Salud

Un reencuentro muy especial entre una prematura de 24 semanas y el médico que la atendió hace más de 20 años

Noelia trabaja de auxiliar de enfermería en Vall d'Hebron, el mismo hospital en donde estuvo ingresada hace 24 años en el servicio de neonatología

Lara Bonilla
y Lara Bonilla

BarcelonaNoelia Ruiz nació hace 24 años en el Hospital Vall d'Hebron con solo 24 semanas de gestación. Su madre acudió a urgencias al ver que sangraba y cuando llegó ya estaba dilatada y a punto para parir. Noelia nació por cesárea el 14 de diciembre de 1997 –el parto estaba previsto para el mes de marzo del año siguiente– y estuvo tres meses ingresada en la unidad de neonatos del hospital bajo la supervisión de Fèlix Castillo, entonces médico adjunto del servicio y hoy jefe de neonatología. Más de veinte años después, Noelia se ha reencontrado con el médico que la atendió, y ambos con bata blanca, puesto que trabaja en el mismo hospital en el que nació.

Noelia es hoy auxiliar de enfermería y trabaja en los servicios de oncología y nefrología pediátrica –"estos pacientes han continuado viniendo, no todo ha sido covid", reivindica– y está acabando el grado de enfermería. "Cuando me dijo que la había traído yo y que había nacido a las 24 semanas de gestación, me quedé parado. «¿24 semanas y estás tan bien?»", recuerda Castillo que le dijo. "Es una sorpresa agradable y, además, ¡quiere ser enfermera!", destaca el jefe de neonatología de Vall d'Hebron. Él mismo lo ha explicado en un tuit.

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Hace veinte años, un bebé de 24 semanas era una "excepción"

En Catalunya un 7% de los nacimientos son prematuros. Hoy en día el límite de la supervivencia libre de morbilidad está en las 23-24 semanas de gestación, explica Castillo, pero hace veinte años el caso de Noelia era una excepción. "Hace veinte años, un bebé de 24 semanas era noticia", dice este profesional. "En aquella época, un bebé que pesara menos de un kilo y medio y con una edad gestacional por debajo de las 28 o 29 semanas tenía un pronóstico de vida muy bajo y ya no te digo de 24 semanas, que eran inviables para la vida. Ahora, en cambio, estamos hablando de supervivencias de 23 y 24 semanas, que es el gran inmaduro. Un bebé de 25 o 26 semanas moría, pero después hay casos aislados como el de Noelia que hacen mucha ilusión", constata Castillo. Noelia nació con un kilo de peso, pero se quedó en 800 gramos. "Un bebé así cabe en la palma de una mano", dice Castillo.

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Cada año nacen en Europa más de 25.000 bebés prematuros extremos de menos de 26 semanas de gestación. La supervivencia es muy variable y oscila entre el 25% y el 75%, y las secuelas son muchas. Gracias a los adelantos en neonatología, hoy hay miles de bebés vivos y en buenas condiciones, pero a medida que disminuyen las semanas de gestación hay más riesgos.

En estos veinte años muchas cosas han cambiado. "La obstetricia perinatal, la tecnología, los cuidados, los tratamientos para estos bebés y la implicación de las familias han permitido mejorar mucho la supervivencia de estos bebés", constata Fèlix Castillo. "Además de la variable genética individual. Cuando Noelia nació estaba destinada a sobrevivir", añade. Ni las incubadoras ni los respiraderos tienen nada que ver con lo que había cuando Noelia estuvo ingresada en la unidad de neonatos, que tampoco contaba con las instalaciones actuales. "Ella estaba en una incubadora mucho más arcaica y este edificio donde estamos ahora no existía", explica Castillo. "Es gratificante ver el resultado del trabajo. En aquel momento lo hacíamos lo mejor que podíamos con las herramientas que teníamos", añade.

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Vocación enfermera

Noelia se siente afortunada, sabe que su caso no es habitual. No ha tenido secuelas derivadas de la prematuridad extrema más allá de bronquitis frecuentes y de ser siempre "la pequeña de la clase". Recuerda que su madre lo pasó mal y lamenta que entonces las visitas de los familiares estaban mucho más restringidas que ahora. "Había restricciones de visitas: ¡media hora por la mañana y media hora por la tarde y el método canguro que casi se hacía a escondidas!", recuerda la cabeza de neonatología de Vall d'Hebron. "Ahora sabemos que la implicación de la familia es vital", destaca.

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A Noelia, la vocación enfermera le viene desde pequeña. "Lo que más me gusta es el trato con las personas, cuidar y que la enfermería sea una profesión tan humana". Siempre ha trabajado en servicios relacionados con la salud materno-infantil y, a pesar de que todavía no ha decidido su futuro, no descarta probar la neonatología, el servicio donde antes de profesional fue paciente: "Me llama la atención".