La gran sequía: agua en barco y "salvados" por la Moreneta
Con los pantanos al 20%, en 2008 el Govern tuvo que actuar a la desesperada
BarcelonaDirigentes de la Agencia Catalana del Agua entran en una oficina bancaria. Necesitan un crédito. Catalunya está viviendo el peor episodio de sequía de su historia: los pantanos están a punto de llegar al 20% y hace 15 meses que no llueve en las cabeceras de los principales ríos. La ACA necesita dinero y lo necesita inmediatamente. Al principio, salían con un crédito. Al cabo de los meses, los bancos se los denegaban; ya tenían demasiados concedidos. La ACA tardó años en estar sin deudas. "El Govern ayudó poco", explican dirigentes de la época.
"Empezábamos cosas sin pensar en el dinero", narran. Estamos a inicios de 2008 y es el punto más crítico. Los técnicos los avisaron de que vendría una gran sequía en septiembre de 2006. En marzo de 2007 el Govern aprobaba el decreto de sequía y el plan de contingencia se alargaría casi dos años. La ACA lo tenía claro: "La solución eran las desalinizadoras". En 2002 se inauguró la de Tordera y por la sequía casi se duplicó su capacidad. También se inició la construcción de la del Prat de Llobregat, que finalizó en 2009. Incluso se pidió a la población que rebajara su consumo de agua –se redujo un 9%–. Desde la ACA dicen que se pudo sobrevivir gracias a la solidaridad de la ciudadanía y también gracias a un plan de contingencia que se creó años atrás y que permitió exprimir todos los recursos de las desalinizadoras, los pozos, las aguas residuales o los canales de riego. Llegó un punto, sin embargo, que o se hacía algo o "se tenían que imponer restricciones muy duras". Los últimos puntos del plan eran los más delicados.
Aparte de esto, también tocó dejar volar la imaginación –más de uno explica, en broma, que se hizo una lluvia de ideas–. El departamento de Medio ambiente estaba liderado por el conseller de ICV Francesc Baltasar y, a pesar de que su política iba en contra de los trasvases, accedieron a estudiarlos como última opción. Primero, se quiso llevar agua del Segre al área metropolitana por el túnel del Cadí. Pero el Gobierno español se negó. "No había agua en el Segre. No era una solución técnica adecuada", rebate el entonces secretario de Estado de Medio Rural y Agua, Josep Puxeu. Mientras Puxeu meditaba la decisión, aparecieron unas estacas en los campos de Prats y Sansor: "Un día me encontré a unos técnicos poniendo estacas en mis fincas. Les pregunté qué hacían y me dijeron que no lo sabían. Los dejamos hacer", explica Agustí Picas, vecino y exalcalde de la población de la Cerdanya. "Al cabo de diez días las sacaron", añade. Poco después, empezó a escuchar rumores: "Corría que las estacas marcaban el trasvase". Presentaron una denuncia que "no sirvió de nada": "Solo para perder el tiempo". Años después, fuentes de la ACA lo confirman: "Efectivamente, se iniciaron las tareas con las estacas".
No fue el único trabajo a medias. Después de descartar el del Segre se apostó por el del Ebro. "Aprovecharon un momento crítico para hacer una obra deseada por los grupo de presión del agua", denuncia Susanna Abella, en aquel momento portavoz de la Plataforma en Defensa del Ebro. No se acabó haciendo el trasvase a pesar de que había un acuerdo entre la Generalitat y el Estado. ¿Por qué? Pues porque llovió. Y cuando ya llovía, algún dirigente socialista, como recuerda Abella, todavía defendía en las mesas territoriales que el trasvase se tenía que hacer igualmente. Entonces corría otro rumor: que la ACA ya había comprado cañerías para el trasvase. Y así fue. No se tiraron y, según fuentes del organismo, se reutilizaron.
El agua llegó por otro lado. Un buen día la ACA y el conseller Baltasar llamaron a la puerta del presidente del Puerto de Barcelona, Jordi Valls. "¡Querían llevar agua en barco!", recuerda Valls. No niega que le sorprendió, pero se pusieron a trabajar: "Adaptamos el muelle de la Energía, donde normalmente se gestionaban los graneles líquidos, y también creamos un circuito de cañerías para bombear el agua". En mayo de 2008 llegaron los dos primeros barcos provenientes de Tarragona y otro que venía de Marsella y llevaba agua del Roine. Ya había empezado a llover. "No tuvo ningún efecto", admite Valls.
Comunistas y democristianos
Precisamente, CiU, entonces en la oposición, apostó desde un primer momento para hacer un trasvase del Roine. Lo tenía que defender en el Parlament el portavoz, Ramon Espadaler. "Era una aportación externa estable", explica Espadaler. "Tenia la sensación de que CiU usaba este tema para desgastar al Govern y no hacer piña", critica Jaume Bosch, entonces portavoz de ICV, que protagonizó más de un cara a cara con Espadaler por este tema. En medio del debate, se repitió una frase de Mark Twain que todavía recuerdan: "El whisky es para beber y el agua para pelearse".
El tripartito no estudió un trasvase del Roine, pero el conseller Baltasar sí que se acercó un poco a la posición de Unió. Los de Espadaler, democristianos, vieron como un conseller agnóstico de ICV pedía a la Moreneta que lloviera. Y llovió mucho. Baltasar escuchó unos cuantos días como algunos colegas le decían: "No entiendo como un comunista le pidió un favor a la Virgen María".