el de su hijo: alumnos aún menores de los que abusó Valls y que, por tanto, sus denuncias no estarían prescritas. "Si vas diciendo "aquí no ha pasado nada", los padres pueden relajarse", argumentan. La comunidad en torno a la escuela debe saber que no son unos hechos remotos, de hace 20 o 40 años. Esto siguió ocurriendo, al menos, hasta hace dos cursos. De hecho, dos de las primeras denuncias se refieren a abusos y, al menos una agresión, de hace 12 o 13 años.

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La traición

Cuando apareció la primera noticia sobre Sadako, a principios de junio, los padres del menor empezaron a hacerse preguntas. Valls había hecho un regalo a su hijo. Además, el menor adoraba al profesor, que, como suele ocurrir en muchos de estos casos, era "moderno y caía muy bien a todo el mundo". Orientados por una especialista, fueron indagando sobre el regalo, sin hacerle preguntas directas, hasta que el niño le dijo a su madre: "Tengo que decirte algo". Fue entonces cuando lo verbalizó: "Me tocaba las partes íntimas". Los abusos, que coincidieron con un cambio de carácter acentuado de la criatura, ocurrían en el aula, durante la hora de recreo. El maestro se quedaba solo con el menor, a quien los padres, desde pequeño, habían hablado sobre los límites que hay en relación con las partes íntimas. Habían trabajado bastante la educación sexual, incidiendo en que un adulto no puede tocar según qué zonas del cuerpo sin permiso. "Él sabía que estaba mal hecho. Lo tenía claro. Por eso cuando me lo contó dijo que debería haber gritado o marchado de allí", sostiene la madre. Sin embargo, manipulado por el profesor, no pudo evitarlo. "Nuestro hijo se siente traicionado, nos dice que le ha traicionado su amigo", añade el padre.

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Los dos progenitores han comprobado cómo, pese a trabajarlo en casa desde pequeño, el depredador pudo salirse con la suya. En gran parte, por la relación de estrecha confianza que había construido el docente con el pequeño. Ocurrió con él y había pasado durante más de treinta años con familiares y alumnos de todas las generaciones. Los padres piden que la escuela sea proactiva. El centro sabe con qué menores tenía más relación Valls. "Hay otros niños que no tienen capacidad para explicarlo; hay que ayudarles", mantienen los progenitores.

La juez que recibió las primeras denuncias desglosó la causa. Una por cada caso. La acusación particular presentó un recurso, al considerar que son delitos conexos, con un modus operandi idéntico que afectó a muchísimos niños. Las diez denuncias que existen hasta ahora pueden ser sólo la punta del iceberg.

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