Un mes después de la DANA: "Hemos pasado de flotar en barro a vivir en un desierto de polvo"
Vecinos de los municipios valencianos afectados por el temporal explican que están muy lejos de recuperar la normalidad
Barcelona"Hemos pasado de flotar en una riada de barro a vivir en un desierto de polvo", resume Fran Pérez, vecino de Alfafar. Han pasado treinta días desde que la DANA arrasó la Comunidad Valenciana y que el agua descontrolada se llevó vidas, casas, comercios, coches y cualquier cosa que se encontrara por el camino. "Es verdad que ahora hay mucho menos barro, pero todo está destrozado", prosigue. En su pueblo, así como en muchos otros municipios afectados, una de las principales preocupaciones es el polvo. Hace que los vecinos tengan que salir de casa con mascarilla y que por la noche, por la falta de alumbrado, la visibilidad sea nula y sea prácticamente imposible circular en coche. La sensación de impotencia es fuerte. "Sentimos que se está diciendo que estamos volviendo a la vida normal... Y aquí ni vida normal ni hostias: nuestro pueblo ha muerto y la ayuda llega con cuentagotas. Tardaremos años en recuperarnos", lamenta Pérez, asegurando que él es de los que menos ha sufrido los efectos de la catástrofe, puesto que el agua "solo" se le llevó el coche y la moto.
Un mes después de los desbordamientos de ríos y barrancos que inundaron 87 municipios la Comunidad Valenciana, todavía hay cuatro personas en el registro de desaparecidos sin localizar. Todavía hay familias buscando a los suyos; gente que entregó sus muestras de ADN y esperan una llamada que les confirme que han encontrado a su ser querido. La posibilidad de encontrar más desaparecidos va reduciéndose, pero esta misma semana los cuerpos de emergencias han identificado a una nueva víctima mortal en Vilamarxant, junto a Vila-roja. La cifra de fallecidos en la Comunidad Valenciana ha escalado ya hasta las 230, y cabe recordar que la misma catástrofe dejó otras siete víctimas en Castilla-La Mancha y una en Andalucía.
Sin embargo, la intervención de los equipos de emergencias no se ha detenido y sigue habiendo un fuerte despliegue, sobre todo en la comarca de l'Horta Sud. A estas alturas todavía hay 9.728 agentes entre Policía Nacional y Guardia Civil y 8.499 militares con vehículos aéreos y acuáticos y medios para sacar agua y barro. Además, también están activados 743 bomberos y más de 800 voluntarios de Protección Civil de todo el Estado.
Vivir con insalubridad
Ya en los primeros días de la tragedia se alertó del riesgo para la salud que podía suponer la acumulación de barro, agua y humedad para los vecinos. En Alfafar, explica Pérez, ya se ha retirado el barro de la calle, pero todavía hay muchos garajes y bajos que están llenos. "Eso es insalubre. Huele mal, se llena de mosquitos y de bacterias", alerta. Lo mismo ocurre en el Parc Alcosa, uno de los barrios más vulnerables de este municipio. "El riesgo para la salud es el polvo que hay en la calle. En general, todo es muy sucio, muy poco salubre. Lo puedes notar. Y lo traduces diciendo que «es el polvo», pero en realidad es todo el ambiente", lamenta Toni Valero, vecino de la zona. Explica que esta percepción salpica el agua corriente. "Ves el agua y no sabes si hablar o qué. Tiene todas las gamas del color verde y se supone que es potable", denuncia Valero.
En Picanya la vegetación propició que todo el terreno se enfangara muchísimo, pero el agua no logró llevárselo todo río abajo como ocurrió en otros municipios. Mérida Torres relata que esta circunstancia les ha ayudado a recuperarse "un poco más fácilmente" que algunos de sus vecinos, aunque todavía quedan zonas, sobre todo las más cercanas al barranco, donde las casas más bajas continúan llenas de barro y son " totalmente intransitables". En el caso de esta población, el hecho de que hubiera una empresa de construcción local hizo que no se tardara tanto en retirar el barro.
En cambio, en la mayoría de municipios afectados, el barro acabó en el alcantarillado. "En Alfafar están trabajando para destapar todas las cloacas, pero tardaron mucho en venir con maquinaria especializada y es un proceso muy lento", se queja Pérez. Según los servicios de emergencias valencianos, en estos momentos se está trabajando con 140 camiones cisterna para desembolsar la red y, apuntan que las poblaciones más críticas todavía son Paiporta –la que se considera la zona cero de la DANA–, Catarroja y Benetusser.
"Trabas" para ir al psicólogo y dinero que no llega
La situación catastrófica que se alarga en el tiempo tampoco perdona el impacto en el estado anímico y la salud mental de los vecinos. La gente está destrozada porque no hay absolutamente nadie que nada haya perdido en las inundaciones. "Las calles están desiertas de gente porque no hay nada que hacer, solo desesperanza", dice Pérez. Él explica que la ayuda psicológica está llegando principalmente a través de los voluntarios, y denuncia que conseguirla en el sistema público supone "muchas trabas": "Te dan hora a un hospital de otro pueblo y no dejan que te atiendan por teléfono. ¿Cómo quieren que vayamos hasta allí si nadie tiene coche?" . Coincide la Mérida, que dice que a su alrededor "la gente está deshecha".
Los daños que ha dejado la DANA en l'Horta Sud también son económicos. La mayoría de comercios que se encontraban en bajos todavía hoy no han reabierto y hay personas que han perdido su empleo por culpa de las circunstancias en las que se han encontrado después de las riadas. "Mucha gente no está pudiendo ir a trabajar porque todavía no tiene coche. Además los comercios están destrozados y no tienen nada que volver a empezar", afirma Pérez. Él trabajaba en un local del centro comercial Bonaire que también quedó inundado: "La tienda ha quedado destrozada y me han despedido, según ellos, por no ir y no pasar el período de prueba".
Desde pronto después de las inundaciones se anunciaron ayudas económicas a nivel personal y para empresas para hacer frente a los daños que había dejado la DANA, y las cifras de peticiones demuestran que son más que necesarias. Ya están registradas 15.805 solicitudes de ayudas directas para paliar daños personales, en viviendas y establecimientos. También hay 19.724 peticiones de empresas y autónomos frente a Hacienda. Sin embargo, muchas de estas solicitudes no están recibiendo respuesta por ahora y en algunos casos se hace complicado acreditar los daños sufridos. Es el caso de la Mérida, quien explica que todavía no tiene respuesta del consorcio de seguros sobre su moto, pero con el coche "aún es peor, porque piden fotos de los desperfectos". Desesperada, se pregunta: "¿Cómo quieren que haga fotos si no la he conseguido encontrar y la DGT no le localiza? Yo sé que es siniestro total, pero hasta que lo encuentre, es todo muy difícil".
Vecinos organizados
El paso de las semanas también ha hecho que cada vez se vean menos voluntarios en la calle. "También es normal, la gente necesita trabajar", defiende Pérez. En este sentido, Valero critica la falta de coordinación de la administración por hacer llegar la ayuda a los más vulnerables y explica que en el barrio han sido los vecinos los que se han organizado para ayudarse a "buscar respuesta a las cosas más inmediatas, cómo dormir sobre un colchón, que son cosas elementales". Él forma parte de varias asociaciones vecinales y dice que buscar una coordinación con la administración desde los movimientos sociales en esta situación es inútil. "Quieres participar, intentas organizarte, miras y no hay una contraparte ni nada. La administración debería dar facilidades para que esto se pueda estabilizar y normalizar, pero lo que ves es un abismo, no hay nada", critica. Lo resume así: "Ante la catástrofe, la sociedad civil ha dado un paso adelante, pero la administración no la ha dado".